Expediente Casero o cómo aprender de los errores (sobre todo si se repiten): "Lo primero, asumirlos sinceramente"

  • El diputado del PP Alberto Casero ha vuelto a equivocarse en una votación telemática en el Congreso

  • Reconocer un error y pedir perdón es un verdadero ejercicio de valentía, humildad y crecimiento

  • La clave para afrontar un error está en cómo lo procesamos, en el significado que le damos, y no tanto en el error en sí mismo

Lo ha vuelto a hacer. El diputado del PP Alberto Casero ha vuelto a equivocarse en una votación en el Congreso. Esta vez su posición no ha sido decisiva, como ocurrió con la reforma laboral, pero no deja de sorprender y de captar la atención de las redes, siempre dispuestas a crear el meme definitivo. Lo cierto es que aquí se lo han puesto fácil.

Enredarse con el voto telemático

Casero, imputado por prevaricación y malversación, ha votado a favor de investigar al Gobierno de Mariano Rajoy por la llamada 'policía patriótica'. Nuevamente, como en el primer error, Casero se ha liado con el voto telemático. Entre los 191 'síes' para constituir una comisión de investigación sobre la operación Cataluña, la presunta maniobra de la 'policía patriótica' para derrumbar al independentismo, se encuentra el de este diputado.

Alberto Casero se enfrenta por segunda vez a la papeleta de tener que justificar ante los suyos esta nueva metedura de pata. No es fácil, pero existen una pautas que pueden ayudar.

Admitir el error, lo más complicado

Reconocer un error y pedir perdón es un verdadero ejercicio de valentía, humildad y crecimiento. El miedo al qué dirán, al fracaso o a la imperfección nos lleva a justificarnos y poner excusas en lugar de asumir lo que ha ocurrido. Esta tendencia se intensifica cuando nos encontramos en puestos de poder, en los que cualquier equivocación puede comprometer nuestra reputación, tanto la profesional como la personal.

Si decidimos reconocer el error y asumirlo, hay que hacerlo bien, de manera objetiva y sincera. Asumir errores de manera superficial nos hará desarrollar el ‘efecto tirita’, que tapa la herida, pero no la sana. A medio y largo plazo, no habrá sido útil porque no habremos desarrollado los mecanismos de vigilancia que impiden los errores. Además, eso nos lleva a forjarnos una autoestima irreal, que se basa en la perfección. “Negar los errores, equivocaciones e incluso limitaciones, nos aleja de nuestro verdadero yo, de nuestra esencia. El amor propio no implica reconocer únicamente las cualidades positivas y obviar las que, a nuestro parecer, son negativas”, explican los expertos de la plataforma TherapyChat.

Al mismo tiempo, limita nuestros vínculos afectivos: al no asumir nuestra responsabilidad, nos impide empatizar con los demás, comprenderlos y crear vínculos saludables con ellos. Por todo esto, aprender a reconocer errores es de vital importancia. “Hay que asumir tu parte de responsabilidad. Hacer explícito el error, fomenta la honestidad con nosotros mismos y con el resto y nos lleva a poder empatizar, tanto con nosotros mismos, como con el resto de las personas implicadas”, nos explican. 

Cuándo y cómo pedir perdón

La clave para afrontar un error está en cómo lo procesamos, en el significado que le damos, y no tanto en el error en sí mismo. Cuando nos piden explicaciones de algo, como probablemente le pedirán a Casero, es porque consideran que hemos hecho algo inadecuado que debemos justificar. Ser o no asertivos será fundamental para poder dar bien estas explicaciones.

“Si en lugar de pedirnos una explicación nos la exigen, la reacción normal es no querer darla, porque de alguna forma nos dan razones para no hacerlo al sentirnos atacados”, explica la psicóloga Teresa Terol. Cuando pasa esto, es fundamental que evitemos tres actitudes.

“El primer error básico es contraatacar. Suele ser la reacción más normal y no nos lleva a buen puerto. Después, intentamos negar lo que hemos hecho o minimizar el daño con frases del tipo ‘no es para tanto’ o ‘no exageres’. La tercera fase es el sobrecastigo. Tendemos a fustigarnos y eso no es sano, es importante medir las reacciones y recordar que tenemos derecho a equivocarnos y cometer errores”, señala la experta.

Cómo perdonar

¿Y desde el otro lado? La parte que ha cometido el error asume el fallo y pide disculpas. ¿Cómo debe gestionarse por la parte agraviada? ¿Cómo pedir perdón? Aprender a reconciliarse con los errores de los demás (y, por supuesto, con los propios) es una de las claves más importantes de cualquier convivencia, ya sea en el entorno más íntimo o en el profesional.

Para lograrlo, lo primero es aceptar las circunstancias y los motivos que han podido conducir al error para evitar permanecer estancados en el enfado. Las maneras de salir de salir de ese círculo vicioso en el que recordamos continuamente el error pueden ser el olvido o simplemente pasar página. Pero, de nuevo, el sentimiento debe ser sincero: si lo hacemos de manera falsa o prematura solo enquistaremos el conflicto y generaremos sentimientos de rencor.

Y antes de todo eso, hay que plantearse la pregunta que plantea la psicóloga Laura Rojas-Marcos. "El tema del perdón es delicado, ya que cuando hablamos de ello una de las primeras preguntas que suelen surgir es si se puede o se debe perdonar todo. Y lo cierto es que solo nosotros tenemos esa respuesta", escribe en el libro 'Convivir y Compartir'. La misma pregunta se estará haciendo ahora Alberto Núñez Feijoo.