Provocarse el llanto es cosa de hombres: vídeos emocionales arrasan en Internet

  • ¿Por qué hay hombres maduros que lloran viendo escenas de ‘The Mandalorian’?

  • Las compilaciones de "videos para llorar" tienen millones de visitas

  • La desconexión emocional es la principal motivación para buscar estos “detonadores” del llanto

Si existiera un libro llamado ‘Deconstrucción de la masculinidad tóxica para dummies’, el primer capítulo estaría dedicado a la categoría “cómo expresar tus emociones”. Yep. Llevamos ya algunos años hablando de nuevas masculinidades pero hay compuertas que aún son difíciles de abrir. Es que además, a las limitaciones propias del mandato patriarcal se suman problemas como la depresión o la anhedonia, que muchas veces te “secan” por dentro. ¿La solución? Muchos hombres no acuden a terapia pero acuden a videos de internet para darse un buen baño de lágrimas y reconectar. 

La terrible desconexión emocional

En España solo un tercio de las personas que acuden a terapia son hombres. Y el número de ellos que declara problemas de salud mental es la mitad que el de ellas. Pero ocurre que, al parecer, mientras aprendemos a pedir ayuda de una buena vez, cada vez más tíos acudimos a la soledad de las pantallas para buscar algo que haga click en nuestros atormentados cerebros machirulos. ¿A qué se debe esto?

"La desconexión emocional -dice la psicóloga Andrea Angulo Menassé- puede ser producto de varias cosas. Puede haber por ejemplo un tema de racionalización, en el que se separa el efecto de la idea, y entonces la persona se queda lidiando con las ideas pero desconectada de la emoción que les acompaña. Es un mecanismo de defensa cultural y socialmente aceptado". Para la especialista es "mucho más probable que para una persona socializada como varón, que le han dicho toda la vida que su lugar en el mundo es pensar y no sentir y que incluso lo emocional le quita valor a su masculinidad, pues es mucho más probable que aísle la emoción del pensamiento y que termine no sabiendo identificar sus propias emociones".

Señores que entran a internet y lloran

Quizás recuerdes el revuelo que se armó tras la despedida del tenis de Roger Federer, cuando él y Rafa Nadal daban rienda suelta a sus sentimientos ante los ojos del mundo. Así de extraño o "heróico" es percibido, aún, el hecho de que un hombre demuestre lo sus emociones a flor de piel. Pero hay muchos a quienes no les resulta tan fácil.

Echa un vistazo en las plataformas de video de internet y verás que está lleno no solo de productos pensados para llorar sino de videos de tíos que, de hecho, se graban llorando. Y la verdad es que viendo los cientos de de reacciones a los trailers de, por ejemplo, las últimas películas de ‘Star Wars’ —ya sabes, chavalotes de 45 tacos llorando a moco tendido justo en el momento en que aparece Han Solo— cualquiera diría que el asunto se nos ha ido de las manos. Ah, pero no te confundas, no nos valen los videos de gatitos haciendo monadas, queremos conexión 'real'. ¿Gordi le dice a Slot que ahora velará por él en Los Goonies? Mar de lágrimas. ¿"Mi nombre es Iñigo Montoya, tu mataste a mi padre, prepárate para morir"? Ríos de llanto. ¿El Mandalorian se quita el casco para que baby Yoda pueda tocar por una vez su verdadero rostro? Tempestad emocional.

Las reacciones, ese sub género

Muchos tíos incluso se graban reaccionando ante estas escenas detonadoras. ¿Qué que es eso de las reacciones? Pues se trata de una tendencia surgida hace unos años en You Tube en la que se muestra a una persona, bueno, reaccionando ante algún tipo de objeto, estímulo sensible o producto cultural (canción, video, trailer, etc.). Muchos influencers se han convertido por ejemplo, en ‘reaccionistas’ profesionales. Pero hay quienes simplemente quieren gritarle al mundo que son capaces de sentir algo. ¿Sensibilidad? ¿Exhibicionismo?

"Otro mecanismo de la desconexión emocional es la represión -asegura Angulo Menassé- es decir cuando pasas todo lo que te afecta o amenaza tu estabilidad psíquica a un cajón que cierras con llave". El problema puede volverse tan agudo que el propio cerbero busca a veces vías de escape o detonadores emocionales para romper el dique y dejar fluir las aguas.

Hay comunidades como Will be ok, surgidas durante la pandemia como una respuesta esperanzadora a tiempos oscuros, y listas de Tik Tok seguidas por adolescentes con el subject “Para llorar hasta que te quedes dormida”. La adicción a los detonadores emocionales es, pues, intergeneracional. Pero, dirás, yo lloro con las películas de Haneke o las canciones de Joni Mitchell ¿no es lo mismo? Bueno, esa es la diferencia entre arte y “contenido”. El arte te lleva a lugares emocionales complejos y enriquecedores a través de una serie de reflexiones complejas y enriquecedoras; mientras que este tipo de contenido busca generar una reacción inmediata y muchas veces vacía. Y al hacer evidente esta intención — “para llorar”, “llora hasta quedarte dormido”, “intenta no llorar”— se convierten directamente en pornografía emocional

También entre los más pequeños

Ocurre algo parecido entre los más pequeños. ¿Habéis sorprendido alguna vez a vuestros hijos viendo en la tablet cómo juegan otros niños ya sea armando una nave de Lego de mil piezas o pasando al siguiente nivel de determinado videojuego? Por duro que parezca, esta pulsión por vivir a través de las experiencias de los otros, se da entre distintas generaciones. Es parte del éxito de redes sociales como IG o Tik Tok entre adolescentes, que vuelcan en ellas no solo sus expectativas y ambiciones sino las dificultades para vivir su propia vida. 

Queda aún mucho trabajo por recorrer para intentar reconectar emocionalmente con la realidad. Lo que te podemos decir desde aquí es que si quieres ponerte un video de soldados volviendo a casa y siendo recibidos por sus hijos, o ver esa escena en la que aparece Luke Skywalker en The Mandalorian, de acuerdo, está bien. Llora todo lo que quieras. Pero no basta con tratar así el gatillazo emocional. Hay que buscar ayuda profesional siempre, porque la vida real tiene sus propios detonadores y probablemente te los estás perdiendo.