¿Por qué bailar nos hace sentir tan bien?

  • El hombre baila desde que el mundo es mundo: ¿por qué necesita la danza para realizarse como ser humano?

  • Nazareth Castellanos, neurocientífica: "Al bailar, sincronizamos nuestros corazones y nos protegemos frente al envejecimiento"

  • Amaya Galeote, bailarina y coreógrafa: "Bailar y bailar con otras personas te ayuda mentalmente y te ayuda socialmente"

Moverse al son de la música es casi tan natural como respirar. Hacerlo con más o menos gracia es otro asunto, pero el impulso irrefrenable de danzar rítmicamente se da desde que el mundo es mundo. Los primeros humanos se juntaban para bailar como modo de celebración o de ceremonia ritual. De esa manera, alineaban sus objetivos, cooperaban más fácilmente (de ello dependía su supervivencia) y se lo pasaban bien. En suma, era un chute de empatía y buen rollo.

La neurociencia lo confirma. Según explica la neurocientífica Nazareth Castellanos: "Bailar favorece la sincronización de los corazones de las personas que están bailando. Esto, que parece una tontería, es una de las bases del bienestar. Hoy sabemos que bailar también es uno de los grandes protectores del envejecimiento sano. Por eso, se está recuperando la terapia de baile".

¿Por qué es bueno bailar?

Bailar al son de nuestra música favorita sienta de maravilla. De hecho, podemos afirmar que las personas que bailan parecen y son más felices. ¿Por qué?

Al bailar, tomamos conciencia del cuerpo y de su postura, ponemos en marcha todos nuestros sentidos y liberamos endorfinas en nuestro cerebro que actúan como neurotransmisores que generan sensación de bienestar. Las endorfinas, conocidas como "las hormonas de la felicidad", se liberan como respuestas emocionales placenteras. Mientras bailamos, activamos una serie de sustancias químicas relacionadas con emociones felices.

Al mismo tiempo, esa química 'amable' sirve para reforzar el sistema inmune. Un estudio de la Universidad de Wonkwang, en Corea del Sur, realizado con adolescentes que llevaron a cabo una terapia de danza durante tres meses mostró que la danza o el simple movimiento estabiliza el sistema nervioso simpático, el relacionado con el estrés malo y la actitud de alerta, y mejora los síntomas de la depresión. Los resultados fueron confirmados por la American Dance Therapy Association.

Bailar es también una manera de promover el envejecimiento activo a través del ejercicio. Ayuda a mantener el peso a través de secuencias de cardio y promueve habilidades importantes en la edad: fuerza, equilibrio y resistencia. Además, mejora elasticidad y la postura corporal, al tiempo que aumenta la capacidad pulmonar, ya que el movimiento propicia más oxigenación en el cuerpo. Por si no fuera suficiente, también es un aliado contra el deterioro cognitivo. Un estudio de la Escuela de Medicina Albert Einstein, en Nueva York, concluyó que el baile reduce un 76% las posibilidades de desarrollar demencia senil.

Expresarse con el cuerpo

Pero lo mejor del baile es que quizá lo que está fuera de la experiencia corporal. Bailar es una forma de comunicación y expresión. En algunos momentos, incluso, un lenguaje secreto. Así lo vio la coreógrafa madrileña Amaya Galeote, autora de 'Los que bailaban', obra basada en la propia experiencia de sus padres, que terminaron enamorándose a través del baile. "Creo que a todo el mundo le gusta bailar. La gente que no lo hace es porque tiene vergüenza o le ha pasado algo en su vida que ha hecho que no baile. Pero bailar es una cosa natural, que el cuerpo se mueva es algo natural", explica en una entrevista a Uppers.

Como cualquier otra arte plástica, el baile no sólo es una manifestación artística, sino que facilita las relaciones interpersonales. Volvemos así a la idea expuesta por Nazareth Castellanos: al bailar, los corazones se sincronizan, la empatía aflora, la sensación de unidad entre las personas crece... Para los más escépticos: "Bailar y bailar con otras personas te ayuda mentalmente y te ayuda socialmente. Y eso te hace sentirte mejor. La gente que no baila se está perdiendo algo", concluye Amaya Galeote. ¿A qué esperas para saltar a la pista?