'Adicta a un gilipollas' o por qué huir de la adicción emocional: "Los príncipes azules no existen y, además, destiñen"

  • La psicóloga y terapeuta de pareja Lara Ferreiro aborda en su primer libro las causas y consecuencias de la adicción emocional

  • "La adicción emocional funciona como si te engancharas a la cocaína o al alcohol"

  • "Las personas que han vivido experiencias complicadas son más vulnerables a caer en manos de personas tóxicas"

Quien no haya tenido una relación con alguien que no nos merece, que levante la mano. Incluso la psicóloga y terapeuta de pareja Lara Ferreiro cayó en las garras de una persona tóxica. Su propia experiencia y la que ha vive cada día en consulta le ha hecho escribir su primer libro 'Adicta a un gilipollas' (Grijalbo), un compendio exhaustivo, riguroso y, al tiempo, optimista sobre lo que significa la adicción emocional.

¿Por qué podemos ser adictos emocionales?

Todas las personas, hombres y mujeres, pueden ser adictas a un gilipollas en un momento de máxima vulnerabilidad. Siete de cada 10 mujeres han sido adictas emocionales a un hombre tóxico. Puede ser por la infancia que han vivido, por su baja autoestima o por las creencias de que el amor todo lo puede. Al final, generas una adicción que es como si te engancharas a las drogas. Tu cerebro quiere esa droga, en ese caso, esa persona tóxica que te hace daño. Quieres consumirlo a cualquier precio. A mí me pasó con 22 años y cuento mi historia en el libro.

Hablas de experiencias traumáticas en la niñez.

Sí, es una de las causas posibles. De hecho, hay una frase que me encanta que dice "Es más fácil construir niños fuertes que reparar adultos rotos". Las personas que han vivido experiencias complicadas son más vulnerables a caer en manos de personas tóxicas. Por ejemplo, padres con algún tipo de adicción, víctimas de enfermedades mentales, niños que han sufrido abusos verbales o físico, o bullying...

¿Importa la personalidad de los progenitores?

Sí, sería la segunda causa. Si, por ejemplo, has tenido padres ausentes va a propiciar que la mujer sea una adicta emocional. Quiere suplir esa carencia. Los padres autoritarios también pueden hacer que los adultos sean sumisos en la adultez y no pongan límites a sus parejas.

¿La dependencia emocional no es buena?

Se puede depender de los padres o de tu pareja en el buen sentido. Otra cosa es la adicción a gente tóxica. Eso hace año y muchas personas lo aguantan por no estar solas. Otra de las causas es e mito del amor romántico, son creencias erróneas sobre, por ejemplo, que hay que aguantar todo para mantener la pareja o la familia. El príncipe azul no existe y, además, destiñe. Todas esas ideas contribuyen a la adicción emocional.

¿Qué papel juega la autoestima?

Si tienes una autoestima alta vas a ser capaz de expresar tus deseos y poner límites claros. Cuando te quieres de verdad, no vas a dejar que nadie te trate mal.

¿Puede compararse la adicción emocional a otro tipo de drogas?

Sí, es muy importante saberlo. Funciona como si te engancharas a la cocaína o al alcohol. Hay una química emocional parecida a la desencadenada por otras drogas. El circuito de recompensa de tu cerebro está secuestrado. Tu cerebro solo quiere estar con esa persona porque es cuando más dopamina segrega. El problema es que el cerebro se acostumbra y cada vez quiere más.

¿Cómo se puede diagnosticar una adicción emocional?

Hay que cumplir tres criterios. El primero es el síndrome de tolerancia; el segundo es el craving y el tercero el síndrome de abstinencia. En el tolerancia, no importa el sufrimiento que te produzca esa persona, siempre se lo vas a tolerar. En el segundo, una vez que lo dejas, tienes un intenso deseo de consumir. El tercero es un conjunto de reacciones físicas que experimentas cuando dejas una droga. La buena noticia es que podemos cambiar esto gracias a la neuroplasticidad del cerebro.

¿Hay algo que podemos hacer para no caer en una relación tóxica?

Es muy importante saber cerrar el duelo de relaciones anteriores. Si esto no se trabaja, es muy probable que encadenemos relaciones tóxicas.