La maravilla de maravillarse: cómo entrenar el asombro a los 50
Asombrarse tiene un impacto positivo en el bienestar, pero a partir de una edad es más difícil conseguirlo
El asombro nos hace detener los pensamientos obsesivos y vivir en el presente
¿Qué significa soñar con agua?
Pocas cosas logran dejarnos boquiabiertos, sobre todo a medida que vamos cumpliendo años. Darlo todo por sabido deja poco espacio para el asombro. Sin embargo, maravillarse es una maravilla. Así lo afirma la escritora y divulgadora Elsa Punset en 'Inocencia Radical', uno de sus libros más famosos, en el que habla precisamente de la importancia de dejarnos sorprender ya sea a través de lo lúdico o lo que nos provoca curiosidad.
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Contrapeso del estrés
Punset no es la única fascinada por el llamado 'efecto wow'. El neurocientífico Beau Lotto ha sido el encargado de dirigir un estudio realizado durante una actuación del Circo del Sol en Las Vegas. Cerca de 300 espectadores respondieron a cuestionarios, y algunos llevaban gorros de electrodos para medir la respuesta neuronal de los espectadores. El resultado fue que el asombro que producía el espectáculo nos hace detener la rumiación o pensamiento recurrente y vivir en el presente. De esa manera, actúa como un contrapeso del estrés. Pero, además, se registró una actividad neuronal importante en el área vinculada a la creatividad. La pregunta es clara: ¿qué tiene el asombro para asombrarnos?
Los expertos sostienen que todo lo que nos hace comprender la inmensidad de la belleza y lo intangible, y nos hace sentir parte de algo más grande que nosotros mismos nos ayudan a reconectar con la humildad y la gratitud. Es exactamente lo contrario de lo que ocurre con la depresión, donde priman los sentimientos individuales. El ego es lo contrario del asombro, Gracias a él, nos podemos cuestionar grandes temas evitando el sesgo de confirmación que nos hace aferrarnos a posiciones demasiado intolerantes.
¿Podemos practicar el asombro?
Aunque hay momentos, situaciones o parajes que nos conducen a esos instantes de inmensidad (¿cómo no asombrarse ante el Taj Mahal, una noche plagada de estrellas o el nacimiento de un hijo?), el asombro puede encontrarse a la vuelta de la esquina, particularmente en la naturaleza. Hay quienes practican 'paseos de asombro': caminar por un parque o un paraje natural cercano nos procurará algún momento asombroso.
Sobre esta base se realizó una investigación del Centro de Memoria y Envejecimiento de la Universidad de California. Durante dos meses, los participantes realizaron caminatas de quince minutos en la naturaleza, al menos una a la semana. Según comprobaban, la experiencia de asombro se iba incrementando cada día, como resultado de un entrenamiento. Los paseos redujeron también las emociones negativas como la soledad e hicieron aflorar otras como la compasión o la gratitud.
Esta investigación también revela que el asombro va de la mano del juego. El cerebro se pone en modo 'disfrute' y no en modo 'amenaza', como está por defecto. Por esa razón, son los niños, para quienes jugar es algo natural, los que se asombran con más facilidad.
La mente del principiante
En la edad adulta, la conexión con el juego o el simple disfrute es mucho menor que en la infancia. En la edad madura, sin embargo, sí hay maneras de reconectar con el juego. Una de las maneras más eficaces es practicar lo que en midfulness y en meditación conoce como 'la mente de principiante'. ¿En qué consiste? Básicamente, en mirar y sentir como si fuera la primera vez que se ve o se hace algo. Un ejercicio clásico en meditación es probar un alimento y describir su sabor y textura sin prejuicios, como si fuera algo desconocido para nosotros.
¿Qué conseguimos con eso? Según los expertos, los beneficios del asombro y de la mente del principiante son muchos:
- Reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés
- Aumenta la dopamina, la hormona del bienestar.
- Regula las citoquinas proinflamatorias, proteínas fundamentales para el sistema inmunitario, pero perjudiciales a dosis elevadas.
- Calma el nervio vago, un conjunto de fibras nerviosas que conecta el cerebro con órganos como el corazón, los pulmones, el estómago o los intestinos. El estrés, el cansancio o la ansiedad provocan inflamación de este nervio e impactan en la salud.