Cómo identificar la adicción a las compras: "Malvendí el reloj de oro de mi abuelo para seguir comprando"

  • La época navideña impulsa la compra compulsiva, un problema que para el 7% de la población es adicción. El psicólogo Jorge López-Vallejo nos da la definición que ayuda a identificar si nuestra conducta se puede considerar un trastorno

  • Jordi, abogado de 49 años, relata cómo empezó su trastorno y el calvario que pasó hasta que por fin reconoció que necesitaba ayuda profesional. Pudo perderlo todo, pero hoy está curado

  • Por primera vez, un equipo de investigadores han acordado un protocolo de pautas que permitirá diagnosticar y desarrollar estrategias de actuación

Arranca esa etapa en la que cualquier estímulo desata la locura de compra: un décimo de lotería, regalos, adornos navideños o una botella de vino para una cena prenavideña. Y en este sinvivir el saldo de nuestra cuenta nos empieza a poner un poquito nerviosos. La fiesta es la excusa, pero ¿no estaremos perdiendo el control?

El testimonio de Jordi, un abogado de 49 años con despacho en Madrid, nos puede hacer reflexionar. Es el menor de cinco hermanos, todos varones y, según dice, el más consentido, un detalle que cree interesante destacar. "Tuve una infancia acomodada en Barcelona. Padres empresarios, familia numerosa, buenos colegios y cualquier capricho cubierto al instante… Quizás esa falta de tolerancia a la frustración y la costumbre de satisfacer inmediatamente mis deseos fueron determinantes en mi personalidad, bastante endeble, por cierto".

Todo empezó con una crisis brutal

Aunque ya había ido dando señales, su conducta adictiva empezó a los 40 coincidiendo con una crisis brutal de identidad. "Dejé de encontrarle sentido a todo lo que hasta entonces eran mis puntales: hogar, familia, trabajo, lectura… En lugar de tomarme un tiempo para viajar y poner en orden mi cabeza, me dio por evadirme en las compras. Lo que tomé como un modo de huir en momentos muy puntuales se convirtió se convirtió en una adicción que me fue engullendo", relata con tranquilidad.

Primero fueron los centros comerciales. "Todo me venía bien y empecé a tirar de una tarjeta vinculada a una cuenta en la que yo era el único titular. No necesitaba dar explicaciones a nadie. Luego descubrí el placer de comprar por internet. Había momentos en los que me sentía e impulsivamente abría el ordenador. He pasado tardes enteras de tienda en tienda llenando una cesta virtual que, afortunadamente, casi siempre anulaba antes de pagar".

A Jordi, como a la mayoría de los hombres adictos a la compra, le pierde la tecnología y su gran pasión son los reproductores de música y cualquier artículo relacionado con el automóvil. Suelen ser compras que exigen un mayor desembolso que una prenda de ropa. "El descalabro económico daría para hablar horas. El día más doloroso fue el que malvendí el reloj de oro regalo de mi abuelo para seguir comprando. Con el dinero conseguí un equipo de música de alta fidelidad, aún sin estrenar". Tiene también un garaje lleno de cajas que nunca llegó a abrir y están a la espera de hacer algún donativo y regalos a personas que les va a venir bien. En los últimos meses se ha desprendido de un móvil todavía empaquetado por cada cumpleaños de sus siete sobrinos".

La confesión del escritor Buzz Bissinger le abrió los ojos

Hasta llegar a reconocer que sufría un problema, siete años después, el camino fue doloroso: "Empecé a aislarme, a enfadarme con todos y por todo. Sentía que estaba tirando por la borda mis valores, mi educación y toda una vida. Mi gente me retiró su confianza con razón. Era un absoluto irresponsable. Me estaba haciendo daño y se lo hacía a mis seres queridos. Aun así, me resistía a pensar que padecía una adicción. Creía que todo sería cuestión de voluntad, pero cualquier intento de reprimir el impulso de compra resultaba fallido".

Uno de sus hermanos puso a su alcance un viejo artículo en el que el escritor y Premio Pulitzer Buzz Bissinger confesaba su adicción a las compras y encontró en él su vivo retrato. Este popular personaje detalló que se había gastado más de 600.000 dólares en dos años. Su debilidad fue la ropa de Gucci. Acumuló docenas de pantalones de curo elástico y chaquetas de piel de avestruz, de potro o de oveja, botas de tacón de aguja hasta la rodilla y el muslo, más de un centenar de guantes de cuero. La compra le excitaba y sus looks ambiguos le hacían sentirse liberado y vivo.

Con la ayuda de la familia, Jordi accedió a pedir ayuda profesional. "La terapia me ayudó a identificar muchas conductas y pensamientos de los que no era consciente y que me habían conducido a ese abismo". Aunque Jordi se considera curado, procura no ir solo de compras y se limita a usar una sola tarjeta de crédito vinculada a una cuenta que comparte con su pareja, Cristina, con la que inició una relación hace año y medio. Logró curarse y se considera un afortunado, pero le aterra pensar que una circunstancia o un acontecimiento negativo en su vida pueda empujarle de nuevo a este trastorno.

El problema es serio: el 7% sufre adicción

Al 30% de los europeos les cuesta controlar los gastos y alrededor del 16% de la población adulta compra compulsivamente, por puro placer. La adicción solo está reconocida en el 7% , pero suficiente para entender que se ha convertido en una preocupación importante en la sociedad, según el psicólogo Jorge López-Vallejo, experto en este tipo de trastornos. La definición que él hace de la adicción a la compra nos ayuda a reconocer si lo que nos ocurre está cruzando una línea peligrosa: "Es un trastorno que se caracteriza por un impulso irresistible, inevitable, ritualizado y esclavizante. Al comprador le mueve una necesidad irrefrenable y una tensión creciente que únicamente se pueden aliviar comprando. A la euforia de comprar le sigue rápidamente un sentimiento de vacío, culpabilidad o vergüenza. Sus rasgos lo acercan al trastorno obsesivo compulsivo, pero sin la fobia que acompaña a este".

Al 30% de los europeos les cuesta controlar los gastos y alrededor del 16% de la población adulta compra compulsivamente, por puro placer. La adicción solo está reconocida en el 7%

No existe un perfil bien definido. Tradicionalmente la adicción a la compra la sufrían sobre todo mujeres y jóvenes, pero ahora los hombres han entrado igual en este trastorno. También la edad se ha dispersado, desde adolescentes hasta personas mayores de 60. Lo importante, según López-Vallejo, es tratar antes de que derive en un sufrimiento mayor u otros trastornos de la personalidad. En su consulta aplica un tratamiento basado en la Terapia Breve Estratégica. Son diez sesiones enfocadas a desactivar la excitación de la compra y a construir un mundo real en la que el paciente poco a poco va abandonando ese mundo virtual para empezar a moverse en sociedad y a relacionarse de manera más equilibrada. Es una terapia individualizada con estrategias a medida de las necesidades de cada persona.

¿Te identificas en alguno de estos estilos?

Como curiosidad, la psicoterapeuta Donna Boundy, autora de 'When money is the drug', describe cinco tipos de compradores compulsivos:

1. Gastador visual. Todo lo que ve le resulta apetecible y se vuelve importante, interesante o necesario.

2. El cazador de gangas. Las ofertas son su mejor coartada para comprar. A menudo pasa como comprador inteligente, lo que le dota de poder y victoria.

3. Compulsivo. Compra para burlar sentimientos negativos, como depresión, ira, miedo, soledad y aburrimiento.

4. El gastador codependiente. Sus adquisiciones son para otros con el fin de ganarse su aprobación, amistad, lealtad o cariño.

5. Bulímico. Gasta hasta dejar exhausta su cuenta bancaria como un modo de imponerse límites a sí mismo.

Las ocho señales inequívocas

Después de años de estudio, expertos internacionales, dirigidos por el profesor Mike Kyrios, han creado este año un marco para diagnosticar el trastorno de compra compulsiva y ayudar a las personas que luchan por gestionar su comportamiento de gasto y su bienestar mental. Las pautas, publicadas en Journal of Behavioral Addictions, confirman que pueden ser tan graves como para constituir un trastorno, lo que permitirá a los investigadores y médicos el desarrollo de intervenciones más específicas:

  • Experiencia persistente y recurrente de impulsos intrusivos e irresistibles
  • Ansias y / o preocupaciones por comprar
  • Falta de control sobre el gasto
  • Adquisición excesiva de artículos sin utilizarlos para los fines previstos
  • Uso de esta conducta para regular un estado interno
  • Consecuencias negativas y deterioro en áreas importantes de funcionamiento
  • Síntomas emocionales y cognitivos al cesar la compra
  • Mantenimiento o escalada de comportamientos disfuncionales de compra a pesar de las consecuencias negativas.