El amante, el sabio o el guerrero: qué arquetipos corresponden a las diferentes personalidades

  • Damos un repasito a Jung con el año nuevo: todos llevamos un guerrero, un huérfano o un mago dentro

Tu personalidad no se forja de forma aislada, sino en un contexto social y cultural que te influye hasta en lo más íntimo, poniendo a tu disposición unas cuantas hormas de pensamiento y de conducta o incluso de percibir el mundo. Son arquetipos que están en nuestro inconsciente colectivo y ayudan a desembrollar por qué, llegada la madurez, somos como somos. Digamos que son la parte más arcana de nuestra mente, aún en el inconsciente, que nos acaba definiendo como individuos aunque no nos demos cuenta. Ahora que cada vez te conoces mejor, te proponemos este interesante 'juego'. Aunque ten en cuenta que son cíclicos y que podrías pasar por varios de ellos a lo largo de tu vida.

La teoría de los arquetipos se la debemos al psicólogo suizo Carl Gustav Jung, quien, no conforme con las funciones fisiológicas que explican el comportamiento humano, desarrolló una serie de patrones que se repiten a lo largo de la historia y de las culturas. Con sus fortalezas y debilidades, cada uno de ellos tiene una misión y preside en alguna etapa de nuestra vida de un modo cíclico.

Los encontramos en el arte, el cine, la literatura, el mundo empresarial, las religiones o la publicidad de todas las épocas. Nos permiten reconocernos, saber en qué momento estamos. Quienes tienen en cuenta estos patrones, en el contexto que sea, aprovechan las peculiaridades de cada persona para multiplicar sus posibilidades de motivación y crecimiento personal y profesional.

Lo ideal para una convivencia, una sociedad o un grupo de trabajo sería, según la psicóloga Gabriela Aldana de Conde, conocerse y reconocerse como diferentes y a la vez complementarios. "La idea es evitar tener que pedir peras al olmo y tomar las riendas de nuestra vida a pesar de los cambios". Para ella, distinguir nuestro arquetipo actual nos ayuda a trazar el camino de acuerdo con nuestro potencial.

Siguiendo los arquetipos de Jung, el investigador Héctor Mauricio Serna-Gómez ha dirigido un trabajo en la Universidad de Caldas que nos ayuda a descubrir en cuál encajamos y qué significa eso en nuestra madurez y en nuestras relaciones. Están divididos en tres etapas vitales y ninguno de ellos es bueno o malo, sino que en todos está la grandeza de la diversidad humana. Con los siguientes arquetipos adquirimos las habilidades básicas para vivir en sociedad:

Empieza el viaje

1. El inocente

Corresponde a una persona honesta pero poco consciente de la realidad. Se dirige al mundo con confianza y optimismo, sin que se pueda esperar demasiado de él. A veces es capaz de validar puntos de vista contradictorios con su modo de pensar. Aunque su objetivo es ser feliz, su carácter le impide saber qué sucede realmente y esto podría resultar contraproducente tanto para él como para el resto. A veces es capaz de validar puntos de vista contradictorios con su modo de pensar. También se le conoce como místico, romántico o soñador.

2. El huérfano

Su afán es vivir en un mundo seguro y espera siempre un trato especial, lo que le lleva a sentirse traicionado, abandonado y engañado. Le gusta exhibir su vulnerabilidad y ataca incluso a las personas que tratan de ayudarle. Aunque trabaja bien en grupo, se desmoronan con facilidad y pierden la capacidad de funcionar.

En su deseo de ayudar y cuidar a los demás, el huérfano logra una gran red de apoyo y, aunque aprende de las experiencias negativas, a veces no maneja demasiado bien sus emociones y acaba despertando suspicacia. No solo puede perder su autoestima, sino que acaba bloqueando sus relaciones, cuando precisamente su mayor temor es ser dejado a un lado.

3. El guerrero

Intrépido, disciplinado y con altos estándares para transformar el mundo en un lugar mejor. Sin embargo, de repente puede ser el villano que usa el poder con tal de obtener una ganancia personal, sin que le importe demasiado la moral, la ética, el bien común o sus propios valores.

Defiende sus límites, comunica con claridad y ayuda a fijar metas y a ser disciplinados. Solo con el tiempo aprende a convertir su miedo en coraje y a reafirmarse como líder en busca de batallas en las que poder demostrar su valía. De joven sería, el inexperto Luke Skywalker, en 'Star Wars'. De viejo, Rick Blaine, en 'Casablanca'.

4. El bienhechor

Se sacrifican si es preciso para cuidar de otros y construir un mundo mejor. Compasivo, auténtico y entregado. ¿Lo peor? Que se manifiesta como el mártir sufriente y controlador de la conducta ajena hasta el punto de crear culpabilidad. Ayuda y rescata a los demás, pero lo hace de un modo compulsivo, pudiendo llegar a ser absorbente y manipulador. Buen ejemplo sería Pepito Grillo en 'Pinocho'.

La transformación: el nacimiento de un nuevo ‘yo’

5. El buscador

Rastrea posibilidades y renuncia si hace falta a su seguridad, pero no a su independencia. Necesita libertad para rastrear. Descubre quién es en la diferencia con respecto a los demás. Es perfeccionista y sus metas están a la altura de lo imposible, tal vez por eso nunca acaba de sentirse preparado para ejecutar la acción o comprometerse en el logro de algo. Su peor pesadilla es quedar atrapado y sentirse conformista, aunque el mayor riesgo es que su carácter excesivamente individualista le convierta en un inadaptado.

6. El amante

Al amar descubre quién es y expande su amor para disfrutar y respetar la diversidad de la vida. Son seductores, en ocasiones adictos al sexo y a las relaciones, trágicos si el enamorado se distancia e incapaces de decir que no cuando le arrebata la pasión. El amante conecta con el placer. Llama la atención en él su capacidad de disfrutar y de valorar a cada persona por su singularidad. Se siente atractivo física y emocionalmente. Un líder con este arquetipo sabe cómo generar compromiso en los demás y promueve un buen ambiente.

7. El destructor

Su acción deja una marca bien visible. Sin embargo, ese comportamiento le genera creatividad, empatía y compresión por los demás, al tiempo que le sirve para ganar fortaleza y mantenerse en esa identidad. Su mayor debilidad es su facilidad para cruzar el lado oscuro. En este arquetipo encajan las adicciones, compulsiones y acciones saboteadoras de la intimidad o del éxito. Vemos su perfil más siniestro en 'El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde'.

8. El creador

Después de una vida invertida en el proceso de descubrimiento personal, con la edad madura gana una identidad transformadora, plena y exitosa. Su peor faceta es la obsesión en ese gran abanico de posibilidades, muchas de ellas irrealizables. Suele ser adicto al trabajo mascullando siempre la idea de que siempre queda algo por hacer. Le acompaña el lema 'si lo puedes imaginar, lo puedes hacer'. Es el arquetipo más repetido en la etapa más productiva del artista, el inventor, el músico o el escritor.

La metamorfosis final

9. El gobernante

Promueve el autocontrol y la acción, dando testimonio con su ejemplo. Su mundo parte de que cada uno debe asumir la responsabilidad de su vida exterior o interior. Emite órdenes que son comprensivas hasta que se obceca por hacer las cosas a su manera y sacando su versión más tiránica y controladora a cualquier precio. El poder no solo lo es todo, sino lo único.

10. El mago

Es capaz de crear una nueva realidad y transformar la anterior con soluciones exitosas y muy válidas. Lo malo es que se achica a sí mismo o a los demás, reduciendo las opciones. En general, es carismático y hábil para encontrar soluciones. Steve Jobs fue el arquetipo de mago: apasionado, inagotable y visionario.

11. El sabio

Ha encontrado su libertad en una envidiable fusión de indiferencia, amor y alegría de vivir. Sin embargo, puede llegar a ser implacable, racional, estrambótico y demasiado enjuiciador. Es el que piensa, el consejero, pensador y planificador.

12. El bufón

Es libre porque se siente despreocupado y con ganas de disfrutar de cada momento. Comparte su alegría y sabe mostrarse ingenioso y divertido ante cualquier obstáculo intelectual o físico. Llevan cada instante a la plenitud. Puede también ser vago, lujurioso y sin ningún sentido de la dignidad o del respeto hacia sí mismo.

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