El duelo prohibido por la muerte de tu primer amor o tu mascota: cómo superar un dolor al que tu entorno resta importancia

  • El duelo prohibido existe, cuando el vínculo con el fallecido no está socialmente aceptado

  • Puede darse por multitud de pérdidas, desde la de una expareja o una mascota, hasta el fallecimiento por un suicidio

  • Ocultar ese duelo puede tener consecuencias por culpa de la falsa sensación de que todo está bien

El duelo tras una muerte nunca es igual. Ni por cómo lo siente cada persona, ni por quién es la pérdida. En la mayoría de ocasiones está permitido, bien visto o aceptado el que una persona se sienta triste tras el fallecimiento de un ser querido, pero hay ocasiones en las que ese sentimiento se esconde, el llamado duelo prohibido, también conocido como desautorizado o silente, que se produce cuando el vínculo con el fallecido no está socialmente reconocido e impide mostrar el dolor públicamente.

De la pérdida de una expareja a la de una mascota

Son múltiples las causas por las que se puede producir el duelo prohibido: por la pérdida de un amante, la de una expareja, la del primer amor, el de un familiar de edad avanzada, tras un aborto, en el día a día en el entorno sanitario o tras la muerte de un ser querido que se ha suicidado o tenía problemas con las drogas. Esto último Vanesa Vedia lo califica en la Revista Digital de Medicina Psicosomática y Psicoterapia de "muertes censuradas" porque los familiares y el entorno cercano "pueden sentir vergüenza y culpabilidad, por lo que evitan hablar de la muerte”.

En definitiva, según el experto en duelo de alta complejidad y profesor de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), Enric Soler, "hay tantos duelos prohibidos como estructuras de vínculos afectivos no reconocidas y legitimadas por la sociedad", hasta el punto que va más allá de amantes o exparejas, también llega a la pérdida de una mascota. En estos casos el experto indica que hay ocasiones en las que el dolor por su muerte en ciertos sectores o contextos sociales no está aceptado, como en aquellos a los que no les gustan los animales o no han tenido una mascota, siendo incapaces de "imaginar el dolor que se siente al perderla", explica.

Un duelo no aceptado socialmente

Montserrat Lacalle, profesora de la UOC, define el duelo desautorizado como "cuando la propia persona cree que su dolor no es pertinente, en un intento de racionalizarlo, o bien cuando su entorno no entiende ese sufrimiento porque, socialmente, no es lo que corresponde", como por ejemplo el caso de una expareja. En línea, Enric Soler habla del "proceso emocional de adaptación a una pérdida no reconocida socialmente. Implica que el sobreviviente se enfrenta a un duelo prohibido por su contexto social".

De tal manera, en estos casos es habitual no percibir el apoyo de las personas más cercanas porque en el caso de una expareja, si ahora la persona tiene una nueva, puede llegar a sentir culpabilidad porque aflore esa pena o tristeza, viendo como se dificulta el manejo de sus propias emociones. Por eso mismo el psicoterapeuta Guillermo Zurita expone en su blog que no se debe deslegitimar el motivo de duelo o la manera en la que se expresa, sino respetar el sentimiento de la persona.

Ocultarlo tiene consecuencias

Un duelo no se evita, aunque Soler explica que sí que se puede posponer o aplazar, pero que ahí queda. Ahora bien, advierte que no manifestar o sufrir un duelo tiene consecuencias, "la mayoría de demandas terapéuticas de todo tipo tienen su origen en un duelo no elaborado desde hace años o décadas", coincidiendo con Lacalle. Esta última anima no solo conectar con la pérdida, también sacar las emociones que se producen en cada momento. Si eso no ocurre, "es posible que pueda tener la falsa sensación de que está bien, y cuando en el futuro aparezca otra pérdida o cualquier otro tipo de acontecimiento emocionalmente traumático, se activará todo eso que no está resuelto", asegura.

"Permitirnos llorar"

Aún así, los expertos también hablan de que sigue habiendo un tabú social sobre la muerte, aún cuando es una pérdida cercana, por eso "debemos permitirnos llorar, estar tristes o manifestar los sentimientos", exponen. La sociedad, según Soler, se orienta cada vez más a la productividad y no a la pérdida, lo que lleva a que los funerales se hayan vuelto más cortos o las personas, aunque llueva, lleven gafas de sol para ocultar su tristeza y sus lágrimas.

En todo caso, Soler aconseja afrontar el duelo sin miedo, "mirando al dolor cara a cara, aceptándolo como propio de la pérdida, con la esperanza de que se convierta en una cicatriz que nos haga más maduros y entendiéndolo como algo saludable y sanador", comenta.