La mezcla de emociones cuando la vacuna llega tarde: el mensaje de Guillermo Fouce, huérfano por la covid

  • Guillermo Fouce perdió a sus padres entre marzo y abril por culpa de la pandemia de coronavirus. Él mismo estuvo ingresado por la covid y cuenta, ahora que llega la vacuna, los sentimientos encontrados que está experimentando

  • Miriam Yagüe, psicóloga: "Vivimos en una situación de trauma sostenido, de incertidumbre, lo que más daño nos está haciendo".

Para Guillermo Fouce, la vacuna contra el coronavirus ha llegado tarde. Entre marzo y abril perdió a sus padres, los dueños del balcón de las flores secas, la cicatriz visible de un barrio de Madrid asediado por la pandemia. El propio Guillermo padeció la enfermedad, tuvo que ser ingresado y trasladado a la UCI, donde llegó a estar intubado. Han pasado pocos meses y hoy Guillermo, psicólogo, presidente de Psicólogos sin Fronteras y vocal de la Junta de gobierno del Colegio de Psicología de Madrid, vive la el comienzo de la campaña de vacunación con sentimientos encontrados: "escepticismo por ver el resultado que da y el tiempo que inmuniza, pendiente de la letra pequeña, pero también con confianza y complicidad", afirma.

Para Fouce, la vacuna no significa el principio del fin. "Hay mucho vacío de información. He tenido esa sensación desde el principio. Estamos ante un virus del que se sabe muy poco, no sabemos cómo enfrentarnos a él. Lo único que sabemos es que ataca masivamente. Pensé que iba a haber tratamiento antes que vacuna, y ha sido al revés: aún no hay tratamiento y ya tenemos vacuna”, reflexiona en alto.

Pese a todas las incógnitas, para este superviviente la llegada de la vacuna es un hecho positivo. "Vivo este momento con prudencia y esperanza. Yo me recuperé. Confío plenamente en la ciencia y en los médicos. Hay que seguir las indicaciones que nos den. Los médicos me salvaron la vida. ¿Cómo no voy a confiar en ellos?".

Volver a celebrar la vida

Para cualquier ciudadano la Navidad de 2020 está siendo distinta. Para Fouce, quizá más: "está siendo una Navidad diferente, atípica, recordando a mis padres, pero también sacando la parte más positiva de la mejor manera posible".

Esa "mejor manera" es, para él, recuperar las ganas de vivir. "Volver a celebrar la vida. Siento que tengo la oportunidad de volver a la vida. Mis padres se han quedado ahí, pero los demás tenemos que seguir viviendo de la mejor manera. Por supuesto, hemos observado todas las medidas de aforo, distancia y seguridad porque sabemos lo que es el virus".

“Los médicos me salvaron la vida. ¿Cómo no voy a confiar en ellos?”.

La vacuna no ha supuesto ningún cambio en casa de Fouce, que avisa de un estado de relajación, la famosa 'fatiga pandémica', que puede ser contraproducente si lo unimos al negacionismo. "Sigue habiendo un movimiento negacionista muy peligroso. Yo soy la prueba de que este virus existe. Ante la vacuna hay que ser muy cauto. No sabemos cuánto tiempo inmuniza. No hay normalidad absoluta, la vacuna minimizará riesgos e impactos, pero debemos seguir siendo tremendamente prudentes. Aún estamos en situación de riesgo", asegura.

Solidaridad, el propósito del nuevo año

"He aprendido a vivir al día. Tengo la oportunidad de seguir adelante y si tuviera que hacer un propósito sería este. En 2020 llegó un virus inesperado que rompió con todo y nos hizo retomar la conciencia de que somos muy frágiles", señala Guillermo Fouce ante un año que él mismo califica de "horroroso" con alguna excepción: el movimiento de solidaridad que tuvo lugar principalmente en los primeros meses de la pandemia. "El confinamiento no es aislamiento, la solidaridad es el resorte que nos hace salir hacia delante. Vivimos en una sociedad muy individualista; de hecho, con todo el tema de la autoayuda hay un mensaje de que todo depende de la actitud de uno. En mi opinión, de esa forma desaprovechamos el principal recurso de resiliencia, el de ser solidarios, apoyando a los demás, compartiendo sensaciones con los otros. El apoyo social es muy importante. Hay que cambiar el lenguaje, quitándole toda la responsabilidad al sujeto”, concluye Guillermo Fouce.

Cambiar de un día para otro

"Las sociedades cambian en dos generaciones, con la pandemia hemos cambiado de un día para otro. Nos hemos quedado solos de un día para otro". Así resume Miriam Yagüe, psicóloga general sanitaria y psicoterapeuta, las consecuencias de esta crisis sanitaria que ofrece, además, una variante inesperada: la de quienes han perdido a los suyos sin poder despedirse. "Se encuentran en duelo por algo inesperado y externo. No es como otro tipo de enfermedades, donde, de alguna manera, puedes esperar que haya una muerte. En el caso del coronavirus no había conocimiento de nada. Y, de repente, de un día para otro, pierdes a un ser querido del que no te has podido despedir. El entierro o el funeral, por ejemplo, sirven para cerrar un proceso, algo que en muchos casos no ha podido ser", afirma esta profesional.

Muchos de estos afectados, como el propio Guillermo, no han podido vivir su duelo de manera terapéutica. El resultado, según Yagüe, es que "vivimos con un trauma sostenido en el tiempo más una sensación de incertidumbre, el elemento que más daño nos está haciendo".

Sentido de culpabilidad: los "¿y si…?"

El sentido de culpabilidad es otra sensación habitual. Así lo explica Miriam Yagüe: "¿y si hubiera protegido más a mis padres? ¿Y si hubiera llegado la vacuna antes?". Son preguntas normales, pero no podemos sentirnos culpables. Lo que ocurre con el coronavirus es lo más parecido a lo que ocurre con las catástrofes naturales, nadie es responsable. Sentir una parte de culpa también es habitual en el duelo. Pero si vemos que no podemos avanzar, que nos quedamos atrapados o anclados en ese tipo de pensamientos hay que consultar con un profesional".

La principal medida contra el coronavirus es no socializar, cuando la especie humana ha llegado hasta aquí porque somos seres sociales

Generar un clima de seguridad y confianza

En opinión de esta psicóloga, la pandemia es lo más parecido a vivir en un ambiente bélico. "El virus ha lanzado un ataque constante a nuestra supervivencia, a la de todos, porque afecta a todas las clases sociales. Hemos sufrido también un bombardeo de información que ha generado incertidumbre y desconfianza. Queremos volver a la normalidad, pero esa normalidad no es la que conocíamos. Tenemos que adaptarnos a lo que venga, cuanto antes nos adaptemos, antes superaremos esta crisis y para eso necesitamos vivir en un clima de seguridad y confianza", señala Yagüe.

¿Puede contribuir la vacuna a generar ese clima? "La vacuna no es la panacea. Entiendo que haya dudas: ha habido mucha información, no siempre coherente o bien explicada. Tampoco la hemos recibido bien, tenemos sentimientos de rabia, de impotencia, de pérdida… Y la principal medida de protección sigue siendo no socializar, cuando la especie humana ha llegado hasta aquí precisamente por ser seres sociales. Es una contradicción enorme", explica la psicóloga.

No negar las emociones, primera recomendación

La mayoría de los psicólogos advierten de que cada persona necesita sus propias pautas en cualquier caso de duelo; más aún cuando la pérdida se ha producido de una manera tan traumática. Sin embargo, sí hay recomendaciones generales que pueden ayudarnos. Estas son las más eficaces, según Miriam Yagüe.

  • No negar la emoción. "Negarle a alguien un sentimiento le frustra y le hace sentir culpable". La empatía es el primer 'mandamiento' en una situación de pérdida.
  • Acompañar. Es el siguiente paso. "Acompañarle, hacerle saber que sabes lo mal que lo está pasando es de gran ayuda e impide que los sentimientos se enquisten y hagan daño".
  • Adaptarnos. "Es lo más difícil: decirle a alguien que ha perdido a su padre o a su madre que se adapte y que siga viviendo", explica Yagüe. Sin embargo, la adaptación hará que superemos cualquier crisis de la mejor forma posible.
  • Construir el futuro. "¿Desde dónde queremos construir la vida que viene?" pregunta esta psicóloga. Aun sin algunos de nuestros seres queridos, esta crisis va a obligarnos a crearnos un nuevo entorno. Intentemos que sea el mejor.
  • Cuidar y cuidarnos emocionalmente. No podemos abrazarnos, pero sí podemos cuidarnos, interesarnos por los otros y protegernos. ¿Cómo? Verbalizando nuestros sentimientos y haciéndolos explícitos.
  • Hacer que las relaciones sean más significativas. El objetivo es escuchar de manera activa y hacer que nuestro vínculo con las otras personas sea más profundo y duradero.
  • Acudir a ayuda profesional. "Pedir ayuda puede no ser fácil, pero hay que hacerlo. O ayudar a hacerlo cuando no se pueda hacer la vida normal o se está anclado en el pasado".