"Ese no soy yo": ¿por qué odias tu voz cuando la escuchas grabada?

  • Ver un vídeo de las vacaciones y que al oírte no te guste tu voz es algo de lo más habitual, ¿por qué ocurre?

  • Que nos resulte desagradable escucharnos en un audio se debe a varios factores, desde fisiológicos hasta psicológicos

  • Principalmente se debe a que la voz hablada y escuchada no llega de la misma forma a nuestro cerebro

Estas hablando con alguien por WhatsApp y para no tener que escribir una parrafada decides enviar un audio como resumen. Más fácil para ti, y más cómodo para la otra persona, más ahora que se puede aumentar la velocidad de reproducción. Pero en más de una ocasión le damos al play a nuestro propio audio para revisar qué hemos dicho y si se nos queda algo en tintero o vemos un vídeo en el que salimos junto a otros amigos y, justo al oír nuestra voz, hacemos una mueca. No nos gusta o incluso somos incapaces de reconocerla y decimos eso de "¿de verdad hablo así?".

Pero, ¿por qué nos pasa eso? ¿Por qué rechazamos nuestra propia voz cuando la oímos en un audio o vídeo? Neel Bhatt es otorrinolaringólogo y cirujano especializado en tratamientos para pacientes con problemas de voz, además de profesor en la Universidad de Washington, y ha hablado de este tema en un artículo en The Conversation. Según explica, graba a sus pacientes para detectar los cambios que se generan en sus voces entre una cita a otra para ver si realmente están consiguiendo mejoras.

Desde su punto de vista, le ha resultado curioso cómo muchos de sus pacientes se sienten incómodos al escuchar su propia voz, tanto, que algunos de ellos no quieren escucharse ni siquiera para repasar o detectar los cambios que se han logrado.

Hablada y escuchada, dos viajes distintos

De esta manera, tanto este experto como otros señala que percibimos nuestra voz diferente cuando hablamos y cuando la escuchamos por medio de un dispositivo porque llega de forma diferente a nuestro cerebro. Por una parte, cuando hablamos, el sonido de nuestra voz llega hasta el oído interno por vía aérea y ósea por los huesos del cráneo, mientras que cuando nos escuchamos por un audio el sonido llega por medio de la conducción aérea por la que la energía hace vibrar el tímpano y los huesos pequeños del oído transmitiendo el sonido a la cóclea, el órgano sensorial que se conecta con los nervios que llevan la información auditiva hasta el cerebro.

Así, nuestra voz hablada la percibimos más profunda, armoniosa y grave. En cambio, cuando nos oímos por medio de un audio o vídeo la voz puede sonar más fina y en un tono más agudo, lo que hace que nos extrañe y soltemos eso de que "esa no es mi voz", pues perdemos la vía ósea que verdaderamente solo escuchamos nosotros.

La voz hablada coinciden muchos expertos en llamarla la voz interna porque viaja hasta los oídos, como decíamos, por vía ósea. Una voz que, desde que somos pequeños, según la foniatra Marta Pinillos, que nos dio las claves para convertir la voz en la mejor herramienta profesional, "estamos acostumbrados desde que somos bebés a oírla desde dentro" y, el problema que ve, es que al no reconocernos, directamente huimos, como si no fuese nuestra voz, como si fuese desconocida.

El filtro neurológico

Además de estos motivos fisiológicos, la experta en voz Rebecca Kleinberger establece que existe un filtro neurológico al apuntar que cuando abrimos la boca para hablar, nuestra corteza auditiva se apaga. "Oímos nuestra voz pero el cerebro nunca escucha el sonido de nuestra voz", contó en una conferencia, señalando y justificando también que "evolutivamente tiene sentido porque sabemos cognitivamente cómo vamos a sonar, por lo que no necesitamos gastar energía en analizar la señal".

La parte psicológica

Y por supuesto, hay parte psicológica. En un estudio de 2013 se pidió a los participantes que calificasen unas voces en función de su atractivo sin saber que entre ellas estaban las de ellos mismos. Al puntuar, preferían sus voces grabadas frente a las de otros, pero al hacerlo al revés, conociendo que entre las voces estaría la de ellos, los resultados se invirtieron y no fueron tan positivos.