Quinquis, rejas y leyenda: la intrahistoria del mítico concierto de Los Chichos en la cárcel de Ocaña

Juan Antonio Jiménez Muñoz, Jeros, y los hermanos Emilio y Julio González Gabarre fueron Los Chichos, un trío gitano que desde Vallecas puso banda sonora a la Transición en su vertiente más popular, con 22 millones de copias despachadas mayoritariamente en las gasolineras y sin necesidad de sonar en las radios comerciales. El crítico musical José Manuel Gómez Gufi nos cuenta en el vídeo de esta semana de 'Salseo Quinqui' la intrahistoria de su mítico concierto en el penal de Ocaña (Toledo) en 1985.

Curiosamente, Los Chichos apenas aparecen en el cine quinqui, y cuando finalmente aparecen lo hacen en la que probablemente sea la peor película del género, 'Yo, el Vaquilla', la cinta que José Antonio de la Loma rodó a mediados de los 80 a mayor gloria de Juan José Moreno Cuenca, pero lejísimos del nervio de 'Perros callejeros'.

Fue el propio Vaquilla quien quiso a Los Chichos expresamente para la banda sonora de la película. La leyenda cuenta que el célebre delincuente jamás robaba coches que tuvieran un casete del trío rumbero. A raíz de su colaboración en la cinta de De la Loma iniciaron una serie de contactos con el entonces reo de los que surgió una gran amistad. Quizás de ahí también salió la idea de dar un concierto para presentar el disco ante los presos de la cárcel de Ocaña, entre los que se contaba Juan José Moreno, en aquel momento toda una celebridad dentro de la cárcel.

Un ambiente frío y desapacible

El recital tuvo lugar a mediados de noviembre de 1985 en un ambiente frío y desapacible, como recuerda el propio Gufi, testigo de excepción de un evento que recuerda como bastante surrealista, desde el mismo momento en que el alcaide del penal hizo la presentación dándole las gracias por estar allí a un público formado sobre todo por presidiarios.

Jeros y los hermanos Gabarre, más sobrios y moderados en su vestimenta que de costumbre, arrancaron rindiéndole tributo al Vaquilla interpretando la canción que le habían dedicado. Célebre es la anécdota que cuenta que cuando el público animado empezó a pedir otra, Jeros le preguntó al respetable qué querían. Y todos los reos al unísono respondieron "¡Cocaína!".

Negociando rebajas de condenas

También queda para el recuerdo la petición de Emilio al alcaide de rebajar la pena a uno de los presos, conocido de unos conocidos, que "no había hecho nada". El funcionario comprobó en el expediente que el tipo en cuestión había atracado una iglesia y asesinado al párroco, pero como se lo pedía un Chicho, accedió y le redujo la pena de 60 a 58 años de cárcel.

Los Chichos tocaron gratis en veinte prisiones españolas. Incluso pidieron a Phillips que enviara a los presidios mil radiocasetes para que les pudiesen escuchar los presos, que en la cárcel no tenían acceso a su música. Por detalles como ese se convirtieron en auténticos héroes de la clase obrera.