Cristina López Barrio: "Las Misiones Pedagógicas llevaban al campo alimento para el espíritu"

La novela ganadora del último Premio Azorín 2024, dotado con 45.000 euros, relata el viaje interior de Cati, una joven cuya vida transcurre con cierta superficialidad en el Madrid de los años 30. Su vida cambia, sin embargo, cuando una tragedia la impulsa a embarcarse en las Misiones Pedagógicas, ese intento republicano por llevar el conocimiento de la ciudad al campo... y por recuperar la cultura profunda de una España olvidada.

En nuestro país la Guerra Civil es un género en sí mismo. ¿Qué te llevó a ubicar tu historia en los años previos al desastre?

Fue algo con lo que me encontré. Estaba buscando información sobre un poeta que me gusta mucho, Luis Cernuda, y encontré en Internet un video en el que hablaba de su paso por las Misiones Pedagógicas. A partir de ahí empecé a indagar sobre ellas. Descubrí este proyecto que se había llevado a cabo entre los años 31 y 36 en España y me fascinó cuando vi unas fotografías que mostraban a la gente de campo que, por primera vez, veía el cine.

¿Pensaste de inmediato en la historia de Cati?

Pensé que quería escribir una novela en la que se narrara la historia de esas personas, la fascinación, como digo, del descubrimiento del cine, de cómo llevan la cultura a los pueblos a principios de los años 30. Ese fue realmente el punto de partida, digamos, de cómo las Misiones Pedagógicas se cruzaron de repente en mi camino.

Las Misiones Pedagógicas fueron uno de esos grandes intentos truncados de la Segunda República. ¿Qué lograron y qué quedó roto en el camino?

Las Misiones Pedagógicas es un proyecto que ya a finales del siglo XIX Giner de los Ríos y Cossío lo tenían en mente, aunque cristaliza en el año 31, en la Segunda República. Es un proyecto que intentaba llevar la cultura de las ciudades a estos pueblos olvidados, aldeas recónditas; pero, al mismo, tiempo era una misión de ida y vuelta. Es decir, pretendían, querían o anhelaban que también la gente de la ciudad que iba a las misiones (entre ellos fueron muchos intelectuales y artistas), conocieran las tradiciones y el folklore, las raíces de España y, al mismo tiempo, que esta gente de campo descubriera, digamos, el ocio de la ciudad, el cine, la música a través de los gramófonos…

¿Eran entonces un intercambio cultural'?

La idea que tenían era de compartir. Está, por ejemplo, el testimonio de Alejandro Casona, el director del Teatro del Pueblo, que dice que si algo aprendió del teatro y del pueblo fue en las misiones. Y aunque no tenemos testimonios sobre la huella que dejaron las misiones en la gente de campo, sí se ha hablado de su utilidad, el propio Cossío (el presidente del Patronato de las Misiones Pedagógicas) lo consideraba como algo milagroso que existiesen porque no tenían una utilidad inmediata, eran fines en sí mismos, se trataba de llevar la diversión, el ocio, como alimento para el espíritu.  

El viaje personal de Cati es también el viaje de descubrimiento de esa España olvidada… En muchos sentidos esas ‘dos Españas’ han existido siempre. ¿Cree que es así todavía?

La novela tiene dos escenarios que forman parte de la propia trama. El contraste del mundo de la ciudad, del que viene Cati, con el mundo del campo de una España de principios de los años 30 en el que había un aislamiento del mundo rural. Precisamente éste es uno de los principales motivos por las que surgen las Misiones Pedagógicas, para tratar de paliar ese aislamiento, este abismo que había entre el mundo del campo y el mundo de la ciudad. Yo creo que hoy en día el aislamiento del campo ha cambiado por nuestro propio mundo moderno, sobre todo por la llegada de las nuevas tecnologías. El abismo que había al principio de los años 30 tiene poco que ver, yo creo, con la España actual porque es difícil el lugar donde no ha llegado la tecnología, sobre todo la televisión. Estos medios hacen que el aislamiento que había en esa época ya no sea posible, afortunadamente también.

¿Es ‘La tierra bajo tus pies’ una ‘novela de amor’?

Es una novela que relata una gran historia de amor entre una mujer cultivada y un hombre de campo en el marco de una de las muchas Misiones Pedagógicas que se llevaron a cabo en España en el año 1935, pero no una novela 'de amor'. Relata esta historia entre dos personas separadas por un abismo tanto cultural, como económico, como social.

¿La casa de los Salazar es como una ‘casa de Bernarda Alba’ en la que cada uno de sus habitantes cumple un rol determinado? ¿Qué representan personajes como Paciana, Fabián o Jeremías?

La casa de los Salazar donde se instala Cati, representa una familia del campo de principios de los años 30, como podía ser cualquiera de ellas, una familia que vivía mirando al cielo, cuya vida se basaba en cómo fueran las cosechas. También narra una historia de venganzas, de odios, de rencillas entre las familias que ocurrían en la España rural. El personaje de Paciana representa a la mujer de campo curtida por toda una serie de desgracias como son las malas cosechas, los problemas económicos, la pérdida de muchos hijos por la mortalidad infantil que había, la propia supervivencia…

El personaje de Jeremías representa el personaje que está más fuera de la sociedad, no solo de la ciudad sino también del propio mundo rural. Hace el rol del salvaje, se cría en la naturaleza y su hermana Paciana quiere mantenerlo fuera del mundo de los hombres para que nada pueda dañarle. El niño representa el descubrimiento, la inocencia, todo visto desde los ojos de un crío que tienen el asombro de ver las cosas por primera vez y de descubrir la vida. Al mismo tiempo refleja cómo por nacer de esa familia hereda, como los apellidos, esta historia de odio y de venganza.

Aunque Cati es una mujer de su tiempo ¿su actitud ante la vida adelanta algunas de las luchas del feminismo que estaban por llegar? ¿Se inscribe dentro de esa línea de ‘mujeres a contracorriente’ que recorre su obra?

En esa época yo creo que no se considera una mujer a contracorriente, formaba parte de todo ese grupo de mujeres que empezaron a abrir caminos a la mujer, de sacar a la mujer de ese mundo doméstico, incorporarla a la vida pública. El personaje de Cati está basado en Victorina Durán, que era una figurinista y escenógrafa cuya vida me pareció muy interesante para inspirarme, formaba parte de todo este grupo de mujeres, como Elena Fortune, Clara Campoamor, que empezaron a abrir camino, a luchar por la incorporación de la mujer a la vida pública y, como tal, feministas, claro.