La propuesta es sugerente, exótica, atractiva y, si uno quiere, la envuelve de misterio. Son restaurantes y bares clandestinos en Madrid que en Uppers hemos visitado. No han abierto sus puertas a pie de calle ni se anuncian con luces de neón. Todo lo contrario. Alguien te los tiene que haber recomendado, hacerte un croquis de cómo acceder al local y desvelarte el secreto para descubrir la contraseña exigida para entrar.
Algunos de estos establecimientos imitan aquellos lugares prohibidos que surgieron ante la conocida como la Ley Seca, con sus pequeñas mesas de mármol negro y sus sillones chester tapizados en terciopelo de rojo chillón. En 1919 el movimiento por la templanza logró que en Estados Unidos se prohibiera tanto la fabricación, como la venta o el transporte de bebidas alcohólicas, una época que nos ha llegado con míticas películas y que gusta rememorar. Otros locales presumen de su decoración o permiten que el público descargue el estrés de la semana rodeándose de una extensa colección de libros atesorada durante años.
Lo cierto es que estos restaurantes y bares clandestinos en Madrid sorprenden y una vez dentro es fácil dejarse llevar por la imaginación, con redada de la policía secreta incluida, mientras se degustan exquisitos platos, la más golosa de todas las tartas o un Aperol spritz, el cóctel italiano de moda en todo el país. Antes de tomar asiento, tras seguir a un camarero impecablemente vestido, se han sorteado varios obstáculos: entrar en el baño de chicos de un bar normal, abrir la puerta verde con el cartel de “solo personal autorizado”, atravesar el pasillo, subir dos tramos de escaleras y descorrer unas gruesas cortinas…
Es evidente que no va a ver una redada policial porque es todo fachada. Sin embargo, la experiencia es distinta y muy divertida. Cada local propone cenar tranquilamente, escuchar música en directo, espectáculos de diversa índole, hipnotismo o liberarse sacando la voz que uno lleva dentro por culpa del karaoke.
En Bad Company 1920, en la calle de Miguel Moya número 8 del barrio madrileño de Malasaña, han eliminado la posibilidad de reservar durante este noviembre porque le quieren dar un punto de espontaneidad al lugar. Lo único de lo que hay que estar seguro es de la contraseña que se exige para entrar, válida durante unos días, y que publican en su cuenta de Instagram.
Tras desvelar la frase secreta, en estas fechas era “Al Capone me debe 30 dólares”, se accede a un bonito salón con sillones de terciopelo verde y una de esas barras de película. Detrás, maestros en el arte de la coctelería demuestran todo su saber mezclando sabores y aromas para un público que se deja sorprender. Una de las propuestas es su Máquina de Escribir, una mix de rones, un cordial de brownie casero con clara de huevo que sirven sobre una pequeña máquina de escribir.
Punch Room se encuentra en el interior del Edition Hotel en la Plaza De Celenque número 2. Hacen cócteles pero lo más solicitado son los ponches que evocan esos tiempos pasados en los que la diversión estaba en la clandestinidad. El espacio es puro diseño sofisticado, cómodo y elegante donde destaca el panelado de roble oscuro, la chimenea de basalto, una barra de cobre cepillado y un espejo pulido de bronce. Como asiento se puede optar por un sillón con pelo de poni gris.
Cuentan en Calle 365, en un callejón secreto de Echegaray 18 de la capital, que todo comenzó con una historia de amor. Hacia 1880, Margarita y Guillermo abrieron una botillería para vender bebidas a los viajeros pero Guillermo se marchó para no volver. Margarita se quedó sola en el negocio hasta que un amigo de su amado le descubrió que fue de él.
No queda más remedio que visitar el lugar para desvelar el misterio, que en nada se parece a una botillería del siglo XIX, porque es una invasión de color en toda regla de referencias hindúes y mexicanas. Se pueden tomar tacos, copas, raciones rápidas y hamburguesas y sobre todo bailar hasta el cierre. Desde su cuenta de Instagram animan a acudir a la fiesta de Halloween y participar en el concurso de disfraces.
Atravesando un local repleto de flores en la calle Santo Tomé 8 de Madrid, se entra en Jack’s Library, un lugar con sillones de cuero, donde se respira el papel de los libros y todo está envuelto en la tenue y discreta iluminación de pequeñas lámparas de mesa. En el interior se mantiene el secreto porque no se permite hacer fotografías.
Se trata de una coctelería cuyo fundador, Murray MacDonald, es un escocés con mucha experiencia preparando combinados en la capital y que ya tiene otra coctelería contigua, llamada Ficus, que es de inspiración africana. El abuelo de Murray fue el escritor que atesoró la colección de libros antiguos que cubre las paredes del Jack’s Library.
En Lady Bongo, calle de Serrano 1, quieren que el público saque el artista que lleva dentro y se anime a cantar en el bar secreto, que se asemeja al fondo marino y que cuenta con un karaoke. Este espacio tan sorprendente se está en la planta inferior de un gran restaurante decorado con plantas, peces y máscaras polinesias de espíritu hawaiano. Se denominan un tiki raw bar por su carta basada en la cocina cruda y la japonesa: ostras, nigiris, rolls, cebiches, tiraditos, pokes y ensaladas.
En la calle San Roque 14 de Malasaña está Estupenda Café Bar, que es el antiguo Coconut Bar, renovado totalmente y del que dicen que es el bar oficial de la serie Twin Peaks. En la planta superior se puede pedir a la carta comida típica americana con tartas caseras, perritos calientes, batidos o cócteles. La planta inferior es para charlar, escuchar música y bailar al ritmo que mandan las sesiones de DJ’s, sentarse a ver una película o asistir a un monólogo.
Medium Club quiere ir más allá con una propuesta que deja las mentes al descubierto. Está en la madrileña calle del Pez número 18 y mezcla la decoración art decó con los aires victorianos. El coctelero Hugo Boscovich se ocupa de amenizar las sesiones del mentalista Pablo Raijenstein. También hay hipnosis, tarot psicológico y lecturas de carta astral.
Dentro del Hotel NH Madrid Suecia, detrás del Círculo de Bellas Artes, permanece escondido el Hemingway Cocktail Bar en la calle del Marqués de Casa Riera 4. Se trata de una bonita coctelería que rinde culto al célebre escritor estadounidense, porque se hospedó en este hotel antes de volver definitivamente a su país. Acceder a su interior no es tarea fácil, primero hay que bajar las escaleras de la primera planta del NH, entrar al baño unisex y abrir la puerta lateral.
En PlayBack también hay un karaoke. Está en la parte de atrás de una estilosa boutique de diseño, en la calle Piamonte número 12, consta de ocho salas privadas insonorizadas, decoradas con temáticas diferentes y originales de leopardo, dorados, purpurina y terciopelo. Se sirven cócteles de autor y la carta fusiona la cocina de todo el planeta porque propone de primer plato tacos al pastor o de segundo un ceviche de pulpo.
El local de Medias Puri se encuentra en los bajos del Teatro Nuevo Apolo, en la calle Tirso de Molina 1, una revolución en toda regla de la noche madrileña. Este club clandestino abre solo entre las 12 de la noche y las seis de la mañana los viernes y los sábado. Previo pago de una entrada los asistentes pueden disfrutar de tres salas completamente distintas a lo habitual con shows en directo, los mejores DJ's, sorpresas y fiestas de lo más coloridas y estrambóticas.