Trajano, el primer emperador hispano que conquistó el mundo y luchó contra la corrupción

Marco Ulpio Trajano, el emperador romano cuyo reinado transformó el Imperio Romano en una potencia sin precedentes, nació el 18 de septiembre del año 53 en la ciudad de Itálica, en la provincia de Hispania Bética, actual Andalucía, España. Su ascenso al poder en el año 98 marcó el inicio de una era de expansión y prosperidad para Roma, consolidando su legado como uno de los "Cinco Buenos Emperadores" y siendo proclamado Optimus Princeps por el Senado.

¿Quién fue Trajano?

Trajano fue un líder militar excepcional, cuyas campañas expandieron las fronteras del Imperio Romano hasta su máxima extensión. Sus conquistas incluyen la anexión de Dacia, tras dos conflictos decisivos en 101 y 105, lo que no solo trajo riqueza en forma de botín de guerra, sino que también aseguró la paz y estabilidad en las fronteras del Danubio. Las campañas dácicas se encuentran entre sus logros militares más notables, y sus detalles quedaron para siempre inmortalizados en la famosa Columna de Trajano en Roma, que celebra su victoria y ofrece una rica fuente histórica sobre la vida militar y social del Imperio.

De esta manera, Trajano fue considerado como un gran gobernante; pero también tenía sus defectos, como el hecho de que era alcohólico. Sin embargo sin defectos quedaban pequeños en comparación con sus virtudes, y era un emperador que predicaba con el ejemplo, fue tolerante con las creencias religiosas y resultó implacable contra la corrupción, imponiendo penas a los corruptos, a los que les exigía devolver el dinero malversado, para después exiliarlos directamente a las fronteras del Imperio, donde pasarían el resto de sus días.

Su política interna se caracterizó por un enfoque humanitario y de desarrollo de infraestructuras, incluyendo la implementación de la Ley de Los Alimenta, un programa de bienestar social destinado a ayudar a los niños pobres y huérfanos del imperio Romano. Bajo su gobierno, Roma vio la construcción de nuevos puentes, acueductos, y baños públicos, así como la renovación del puerto de Ostia, crucial para el comercio, pero también para el abastecimiento de la capital imperial. Estas iniciativas reflejaron su deseo de mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos, además de fortalecer la estructura económica y social del Imperio.

Por si sus logros militares y políticos no fueran suficientes, también resulta que Trajano es recordado por su amplio programa de construcción, siendo considerado un gran mecenas, que incluyó el impresionante Foro de Trajano, diseñado por el arquitecto Apolodoro de Damasco. Este complejo, financiado con las riquezas obtenidas de las conquistas en Dacia citadas anteriormente, no solo servía como un centro político y social, sino que también albergaba la Basílica Ulpia, uno de los mayores espacios públicos cubiertos de la Antigua Roma. El Mercado de Trajano, que es una parte importante de este complejo, es considerado uno de los primeros centros comerciales del mundo, mostrando el ingenio arquitectónico romano y el florecimiento económico de la era trajana.

La gestión del imperio bajo el mandato de Trajano fue ejemplar en su equilibrio entre conquista y benevolencia, poder absoluto y respeto por el Senado, reflejando un liderazgo que valoraba tanto el éxito militar como el bienestar de su pueblo. Su muerte en 117 marcó el fin de una era dorada para Roma, pero su legado continuó influyendo a las generaciones futuras, siendo venerado como un modelo de gobernante justo y capaz. Su sucesor fue Adriano, como único familiar varón directo del emperador, aunque en la época hubo rumores de que en realidad no era de su estirpe como tal.

Trajano no solo fue un constructor de imperios en el sentido literal, expandiendo las fronteras de Roma, sino también en el figurado, construyendo una sociedad más estructurada, próspera y justa. A lo largo de los siglos posteriores  tanto el imperio romano, como el bizantino, con la ascensión de nuevos emperadores el senado expresaba “Felicior Augusto, melior Traiano”.

Es decir, "que sea más afortunado que Augusto y mejor que Trajano" como demostración del aprecio y consideración que se tuvo en su momento a esta prominente figura de la historia romana. A través de sus monumentos, leyes y conquistas, Trajano dejó una huella imborrable en la historia romana, siendo recordado no solo como un gran conquistador, sino también como un reformador y benefactor de su pueblo.