El Kontakthof de la gran Pina Bausch: la coreografía para mayores de 65 que no son bailarines

  • La obra de la coreógrafa alemana Pina Bausch sigue más presente que nunca

  • En 1999 hizo una versión de su Kontakthof con hombres y mujeres mayores de 65 años sin experiencia como bailarines

La coreógrafa alemana Pina Bausch falleció en 2009. Sin embargo, su obra sigue presente por la gran personalidad que puso en ellas y con las logró llegar al público de todo el mundo, tanto en Japón, como en Latinoamérica o Europa, lo que ha hecho que su influencia en la danza y el teatro siga presente en la actualidad. Tanto que la directora Isabel Coixet la recordaba en su cuenta de Instagram con unos segundos de Kontakthof, la coreografía para mayores de 65 que no son bailarines.

Kontakthof

Kontakthof fue una pieza estrenada en 1978 que en 1999 Pina Bausch estrenó de una manera totalmente diferente, con hombres y mujeres mayores de 65 años que no tenían experiencia previa en baile, porque lo importante era que se movieran, no cómo se movían, y que fueron reclutados a través de anuncios en los periódicos. Una vuelta de tuerca a su idea inicial en la que dejar de lado lo profesional para dar protagonismo a lo auténtico.

La obra se ambientaba en un enclave que era una mezcla de sala de baile y casa de citas. Ellas con traje de fiesta de colores llamativos, y ellos con traje oscuro para dar rienda suelta a los rituales de cortejo entre ambos y representando la contradicción entre el fervor sexual y un decoro encorsetado. No obstante, no es la única versión que creó de Kontakthof, también estrenó una con jóvenes de entre 14 y 18 años en otoño de 2008, unos meses antes del fallecimiento de la artista.

Aunque parece improvisado no era así. Bausch dejaba libertad creativa a sus bailarines para encontrar una secuencia de danza y ella iba haciendo diferentes cambios hasta ver si sus propuestas tenían cabida en la obra.

Una vida dedicada al baile

Pina Bausch nació en plena Segunda Guerra Mundial en Alemania, en 1940. Un año después de nacer, el barrio en el que vivía en Solingen fue destruido por las bombas. Pese a su timidez, de niña comenzó a acudir a ballet, donde empezó participando con papeles menores hasta que, sin darse cuenta, estaba completamente sumergida en el mundo del teatro, donde acabaría de coreógrafa.

A lo largo de su vida tuvo dos grandes amores, Rolk Borzik, pintor y escenógrafo, y Ronald Kay, poeta chileno, con el que tuvo su único hijo, Salomon, con quien tuvo una relación algo conflictiva a lo largo de los años que compartieron.