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Después de más de una década, Santiago de Compostela se enfrente al año Xacobeo 2021 y dado a las restricciones que la festividad tendrá, el artista urbano gallego Mon Devane y Estrella Galicia se han unido para homenajear a siete personas que tienen mucho que ver con el Camino de Santiago, su historia y su tradición. De esta forma, se reconoce a estas personas, llamadas "Las Estrellas del Camino", que representan el valor humano de toda la gente que vive en el Camino de Santiago y que nunca duda en ayudar a los peregrinos de la forma que sea.
El primero de los murales pintados por Mon Devane está dedicado a Xermán Arias en la localidad de Triacastela. Su pasión por la música desde pequeño le llevó a estudiar como aprendiz de luthier en el Taller de Instrumentos Musicales de la Diputación de Lugo hasta que en 1993 consiguió montar su propio taller, lo que no le ató para viajar frecuentemente a Francia para seguir aprendiendo sobre la fabricación y reparación de instrumentos de la mano de Christian Rault. Desde entonces, se ha asentado en Sarria, donde ha desarrollado su carrera profesional. El Camino y conocer a tanta gente ha hecho que se dé cuenta de que "todos somos seres humanos y mucho más parecidos de lo que creemos".
El segundo homenajeado es Mario Mato, natural de Portomarín, aunque su obra se encuentra en Sarria. Desde pequeño sintió una atracción y pasión por la naturaleza que se acrecentó cuando sus padres compraron unos terrenos. Su primera gran idea fue una granja escuela, pero pronto se dio cuenta de que lo que quería era destinar su proyecto al turismo rural. Ahora continua investigando sobre las energías renovables para lograr un entorno responsable con el medio ambiente. El Camino para él lo es todo, una oportunidad que le brinda poder conocer gente de fuera y su cultura sin tener que salir de casa.
La siguiente parada se encuentra en Portomarín, donde está el mural de Xosé Luís Carreira, que de joven emigró a las Islas Canarias pero que no tardó en volver para montar Arqueixal, un medio rural sostenible tanto en la parte ambiental como la social y económica. En una época en la que los gallegos emigraban, él decidió apostar por lo que había que hacer allí, una granja, una quesería artesanal y después el agroturismo. Él se encarga de organizar talleres para los peregrinos que vengan con un ritmo más pausado del que se acostumbra a ver para que puedan conocer cómo era el modo de vida de la zona o incluso hacer su propio queso.
Por su parte, el mural de Isidro Pardo se encuentra en Melide. Hasta que se jubiló en 2001, Pardo fue subjefe de la Central Hidroeléctrica de Portodemouros, aunque su afición más destacada está en las abejas, hasta el punto de ligar su vida a la apicultura. Las flores y las plantas que hay en el Camino son importantes porque están ahí gracias a las abejas, y para él es clave lo bien que se cuida el entorno, sin pesticidas, porque favorece y beneficia a las abejas, y por tanto también a la naturaleza.
El mural de Antón Pombo se encuentra en Arzúa. Desde la primera vez que hizo el Camino de Santiago en 1984 se enamoró profundamente de él y desde entonces ha estado ligado a su historia, la investigación y hasta es el autor de las guías Anaya del peregrino, todo ello sin dejar de recorrer todos y cada uno de los senderos que componen el Camino, luchando por la recuperación de rutas y la tradición de la peregrinación.
Maruja Varela es la protagonista del mural de O Pino, una mujer que ha dedicado prácticamente toda su vida a la pastelería y a endulzar el día a día de los demás. Una repostería que siguen haciendo de forma artesanal, a mano. También recuerda como con el tiempo ha aumentado el flujo de peregrinos que sin duda, le da vida a todos los pueblos que forman parte del Camino.
Del último mural poco conocemos, pues está en proceso, aunque aparecerá en Santiago de Compostela con Laurie Dennett como protagonista. ¿Una canadiense? Sí, allá por 1986 hizo el Camino por primera vez, además de otras peregrinaciones como la de Londres a Roma. Desde 2010 vive en O Cebreiro y en el jardín de su casa construyó una réplica del laberinto de la Catedral de Chartres, siendo el primer quiet garden