Los cuatro supervivientes de los Andes que se convirtieron en empresarios de éxito

El 13 de octubre de 1972, el vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya, que transportaba al equipo de rugby Old Christians Club a Chile, se estrelló en la cordillera de los Andes. De los 45 pasajeros solo 29 sobrevivieron al impacto. Quedaron atrapados, a merced de la naturaleza y rodeados de nieve, lo que los llevó a hacer cosas impensables para sobrevivir.

Unos murieron a causa del accidente y otros durante los más de dos meses que transcurrieron hasta los rescataron. Solo 16 personas fueron capaces de sobrevivir al infierno. Vieron morir a sus familiares y amigos, y tuvieron que hacer lo impensable para seguir con vida: comer la carne de los compañeros fallecidos. 

72 días después, cuando llegó el rescate, esas 16 personas recomenzaron sus nuevas vidas. Sus historias tras el accidente en la cordillera no fueron sencillas, pero todos siguieron adelante, intentando recomponer sus vidas, como buenamente pudieron después de semejante acontecimiento. Fernando Parrado, Javier Methol, Gustavo Zerbino y Pedro Algorta son cuatro de los 16 supervivientes que se convirtieron en empresarios de éxito. 

Fernando "Nando" Parrado

En el momento del fatídico accidente Fernando era un estudiante universitario y tenía 22 años. Durante los primeros 4 días estuvo inconsciente y sus compañeros al principio lo dieron por muerto. Cuando despertó se enfrentó a la realidad de la tragedia: le dijeron que su madre y dos amigos íntimos habían fallecido, mientras su hermana estaba gravemente herida y moriría en sus brazos pocos días después. El superviviente se obsesionó entonces con salir de allí para reencontrarse y mitigar el dolor de su único familiar, su padre. Junto con Roberto Canessa y Antonio Vizintín, emprendió la expedición final para salvar al grupo.

Cuando le rescataron y volvió a Uruguay, dejó sus estudios, y empezó a trabajar en la empresa familiar, una cadena de ferreterías. Después se dedicó a su gran pasión: el automovilismo. Primero como piloto y luego como presentador y productor de un programa de televisión. Posteriormente, escribió el libro “Milagro en los Andes” y empezó a recorrer el mundo dando charlas motivacionales basadas en su experiencia de vida. Se casó con Veronique Van Wassenhove, con quien tuvo dos hijas: Verónica y Cecilia.

Javier Methol

Era el mayor de todos los supervivientes. Con 36 años, había decidido viajar a Chile con su esposa Liliana para celebrar su aniversario de bodas y disfrutar de unos días de vacaciones. Liliana, con quien habían tenido cuatro hijos, murió durante una avalancha. Antes y tras su paso por los Andrés trabajó dentro de la fábrica de cigarrillos Abal Hnos S.A., la misma que había sido fundada por su abuelo de línea materna. Tras el accidente creó la Fundación Viven y falleció a causa de un cáncer en 2015 con 79 años.

Gustavo Zerbino

Gustavo estudiaba Medicina y por eso fue uno de los dos “médicos” durante los 72 días en la montaña. Sin embargo, no se dedicó a la medicina, sino que trabajó en una empresa farmacéutica y fue presidente de la Asociación de Química y de CEFA (Cámara de Especialidades Farmacéuticas y Afines del Uruguay). También siguió ligado al rugby, jugó en la selección uruguaya y presidió la Unión de Rugby del Uruguay durante varios años. Asimismo, ha dado charlas motivacionales en todo el mundo. Está divorciado y tiene cuatro hijos.

José Pedro Algorta

Algorta era uno de los sobrevivientes que no formaba parte equipo de rugby. En su caso estudiaba Economía y, antes del accidente, no había tenido demasiado contacto con los otros pasajeros. Solo conocía a sus amigos Arturo Nogueira y Felipe Maquiarrán quienes fallecieron en la montaña. Después ser rescatado retomó sus estudios en la Facultad de Economía, en la Universidad de Buenos Aires, y posteriormente en la Universidad de Stanford, donde se graduó en Administración de Empresas.

Vivió la mayor parte de su vida en Argentina, donde fue director de una fábrica de cerveza y bebida. Se casó con Noelle Sauval en 1974, con quien tuvo tres hijos.  En el 2007, Algorta se retiró de la vida empresarial y se dedicó a las consultorías, a gestionar su propio campo de rugby en Uruguay, y a dar conferencias. En 2015, publicó el libro "Las montañas siguen allí".