¡Cómo va a ser que no lo tenga! Las grandes películas que se quedaron sin el Oscar

Que los Oscar son año tras año la referencia ineludible de la temporada de premios cinematográficos es algo que todos asumimos. Que en su larga historia han triunfado no pocas películas regulares y mediocres, incluso algunas hoy sepultadas en el olvido más absoluto, también es una realidad incontestable. Y, lo que es peor, su palmarés está plagado de omisiones imperdonables y ninguneos vergonzosos.

Auténticos clásicos de la historia del cine, de esos que han marcado a varias generaciones de cinéfilos, fueron olvidados en su momento en favor de propuestas que no han resistido el paso del tiempo de la misma forma. Algunos de esos errores ya eran flagrantes cuando se cometieron, otros quedaron en evidencia varias décadas después, pero todos demuestran la miopía de la Academia de Hollywood para detectar y reconocer a algunos de los mayores genios que nos ha dejado el Séptimo Arte. Recopilamos algunos de sus mayores desaciertos.

Ciudadano Kane (1941)

La película que ha encabezado más listas de mejores filmes de la historia es, sin duda, uno de los filmes más legendarios de todos los tiempos. El entonces debutante Orson Welles, director, guionista y protagonista de la cinta, revolucionó la manera de rodar historias, combinando y llevando más allá las técnicas narrativas y cinematográficas de su época. Su revisión del concepto del sueño americano basada en figura del magnate William Randolph Hearst convenció a la crítica, pero fracasó en la taquilla y no sedujo a la conservadora Academia, que prefirió premiar como mejor película en la edición de 1942 a '¡Qué verde era mi valle!', un buen filme, pero ni siquiera de los mejores de John Ford. Al menos el joven Welles sí pudo alzar una de las nueve estatuillas a las que aspiraba la cinta, la del mejor guion original.

Cantando bajo la lluvia (1952)

Posiblemente sea el musical más icónico del Hollywood clásico. El que más han amado varias generaciones de espectadores, con ese Gene Kelly chapoteando genuina felicidad entre los charcos. Y, sin embargo, no fue nominado a ninguno de los premios principales, tampoco al de mejor película. Ni siquiera el emblemático tema central, 'Singin' in the rain', ni ya puestos 'Good morning' o 'Make'Em Laugh', se merecieron la nominación a mejor canción, algo que hoy nos parece totalmente incomprensible. Sí optó a mejor banda sonora, pero los académicos se decantaron por la de una cinta tan olvidada como 'Con una canción en mi corazón'. Ese año ganó el premio gordo 'El mayor espectáculo del mundo', de Cecil B. de Mille, una película que hoy ya nadie ve ni reivindica, a diferencia del inmortal filme de Stanley Donen.

Con faldas y a lo loco (1959)

¿Hay película más divertida en toda la historia que 'Con faldas y a lo loco'? Para el American Film Institute no la hay. Para millones de cinéfilos de todo el mundo tampoco. Sin embargo, la Academia de Hollwyood, tan imperfecta ella, no tuvo a bien incluirla en la terna de aspirantes al Oscar a la mejor película de 1959. Bueno, en aquella edición arrasó 'Ben-Hur', que es otro clásico irrebatible, pero que la comedia de Billy Wilder con unos travestidos Tony Curtis y Jack Lemmon y la arrolladora Marilyn Monroe solo ganara el premio al mejor diseño de vestuario en blanco y negro fue una afrenta que al legendario director le costó digerir. De hecho, la leyenda cuenta que Wilder celebró esa noche con una buena cogorza a base de Martinis. Tony Curtis y Kirk Douglas lo encontraron inconsciente encerrado en los lavabos.

2001: una odisea del espacio (1968)

Ahora que la inteligencia artificial está tan de moda, conviene recordar que mucho antes que Skynet estuvo HAL 9000, el primer ordenador super inteligente amenazante que vimos en el cine. No fue la única maravilla sin precedentes a la que asistimos en '2001: una odisea del espacio', película con la que Stanley Kubrick sentó las bases de la ciencia ficción moderna y a la que cintas contemporáneas como 'Interstellar' o 'Gravity' tanto deben. La Academia no tuvo más remedio que reconocer semejante despliegue audiovisual con el Oscar a mejores efectos especiales... y nada más, a pesar de que Kubrick sí estaba nominado como director, galardón que, por descabellado que parezca hoy, jamás lograría. Por no ganar, no se llevó ni la estatuilla al mejor maquillaje que los increíbles simios del comienzo del filme hubieran merecido. El desdén que la Academia exhibió durante décadas por la ciencia ficción como género premiable más allá de los aspectos técnicos comenzó aquí.

Taxi driver (1976)

Durante muchos años Martin Scorsese también fue sistemáticamente ignorado por la Academia aunque, a diferencia de Kubrick, él si terminaría ganando en 2007 el Oscar al mejor director. Otra cosa es que 'Infiltrados' estuviera a la altura de obras maestras como ''Uno de los nuestros', 'Toro salvaje' o la más icónica de todas las del tío Marty, 'Taxi driver'. Hoy la cinta protagonizada por Robert de Niro y una jovencísima Jodie Foster figura con letras de oro en la historia del cine como una de las radiografías sobre la violencia, la alienación y la soledad más descarnadas que se hayan hecho nunca. En Cannes sí se percataron de que estaban ante algo muy serio y le dieron la Palma de Oro, pero los académicos prefirieron decantarse por el 'Rocky' de Stallone. Y en realidad tampoco hay mucho que reprocharles aquí. La inspiradora historia de un boxeador de poca monta que se encontraba por casualidad con la oportunidad de pelear por el título mundial era también una película redonda y cuadraba mucho más con el espíritu hollywoodense que la sordidez deprimente que desprendía el filme de Scorsese.

Salvar al soldado Ryan (1998)

En los 90 los Oscar se enamoraron de las épicas producciones 'bigger than life' del estilo de 'Braveheart', 'El paciente inglés' o 'Titanic'. 'Salvar al soldado Ryan' estaba preparada para unirse a esa lista y tenía todos los números en la mano para arrasar en la 71ª edición de los Oscar. Una obra contundente, impactante y visceral que incluía quizás la mejor secuencia bélica jamás filmada, la del desembarco en las playas de Normandía. Ni siquiera que Steven Spielberg hubiera ganado cinco años antes con 'La lista de Schindler' jugaba en su contra. De hecho, su poderío audiovisual se vio recompensado con cinco estatuillas, incluida la de mejor director, pero en la categoría principal se estrelló contra todo pronóstico ante 'Shakespeare enamorado'. Ni entonces, ni mucho menos ahora, se entendía que aquella comedia romántica, fresca y simpática pero poco más, se hiciera con la estatuilla más preciada. La clave estuvo en la campaña de marketing orquestada por el hoy caído en desgracia Harvey Weinstein, agresiva hasta niveles nunca antes vistos y que cambiaría siempre las estrategias de promoción en Hollywood.

La red social (2010)

Pocas películas han retratado mejor el zeitgeist de su tiempo que el octavo filme de David Fincher, otro de los grandes cineastas eternamente ninguneados por la Academia. 'La red social' siempre fue mucho más que la película sobre Facebook que tenías que ver. El director de 'Seven' o 'El club de la lucha', asistido por la afilada escritura de un Alan Sorkin en su mejor momento como guionista, construía un intrincado rompecabezas que exprimía las posibilidades del lenguaje cinematográfico para definir una sociedad, la del siglo XXI, gobernada por las redes sociales. Se estrenó en 2010 pero hoy está más vigente que nunca. En cambio, ¿quién se acuerda de 'El discurso del rey'? El filme de Tom Hooper se limitaba a reciclar (eficazmente, eso sí) todos y cada uno de los tropos de la típica historia de superación mil veces vista. El esfuerzo le sirvió para ganar Película, Director, Actor y Guion original. En comparación, las tres estatuillas que rascó 'La red social' (guion adaptado, edición y banda sonora) siempre supieron a calderilla.