Se ha (re)escrito un crimen: ahora quieren modificar los libros de Agatha Christie

La nota del 'Telegraph' acerca de que editorial norteamericana Harper Collins está "reescribiendo" los libros de Agatha Christie ha dejado helados a los lectores de "la gran dama del crimen" pero, hablando en plata, tampoco sorprende. En tiempos de la corrección extrema cuesta ver esa delgada línea roja entre lo que es ofensivo (según criterios de esta segunda década del s. XXI) y lo que es simplemente literatura: es decir, un espejo de su tiempo. La célebre autora británica se suma así a la lista de escritores que han pasado por un lifting editorial de corrección política que seguramente les haría rabiar, de estar en capacidad de dar su opinión sobre el asunto. ¿El más reciente? Roald Dahl, autor de célebres libros infantiles (la historia interminable o Las brujas, para mayores señas) cuyos libros también se han visto sometidos al juicio de las nuevas sensibilidades.

Se ha escrito un crimen... editorial.

Un caso significativo del filtro aplicado por la editorial a los libros de la señora Christie. Se suprime o modifica un pasaje en el que un personaje manifiesta su repulsión por los niños. Un sentimiento que no solo es potestad de cada individuo -aunque esté feo- sino que es parte importante en la construcción de un personaje. Quitarle ese rasgo lo modifica, lo convierte en otro personaje. La pregunta entonces es ¿qué tanta libertad podemos atribuirnos para modificar la intención literaria de un autor de ficción?

La biblioteca vacía

Margarite Duras, Henry Miller, William Faulkner, Mario Vargas Llosa, Jorge Amado... son algunos de los nombres cuyos libros (buena parte de ellos) deberían ser completamente reescritos bajo este criterio. "Si le quitamos a los libros todo lo que a día de hoy consideramos ofensivo, políticamente incorrecto, obsceno, no apto para menores, etc., nos quedaríamos con unas bibliotecas verdaderamente tristes - dice la escritora María Fernanda Ampuero. Para la autora de 'Sacrificios humanos', el problema real es atribuirse la potestad de decidir por el lector lo que es ofensivo o no. "¿Quién puede decidir esto? ¿Cuál es el filtro? - se pregunta- Si a mi literatura le quitaran las partes ofensivas, no queda nada. Yo preferiría que antes destruyan mis libros. ¿Cuál sería la diferencia entre quemarlos o sacarle las partes que yo como autora he considerado importantes para entender la trama?".

¿Puritanismo retrospectivo?

Hace tres años, el anuncio de HBO de 'revisar' la programación de la clásica cinta 'Lo que el viento se llevó' -obviamente una seguidilla de 'incorrecciones', comentarios racistas, misóginos y violentistas- se saldó con una decisión que para muchos es más razonable y está no pasaba por 'modificar' la película o 'intervenirla' sino por añadir un comentario que daba cuenta del contexto en el que fue hecha y llamaba la atención sobre sus incorrecciones. Al fin de cuentas se trata de sumar lecturas sobre obras culturales que a la luz contemporánea pueden resultar controvertidas pero cuyo valor es indudable. Para entenderlas mejor, contextualizarlas mejor, criticarlas si queremos. "Todo el esfuerzo que requeriría revisar todos los libros supuestamente ofensivos -concluye Ampuero- se podría invertir en educar muchísimo mejor a los profesores de lengua y literatura y hacer mucho más hincapié en hacer una lectura acompañada para que los niños entiendan que esos libros representan pensamientos de otra época. No hay que evitar que accedan a esos libros o 'limpiárselos' sino ayudarles a entender lo que pasaba en ese momento en la historia".