Ocho discos que cumplen 50 años en 2023 y suenan tan frescos como el primer día

Hace 50 años, en 1973, salieron a la luz una serie de discos que tuvieron un impacto infinito en la música popular. No en todos los casos se trata de las obras más emblemáticas de sus respectivos autores, algunos ni siquiera fueron bien recibidos por la crítica en su momento, pero todos juntos alumbran una instantánea muy nítida de un momento de bulliciosa creatividad. Los primeros 70 son los años en los que el rock se globaliza, se expande en diversas direcciones y se establecen nuevos lenguajes sonoros.

En 1973 explosiona el rock progresivo de la mano de Pink Floyd, Genesis, King Crimson y Mike Oldfield, outsiders como los Stooges o los New York Dolls empiezan a sembrar las primeras semillas del punk que llegaría unos años después, el rock duro construye sus estructuras clásicas bajo las directrices de Led Zeppelin, Black Sabbath y Deep Purple, la electrónica comienza a integrarse entre las guitarras y el formato álbum alcanza su mayoría de edad. Estos son ocho ejemplos de una cosecha magnífica, plagada de clásicos imperecederos que hoy siguen sonando tan vibrantes como el primer día.

PINK FLOYD - The Dark Side of the Moon

De todos los discos publicados en 1973 este quizás sea el más trascendente. El octavo álbum de la banda británica es una obra conceptual en la que exploran los aspectos más oscuros de la naturaleza humana (la muerte, la avaricia, el aislamiento, la enfermedad mental) en una atmósfera espacial y envolvente que aún sigue conservando intacto todo su poder hipnótico. En su elaboración Roger Waters y David Gilmour utilizaron algunas de las técnicas de grabación más revolucionarias de la época, lo que resultó en producto avanzado e innovador que, paradójicamente, se convirtió en un éxito masivo. Más de 50 millones vendidas en todo el mundo y más de 19 años de permanencia en la lista Billboard para uno de los discos más icónicos de la historia del rock.

MIKE OLDFIELD - Tubular Bells

Mike Oldfield era solo un chaval de 17 años cuando compuso las dos suites de más de 20 minutos que componen esta ópera prima que se convertiría en todo un un acontecimiento y que consolidó a la recién creada Virgin Records como una de las grandes majors del mercado musical. Oldfield fusionaba música clásica, folk y rock progresivo acumulando multitud de instrumentos, la mayoría tocados por él mismo, e infinidad de melodías. La inclusión de un fragmento en la banda sonora de 'El exorcista', película estrenada ese mismo año, contribuyó a que el álbum se convirtiera en todo un hit comercial, con más de 4 millones de copias despachadas en todo el mundo.

THE WHO - Quadrophenia

En los años 60 la banda de Pete Townshend y Roger Daltrey ya había facturado algunos hitos conceptuales como 'The Who Sell Out' y, sobre todo, 'Tommy', pero en 'Quadrophenia' se descuelgan con la ópera rock definitiva, construida sobre la historia de Jimmy, un mod que representa a cualquier otro joven en la Inglaterra de aquellos años, y su relación con las drogas, las tribus callejeras, el trabajo precario y los sueños echados a perder. Rock poderoso, aderezado con soberbias orquestaciones y sintetizadores con alguna de las canciones más potentes del grupo, como '5:15', 'The Punk and the Godfather' o 'Love, Reign O'er Me'.

LED ZEPPELIN - Houses of the Holy

En 1973 Led Zeppelin era la banda de rock más grande del universo. Habían tocado techo con su disco anterior, 'IV', el que contenía la inmortal 'Stairway to heaven', y todo el mundo estaba pendiente de su próximo paso. 'Houses of the Holy' venía a ampliar el campo de batalla del sonido clásico de la banda escorándose hacia el funk ("The Crunge") e incluso el reggae ("D'yer Mak'er"), y retornando en parte a las raíces folk. En su momento la crítica le dispensó una tibia acogida, pero el tiempo ha servido para revalorizar una obra valiente e inspirada (contiene en sus surcos la impresionante 'No Quarter') que solo en Estados Unidos vendió 10 millones de copias. Para el recuerdo queda una portada de Hipgnosis con unas niñas desnudas escalando una colina que hoy no pasaría el corte de lo políticamente correcto.

ELTON JOHN - Goodbye Yellow Brick Road

Elton John estaba en racha en 1973. En enero había publicado un disco tan bueno como 'Don’t Shoot Me, I’m Only the Piano Player', el que contenía 'Crocodile Rock' y 'Daniel', y solo diez meses después se sacaba de la manga otro disco aún mejor, y encima doble. No en vano su autor lo había concebido como su obra magna. Arrancaba directamente con un tema de 11 minutos y seguía con ese tributo a Marilyn Monroe que era 'Candle in the wind' en su versión primigenia, muchos años antes de ser readaptada por la muerte de Lady Di. De hecho, el nostálgico hilo conductor eran los recuerdos de la infancia a través del cine de Hollywood. También es el disco de "Bennie and the Jets", "Saturday's Night Alright for Fighting" o la propia "Goodbye Yellow Brick Road". Con el tiempo ha vendido más de 30 millones de copias y está considerado el mejor trabajo del músico británico.

PAUL McCARTNEY & WINGS - Band on the Run

Tras la separación de The Beatles, Paul parecía haberse quedado un poco rezagado respecto a sus excompañeros. John y George habían lanzado obras mayores ('Plastic Ono Band', 'Imagine', 'All Things Must Past'), pero el que había sido el principal motor creativo en la última etapa de los 'fab four' no acaba de dar con la tecla. Parecía conformarse con mantener un perfil bajo. Eso terminaría en 1973, primero con 'Red Rose Speedway' y después con este 'Band on the Run' que el tiempo ha terminado considerando su gran obra maestra postbeatle. Y eso que los Wings eran una formación en crisis durante la grabación del disco en Laos, Nigeria. Pero nada podía con un repertorio infalible ('Jet', 'Let Me Roll It', 'Nineteen Hundred and Eighty-Five', el tema homónimo), que aún sigue siendo imprescindible en su repertorio de directo.

LOU REED - Berlin

Lou Reed por fin había conseguido un gran éxito comercial con 'Transformer', de 1972, el que incluye algunos de sus mayores clásicos como 'Walk on the wild side', 'Perfect day' o 'Satellite of love', pero el neoyorquino siempre tuvo una relación problemática con el mainstream y parecía decidido a darle la espalda a la radio con su siguiente movimiento. 'Berlin' iba a ser una obra oscura y deprimente que sumergiría al oyente en una sórdida historia de amor tóxico y suicida. 'Berlin' fue calificado por muchos precisamente como un suicidio comercial, incluso se llegó a hablar de desastre. Con el tiempo surgiría un movimiento crítico que ensalzaría este álbum como una obra mayor, una de las cumbres más altas en la discografía del ex de la Velvet Underground y uno de los discos definitivos de los 70.

DAVID BOWIE - Aladdin Sane

'Ziggy Stardust' había convertido a David Bowie en un fenómeno que casi trascendía a lo musical. Era el tipo más cool, el más solicitado, al que todo el mundo quería ver en directo. Esa vorágine haría que el propio Bowie terminara asesinando a su alter ego en vivo, pero antes de eso llegó 'Aladdin Sane', que era como la secuela directa del disco anterior. Una especie de 'Ziggy se va a hacer las Américas' que mantiene el espíritu glam con un sonido más duro que su predecesor ("The Jean Genie", "Cracked Actor") pero que también se aventura en el jazz ("Lady Grinning Soul") y el cabaret ("Time") de la mano del piano de Mike Garson con fantásticos resultados, aunque en su momento la crítica no fue tan unánime. El rayo azul y rojo que cubre el ojo de Bowie en la portada del álbum es todo un icono de la cultura pop.