Adiós a Javier Preciado, el reportero de las fotos secretas del 23F y la portada de Marta Chávarri que reventó una fusión

  • Pedro Revaldería, Director General de Producciones Mandarina, escribe sobre su amigo Javier Preciado, fallecido recientemente de un infarto

  • Recuerda cómo consiguió las únicas fotos del juicio del 23F con una cámara secreta en un paquete de Wiston

  • Y también su gran don, la empatía, que le llevó a proyectos como 'Rescatando a Sara', portadas como la de Marta Chávarri o encontrar al Dioni en Brasil

Llega un momento en la vida en que uno tiene al menos tantas historias que contar como por vivir. O incluso más de las primeras. Tener historias es siempre un compromiso con sus protagonistas, supongo que por eso estoy aquí. Y supongo que por eso la primera historia que voy a contar es la de un amigo que se ha ido hace unos días. La vida cambia en un instante y la muerte llega en un instante. Eso le pasó él y se fue cubierto de desmemoria. Quizás, por eso, necesito contar al menos estas cuatro cosas sobre él.

Una cámara en un paquete de Winston

Atendiendo a las categorías básicas del amor, desde que lo conocí a principios de los noventa, Javier siempre vivió el amor lúdico. Divertido, irónico, optimista delirante y tan genial como escasamente práctico. Una buena pero extenuante manera de vivir.

Su primera portada fue un pelotazo en el mítico Cambio 16, semanario de referencia en aquellos días, que el próximo noviembre cumple medio siglo. Javier tenia poco mas de veinte años y consiguió las únicas fotos que existen del juicio del 23F (1981).

El tribunal militar que juzgó a los golpistas había establecido severas medidas de control y acceso a la sala. Estaban prohibidas las cámaras y cualquier grabación del juicio. Un mítico artesano, con tienda en el Rastro, colocó una microcámara en un paquete de Winston -legal, no de batea-. Con esa cajetilla Javier entró en la sala, salvando todos los controles y consiguió fotografiar a los golpistas ante el tribunal. Un momento épico, escasamente reconocido y una constante en su vida. La sordina cicatera que siempre acompañó su trabajo.

El documental 'El tren de los Sueños Rotos' es la más radical evidencia de ello. En el primer aniversario del 11M tuvo la idea de construir un relato solo con las victimas, sesenta minutos con las imágenes cotidianas de las personas que perdieron la vida en los atentados, su álbum familiar: los cumpleaños, las bodas, los bautizos, las fiestas de navidad y, sobre todo, con la única voz de sus deudos: madres, padres, esposas, esposos, hijas, hijos… En aquellos días, de horror e infamia, el protagonismo de Pilar Manjón que había perdido a su hijo y su exmarido en los atentados, arrumbó El 'Tren de los Sueños Rotos' a una vía muerta.

Marta Chávarri y la fusión Banesto-Central

Su segunda gran portada, de incógnito, fueron las fotos de Marta Chávarri, sin ropa interior, en Interviú. El día de San Valentín de 1989 la añorada revista titulaba en portada: "Lo nunca visto de Marta Chávarri".

Siete meses antes un ducho fotógrafo había conseguido las imágenes en la discoteca 'Mau-Mau', templo del pijerío madrileño, en los bajos del hotel Eurobuilding. Eran difíciles de colocar y el ducho fotógrafo le dijo le dijo a Javier que hiciera con ellas lo que quisiera. Le faltó tiempo para venderlas a Interviú y, con el cheque en el bolsillo, plantarse en la BMW y comprar el 330 full equipe. En su vivir lúdico no sabía que, con la publicación de las fotos, acababa de reventar la fusión Banesto-Central.

El Dioni en Brasil

Su tercera portada de impacto tuvo secuelas durante semanas. Cuando el Dioni aún era un personaje simpático y la Interpol lo buscaba sin éxito, por todo el mundo, Javier lo localizó en Río de Janeiro. En aquellos días estábamos muy hechos a historias delirantes, pero la chapuza de el Dioni (que pasó de un botín millonario, una fuga de serie B y un paraíso de garotas y despilfarro, a la cárcel mas inmunda de Brasil) nos tuvo pendientes del kiosko para leer, cada siete días, los reportajes de Javier con la última hora de la odisea brasileña de El Dioni.

Atendiendo a las categorías de la inteligencia, establecidas por Albrecht, nadie mas dotado que Javier en inteligencia social: autenticidad, perseverancia, empatía y capacidad para socializar y ganarse la confianza y cooperación de las personas.

La hija de Sara Hussain Moracho

'El Rocambolesco Rescate de Sara' fue el displicente titular con el que un periódico despachó el caso de la niña Sara Hussain Moracho, secuestrada por su padre irakí. Durante los tres años que duró el secuestro Leticia Moracho, madre de Sara, tuvo en Javier todo lo que las instituciones le negaron: ni Exteriores, ni Justicia, ni Interior, nadie se ocupó de la niña española secuestrada.

'El Rescate de Sara' es un libro, un librodocumental que no redimen el menoscabo que, otra vez, nubla un trabajo brillante con final feliz. Tras años de viajes y decepción, Leticia Moracho y Javier Preciado lograron recatar a Sara y volver a España.

Hasta siempre, Javier

El lunes 15 habíamos quedado a comer. Teníamos cosas en marcha. Como siempre historias que solo Javier hacia posibles, personajes chungos, que se avenían a hablar y otros a los que solo les faltaba la vuelta de tuerca de la verdad. 'Desmontando al Dioni' tenía ya guion y un argumento letal para el ladrón del furgón blindado, el relato en primera persona de su hija: "No es buen tipo, ni divertido, ha sido mal padre y mal marido, esclavo de sus vicios, putero y jugador".

A primera hora me dijeron que había muerto de un infarto fulminante. Después de hablar con su familia pensé en las muchas historias que ya nunca verán la luz, como las cartas de amor de la duquesa de alba, Cayetana Fitz-James Stuart, desde su primer amor de juventud, el torero Pepe Luis Vázquez, con el que sus padres le prohibieron casarse, hasta el cura Aguirre que trajo el sosiego a su vida adulta.

Las cartas de amor de la duquesa pasaron de las manos de Javier a la caja fuerte de una revista que, famosa por retirar exclusivas, nunca las ha publicado. Javier las consiguió como siempre, con esa innata capacidad de ganarse la confianza y la voluntad de las personas, acompañándolas en sus duelos, en sus fugas, en sus vidas hasta el fin.

Por eso su fallecimiento deja tanto desamparo y el sabor, muy amargo, de quien se ha ido cubierto por capas de desmemoria. Hasta siempre, amigo.