¿Por qué se dice que la Lotería de Navidad es 'el impuesto de los tontos'?

  • Los españoles nos gastamos una media de más de 60 euros en décimos para la Lotería de Navidad

  • En 2020, más de 24 millones de personas con edades comprendidas entre los 18 y los 75 años participaron en el Sorteo Extraordinario de Navidad con al menos un décimo

  • A pesar de la alta participación, las probabilidades de hacerse con el Gordo son muy escasas, de menos de un 1%

La Lotería de Navidad es uno de los eventos más esperados de todo el año. Prueba de ello tenemos en las largas colas que, en los meses previos al sorteo, se forman alrededor de las administraciones de lotería, filas y filas de decenas de personas en busca del número de la suerte que les hará ganar el generoso Gordo, que cada año reparte 400.000 euros por décimo premiado.

Según los datos del XII estudio ‘Juego y Sociedad’, elaborado por el Instituto de Política y Gobernanza (IPOLGOB) de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M) y publicado el pasado mes de septiembre, en 2020 24,5 millones de personas con edades comprendidas entre los 18 y lo 75 años participaron en el Sorteo Extraordinario de Navidad, una cifra que se ha visto ligeramente afectada por la pandemia de la Covid-19 y que reduce levemente los datos obtenidos en 2019, cuando se registraron 25,8 millones de compradores.

Cifras astronómicas

A pesar de este pequeño descenso en la participación, la cantidad de personas que año tras año adquieren décimos para la Lotería de Navidad sigue siendo elevadísima. Hoy en día, de hecho, es bastante raro encontrar a alguien que no se haya animado nunca a probar suerte con, al menos, un tímido boleto, y lo que suele repetirse son compras bastante cuantiosas de varios pares de décimos.

A las cifras nos remitimos. De acuerdo a las cifras de la Sociedad Estatal de Loterías y Apuestas del Estado (SELAE), los españoles gastamos una media de más de 60 euros en la Lotería de Navidad. En concreto, el organismo, que cada año realiza una estimación de los décimos de lotería que pueden llegar a vender las administraciones del país, señala que en el pasado 2020 el gasto medio se situó en 65,66 euros por persona, un poco menos que en 2019, cuando se gastaron 68,48 euros, y que en 2018, cuando la inversión se situó en 67,56 euros.

La cifra, en la que también se aprecian los efectos que la pandemia del coronavirus dejó en nuestros bolsillos, es, sin embargo, superior a todas las que se registraron antes de 2016, lo que pone de manifiesto el creciente interés de la población en este sorteo. Además, en algunas provincias, este número puede llegar a superar los cien euros, como es el caso de Soria, donde se registran cifras astronómicas de hasta 224,45 euros, Burgos, donde hay una inversión media de 130,95 euros, o Segovia, donde se pueden llegar a gastar hasta 125,24 euros.

El impuesto de los tontos

A pesar de estas altísimas cifras, hay quien se sigue refiriendo a la lotería como “el impuesto de los tontos”. Pero ¿a qué se debe esta expresión? ¿En qué se basa? La respuesta a esta pregunta la encontramos en las probabilidades de éxito de ganar alguno de los premios del sorteo. O lo que es lo mismo: en las probabilidades que tenemos de hacernos con un décimo afortunado.

Y es que de los 100.000 números que cada año se meten en el bombo de Navidad, solo resultarán premiados alrededor de 14.272, lo que significa que, cuando compramos un décimo, solo tenemos entre un 12,2% y un 14% de probabilidades de que nos toque algo, y ese algo, si bien puede ser un premio cuantioso, también puede ser una modesta pedrea que, viendo la inversión media del país, no compensaría el gasto invertido en décimos.

En el caso del Gordo, el premio más importante de todos, nuestras opciones de hacernos con un décimo ganador son mucho más reducidas. En concreto, de una entre 100.000, o lo que es lo mismo: tan solo tenemos un 0,001% de probabilidades de comprar uno de los 40.000 décimos premiados con el gran premio.

Si nos fijamos en los datos, las probabilidades de que consigamos el Gordo son más bajas que las de que nos parta un rayo o de que tengamos un accidente de coche con víctimas. Sin embargo, por difícil que sea, todas las navidades nos hacemos con nuestros décimos esperando que, esta vez sí, haya suerte. Y es que ya lo dice el dicho: quien no arriesga, no gana.