Pensando en hacerte un testamento: los errores más comunes si te decides

Es un error muy común aplazar el momento de hacer testamento al considerar que aún no tenemos la edad para enfrentarnos a ese trámite, quizás porque preferimos no pensar en la muerte, por miedo a perder lo que tenemos o porque nos resulta muy confuso, pero lo cierto es que no deberíamos esperar a ser muy mayores para especificar a qué personas queremos dejar nuestros bienes y propiedades.

Ahora bien, también es verdad que cuando alguien se enfrenta por primera vez a la gestión de una herencia se suelen cometer diversos errores que, de no subsanarse a tiempo, pueden suponer problemas para los herederos. Si consideras que ha llegado el momento de tramitar el testamento, deberías echar un vistazo a los fallos más frecuentes que se cometen durante el proceso y las pautas más adecuadas para prevenirlos.

No contratar a un abogado especialista en herencias

De igual manera que un médico no lo sabe todo acerca de medicina, un abogado tampoco sabe todo acerca de leyes. Lo más recomendable es buscar un especialista en derecho de sucesiones que garantice la buena elaboración de estos documentos, aunque pueda costar un poco más de dinero.

Según UNIR, el derecho de sucesiones ‘es una parte del derecho privado que se encarga de definir cómo y a quién se transmiten los derechos, obligaciones y bienes de una persona cuando fallece’.

No detallar la herencia al máximo

Un error frecuente es la falta de meticulosidad en el reparto de bienes. Aunque creamos que el dinero es lo que más conflictos puede provocar en una familia ante la resolución de un testamento, lo cierto es que son los objetos sentimentales los que tienen más peso. Eso es porque la gente procesa sus emociones apegándose a objetos (un cuadro, una fotografía, un accesorio) que les recuerdan a esa persona que ya se ha ido.

Por este motivo es necesario ser especialmente puntilloso con los objetos con valor sentimental. A la hora de redactar un testamento es aconsejable asignar todo de la manera más meticulosa posible.

No revisar el testamento

Es muy común pensar que una vez redactado el testamento ya no hay que modificarlo. La gente tiende a olvidarse de él una vez redactado, pero a lo largo de la vida pueden suceder muchas cosas que afecten a estos documentos (un divorcio, un nuevo matrimonio, un nacimiento, una adopción), por lo que conviene que revisemos y modifiquemos el testamento. Podrías estar dejándolo a medias si no lo actualizas al menos con los cambios más significativos de tu vida.

Podemos hacer un testamento todas las veces que queramos, ya sea haciendo una modificación parcial o uno nuevo que reemplace al anterior. En todo caso, solo será válido el último, el cual será enviado al Registro de Actos de Última Voluntad.

Asignar varios albaceas

El albacea es un administrador elegido por el fallecido para que ejecute lo dispuesto en el testamento, aunque este cargo es voluntario. Según el Código Civil, puede nombrarse a uno o varios albaceas, aunque la segunda no es la mejor de las opciones, puesto que puede ser problemático a la hora de dilucidar aquellos aspectos difusos del testamento. Lo recomendable es nombrar a una persona y luego asignar albaceas suplentes.

No dejar instrucciones sobre dónde encontrarlo

El testamento no es un documento que debas guardar bajo siete llaves para que absolutamente nadie sepa dónde está. De hecho, esto puede perjudicar al propietario de dicho testamento, pues de no encontrarlo habría que empezar de nuevo. Algunos abogados recomiendan a sus clientes que pongan los originales en un lugar seguro, pero es importante que alguien más sepa dónde están esos documentos. No tiene por qué ser un familiar. Puede ser un abogado.