"No puedo soportar esta maldita cosa" o qué decirle a tu hijo si odia su primer trabajo

El rey Carlos III de Inglaterra no ha subido al trono con buen pie. O al menos los primeros días en su nuevo empleo le han pillado de mal humor. Eso es lo que se desprende de los berrinches que está protagonizando en el arranque de su reinado. Primero tuvo un incidente con un tintero durante su proclamación y ahora ha vuelto a perder los nervios por una pluma estilográfica que soltaba tinta mientras firmaba en el libro de invitados en el castillo de Hillbirough. "No puedo soportar esta maldita cosa", exclamó el monarca, aparentemente ignorante de que es grabado en todo momento.

Aún es pronto para saber si el heredero de Isabel II odia su trabajo (se podría decir que, a los 73 años, esta es su primera experiencia laboral), pero apunta maneras. No es raro que un hijo (y Carlos ha sido siempre 'el hijo' por excelencia) no se adapte bien a su primer empleo. Ocurre cuando no disfruta con lo que hace y solo quiere que pase el tiempo lo más rápido posible. Sobrevivir a un empleo en esas condiciones requiere un esfuerzo notable, con la sombra de la renuncia planeando constantemente, pero sin poder permitirse dar ese paso. ¿Qué puedes hacer como padre cuando identificas que a tu hijo le nubla un clima de negatividad constante en el trabajo?

Pensamiento positivo

En primer lugar, hay que ayudarle a cambiar su actitud. Hacerle ver que puede seguir lamentándose, alimentando su frustración y su autocompasión o mirar hacia delante y avanzar. En vez de retroalimentar los pensamientos negativos del tipo 'no puedo soportar esta maldita cosa' o 'no aguanto más a mi jefe', debe intentar controlarlos y focalizarse en aquellos aspectos que sí le gustan de su trabajo o las razones que le llevaron a aceptarlo. Se trata de encontrar soluciones a un problema, en lugar de ofuscarse ante ellos.

La investigadora Adriana Acosta incide en 'Familias.com' en la necesidad de "contagiar a tu hijo de pensamientos positivos, que a pesar del cansancio que algunas veces llegue a sentir, la recompensa y satisfacción personal por realizar el trabajo con éxito es gratificante".

El valor de la responsabilidad

Aunque tu hijo no esté a gusto en el trabajo debes animarle a ser responsable y a estar comprometido con la empresa que ha confiado en él a la hora de contratarlo. "En la actualidad es muy fácil que los jóvenes no sientan un verdadero compromiso con su empleo, a lo mejor porque no tienen todavía la carga de la responsabilidad de mantener una familia. Sin embargo, es el comienzo del aprendizaje para él, en poco tiempo logrará adquirir experiencia", subraya la experta.

Hay que animarle a realizar sus actividades como corresponden cumpliendo los objetivos y los plazos que se le imponen. Eso hablará bien de él como trabajador y le permitirá irse de la mejor manera cuando llegue el momento de marcharse.

Visualizar lo que puede obtener a cambio

Otra manera de cambiar la actitud respecto al trabajo es visualizar lo que se puede obtener a cambio. Debería llenar su mente con proyectos paralelos que puedan surgir a raíz del empleo, o planeando futuros viajes. También debe procurar que sus días no estén monopolizados por el trabajo: puedes animarle a ir al gimnasio o hacer yoga a la salida de la oficina, o a aprender una nueva disciplina o habilidad en sus ratos libres. Eso le permitirá tener motivación a lo largo de la jornada y sentirse recompensado tras haber completado un día más de trabajo.

Cambiar de rumbo profesional

Si tu hijo se siente demasiado quemado como para que estos consejos le ayuden y no encuentra su lugar ni dentro ni fuera del trabajo, siempre cabe la posibilidad de cambiar drásticamente de carrera. Como bien apunta Adriana Acosta, "los padres deseamos que con todo nuestro esfuerzo los hijos sean felices, pero la realidad es que ellos tienen que buscar su propia felicidad". Es cierto que construir una nueva carrera puede significar perder unos años en formarse en algo distinto, pero la vida está llena de segundas oportunidades y nunca es tarde para volver a empezar, aunque quizás para Carlos III sí lo sea.