"Creo que estoy sufriendo acoso laboral": un experto explica qué hacer

  • Según los datos, el 15% de los españoles ha sufrido acoso laboral en su puesto de trabajo

  • Conocido también como mobbing, el acoso tiene un impacto en prácticamente todos los ámbitos de la persona

  • El laborista Luis F. Pallarés ha explicado varios aspectos del proceso y las alternativas de la víctima

Mobbing. Probablemente sea una palabra a la que no le encuentras sentido, pero es la palabra con la que cada vez más se define el acoso laboral. Puede que seas tú mismo el que lo ha sufrido o no, o que lo hayas visto en tu puesto de trabajo o que un familiar o amigo te haya comentado algo que ocurre en su oficina. A pesar de la cada vez más creciente conciencia social de la ciudadanía con el acoso, en ocasiones no es sencillo detectarlo, ya que desde Sanitas exponen que generalmente se ejerce cuando no hay testigos, aprovechando encuentros personales o difundiendo rumores falsos, entre otras prácticas. El experto laborista Luis F. Pallarés lo ha explicado y ha dado varios consejos, tanto como para los que lo sufren como para los que lo detectan.

El impacto del acoso laboral

Aunque a veces se puede llegar a niveles de violencia física o sexual, lo más frecuente es que se produzca violencia psicológica, desde insultos o humillaciones hasta aislamiento del resto de los compañeros o sobrecargas de trabajo, incluyendo horarios abusivos o negando vacaciones en las fechas seleccionadas por el trabajador. Según el Instituto Superior de Estudios Sociales y Sociosanitarios, el 15% de los españoles sufre acoso laboral. De esta manera, Sanitas expone cinco ámbitos claros en los que el mobbing tiene un impacto sobre las personas.

Primero, en la parte psicológica. "Los problemas emocionales iniciales dan paso a un trastorno de estrés postraumático que la lleva a empezar a somatizar las situaciones de acoso" y comienza a perder tanto la autoestima o a sentir culpa por no cumplir con las expectativas. Este acoso puede generar otros problemas de salud, como trastornos de sueño o gastrointestinales hasta la debilitación del sistema inmune.

Por su parte, la vida familiar se puede ver afectada al quitar hierro al asunto si se llega a exponer en casa, pero puede acabar generando cambios de humor o en el comportamiento con la pareja y los hijos. Al mismo tiempo, esto se puede reproducir en las actividades sociales, aislándose cada vez más. Y cómo no, también el ámbito laboral donde se produce el acoso. Allí puede plantearse el abandono del puesto y, de hacerlo, tener dificultades para la integración en trabajos posteriores.

Si es evidente, es peligroso

A partir de aquí, Luis F. Pallarés señala que "el mobbing nunca es evidente, y si lo es, sucede porque ha llegado a extremos peligrosos". La primera característica para ser considerado acoso laboral, explica, es que "sea continuado y deliberado contra la víctima. La mayoría de los juicios por mobbing los acaba perdiendo el trabajador por no darse esa circunstancia de continuidad, y en otras más ocasiones porque se da la reiteración, pero no se logra demostrar". ¿El peligro? Que puede acabar normalizándose ese tipo de conductas.

El perfil del acosador suele ser de personas narcisistas, según dice el laborista, que explica que el aislamiento al que se ve sometido el trabajar impide "la solidaridad de los compañeros para hacer frente al acosador" para acabar creando un clima general de que la víctima tiene, en cierto modo, "merecido el acoso". Pero también apunta que esos trabajadores suelen desempeñar a la perfección su trabajo y que en ocasiones el acoso se produce por ver en ellos una amenaza "para su estatus de dominio".

¿Es la justicia la solución?

En cuanto a llevar estos casos ante la justicia, Pallarés reconoce que la judicialización del acoso se produce en muy pocas ocasiones y, en caso de hacerlo, muchos llegan a acuerdos con el trabajador para su marcha de la empresa con una indemnización. Por su lado, "la mayoría de los casos que llegan a la vista oral son desestimados; es un calvario judicial del que hay una evidente desigualdad de medios entre acosador y la víctima".

Sin embargo, el experto reconoce que la judicialización no suele ser la solución, ya que explica que cuando hay sentencias favorables, luego el acoso puede continuar, pero de forma más sutil. Por ello, cree que la clave está en la prevención de riesgos psicosociales en la empresa. Con todo, lanza una pregunta: ¿qué alternativas tiene el acosado?

Las alternativas para la víctima

Da con tres, pero no todas válidas. La primera, huir, "una opción bloqueada en el actual contexto de crisis y paro generalizado". La congelación, bajar la cabeza ante la adversidad, pero no es el camino porque "anula la capacidad de reacción o de encontrar apoyos y ayudas". Y enfrentarse, según él, la menos mala, pero que puede ser un arma de doble filo que aproveche el acosador, ante el cual hay que mostrar seguridad.

"Recuerda que el acosador acosará a quien se deje acosar con facilidad. Pero si no se ha conseguido, hay que aplicar el máximo de asertividad a la vez que no aceptar sus métodos, que la primera vez sea la última, porque si no se entra en un bucle en el que se retroalimenta tanto la vulnerabilidad de la víctima como la impunidad del acosador. Si esta barrera es superada habrá que iniciar la recuperación interna del autoestima sin incurrir en procesos de revictimización", concluye.