De la búsqueda de la precisión a cronometrador oficial de los JJ.OO.: así nació la marca de relojes Omega

  • Es cronometrador oficial de los Juegos Olímpicos y ha viajado numerosas veces al espacio, no es de extrañar que sea una de las marcas más reconocidas en el mundo de la relojería

Los relojes son el complemento ideal para hombres y mujeres. Una pulsera del tiempo que puede acompañarte cada día y que marcan tu estilo dándote un toque elegante. Eso con los de diario, luego hay reliquias o diseños más peculiares que guardas para esas ocasiones especiales y que reflejan a la perfección tu personalidad. Los relojes de lujo son ideales para cualquier evento en el que más de uno se fijará en tu muñeca, lo que puede que esa persona no sepa es la historia que hay detrás de tu reloj. Porque claro, cada marca ha recorrido un camino para llegar hasta donde está hoy, como los relojes Omega, una firma con más de 170 años de recorrido.

Los primeros pasos

Hay que remontarse hasta 1848 para conocer el nacimiento de la marca relojera Omega, fundada por un joven Louis Brandt que instaló un humilde taller en el pueblo suizo de La Chaux-de-Fonds. En ese pequeño taller Brandt buscaba la mayor precisión para sus relojes y, como no, la consiguió, volviéndose algo famoso en suiza y poco a poco expandiendo su fama por Europa. En 1879 falleció, pero lejos de que su legado se perdiese, sus dos hijos, Louis-Paul y César Brandt, se hicieron cargo de la relojería y se mudaron a la ciudad de Biel/Bienne un año después.

En 1885 comenzó una andadura prometedora al producir su primer calibre en serie, el Labrador, con grandes resultados. Pero lo que realmente les empujó aún más hacia el éxito fue la creación del primer reloj de pulsera con repetición de minutos del mundo en 1892. Dos años después los hermanos Brandt crearon un nuevo calibre de 19 líneas, producido en serie y siendo un auténtico éxito gracias a su exquisita precisión y la innovación que tenía. Este calibre fue bautizado como Omega y gracias a él comenzaron a expandirse y a ser reconocidos por todo el mundo. Tal fue el éxito que decidieron que la empresa se llamase Omega Watch Co, convirtiéndose en 1903 en el mayor fabricante de relojes acabados en toda Suiza.

Precisión para el deporte

A principios del siglo XX, y gracias a su gran precisión, Omega comenzó a ser cronometrador oficial de eventos deportivos, especialmente en Suiza, aunque luego comenzó a expandirse también por otros países. En 1909 la firma tuvo la oportunidad de cronometrar la Copa Gorn¡don Bennett, una peligrosa carrera de globos.

Durante décadas Omega siguió mejorando para continuar en el número uno de relojes de precisión hasta que llegó su gran oportunidad para cronometrar los Juegos Olímpicos de 1932 en Los Ángeles en todas sus disciplinas. Desde entonces Omega se ha convertido prácticamente en todos los Juegos Olímpicos en cronometrador oficial, mejorando su precisión de una manera espectacular en menos de 100 años. En el 32 Omega también lanzó el primer reloj de buceo, que era totalmente impermeable hasta 135 metros de profundidad.

El reloj lunar

En 1948 la marca cumplió 100 años y para conmemorar tal fecha se lanzó el Seamaster, un reloj de lujo que resistía una gran altitud en tierra y aire pero también era perfecto para bajar a las profundidades marinas. Casi una década después, en 1957, Omega presentó tres de sus relojes más icónicos, el Speedmaster, el Seamaster 300 y el Railmaster. Precisamente el Speedmaster llegó hasta el espacio en 1962 de la mano del astronauta Wally Schirra, con el que orbitó la Tierra durante más de nueve horas.

Tres años después, en 1965, el Omega Speedmaster fue certificado por la NASA para las misiones espaciales tripuladas al superar todas las pruebas a las que se expuso. Desde 1969 mucha gente conoce a este reloj como “el Moonwatch”, pues fue el que acompañó a los astronautas que pisaron por primera vez la Luna después del aterrizaje del Apolo 11. Además de visitar la Luna y el espacio, el Speedmaster también se ha enfrentado a grandes desafíos en la Tierra, pues en 1989 acompañó a Reinhold Messner en la primera travesía mundial de la Antártida a pie que duró tres meses y en la que tuvo que soportar temperaturas de -40ºC.

El reloj de 007

Desde 1995 se podría decir que el Omega Seamaster es el reloj de James Bond desde que apareció por primera vez en “Goldeneye”, protagonizada por Pierce Brosnan. Ese mismo año Omega no dejaba de marcar su exclusividad, pues se eligió a la modelo Cindy Crawford como embajadora de la firma. Con presencia en el mundo de la moda, continuó su aventura en el mundo del cine apareciendo el Seamaster Diver 300M en “El mañana nunca muere”, en “El mundo no es suficiente”, y en el resto de películas protagonizadas por Brosnan y Daniel Craig.

Justo en el 2000 se abrió la primera boutique de Omega en Zúrich, donde se reunía toda la colección de la marca, un éxito que ha conseguido que las tiendas se expandan por todo el mundo. Mientras, James Bond sigue apostando por la marca para sus misiones, aunque con cambios en el modelo, pues en “Quantum of Solace” el Seamaster Planet Ocean 600M Co-Axial es el elegido.

Daniel Craig y Omega unieron fuerzas fuera de la gran pantalla en 2011 para apoyar a ORBIS International, una organización que trata la ceguera prevenible en las zonas más remotas del mundo en las personas más vulnerables. Para ello, la firma lanzó una edición especial: el reloj De Ville el Hour Vision Blue. Un año después, en 2012, Omega produjo el documental Planet Ocean para concienciar sobre la difícil situación en la que se encuentran los océanos, apostando de esta manera por reforzar su compromiso social y medioambiental como marca.

Omega continúa casi 200 años después siendo una de las marcas más reconocidas a nivel mundial por su calidad y precisión. Qué nos espera en los próximos años es toda una incógnita en una firma que siempre ha sido una adelantada a su tiempo. Por el momento habrá que investigar cuál es el próximo reloj que lleva James Bond en su nueva película.