Anunciar que te separas o divorcias suele generar caras de pena y desesperanza entre las familias y personas más cercanas; se concibe la idea de fracaso. No obstante, puede tratarse de todo lo contrario y suponer un acto de amor y aprendizaje para uno mismo y los hijos, ya que “la separación es un paso más en el proceso natural del ciclo vital”. Los terapeutas Gestalt, autores de 'Separada. Un acto de amor hacia ti y tus peques' (Ediciones Destino), resuelven varios interrogantes en torno a este tema.
Rocío de la Chica, máster en Educación emocional y periodista, y Miguel Ángel Corrales, pedagogo, máster en Logopedia y experto en Educación social, saben de lo que hablan porque ellos mismos han vivido este hecho a nivel personal y sus procesos individuales de separación los llevaron a una transformación personal y profesional. Tras sus respectivas separaciones apostaron por un trayecto común.
Ustedes difunden en sus redes sociales que cuando una pareja decide no seguir junta “no se rompe, sino que cambia de molde”, ¿a qué se refieren?
Rocío: A que un padre y una madre siguen siendo familia porque comparten ese vínculo al tener hijos comunes. Nadie duda de que unos hermanos con una relación conflictiva o incluso en la que no se dirigen la palabra siguen siendo familia. Sin embargo, esto no ocurre con las familias con padres separados, incluso aunque mantengan una relación cordial. Se sigue siendo familia sea la relación como sea.
En su caso han vivido separaciones conscientes y han formado una familia con hijos de sus anteriores relaciones. ¿Qué significa el término consciente y qué han aprendido de todo ese proceso?
Miguel Ángel: Cuando hacemos referencia a “separación consciente” estamos hablando de que cumpla con dos ejes vertebradores. Por un lado, que las decisiones se tomen después de un proceso de toma de consciencia, no desde la inercia o el piloto automático. Por el otro, en el caso de relaciones con hijos, que se pongan en el centro a los mismos, aunque eso signifique ir contra el criterio propio. En mi caso, por ejemplo, tuve que acceder a una custodia compartida progresiva por el bien de mis hijos, cuestión que no fue agradable para mí, especialmente al principio.
¿Por qué creen que la separación siempre se ha visto como un fracaso? ¿Creen ustedes que en algunas ocasiones puede ser así?
Rocío: El divorcio en este país tiene una historia muy reciente, es sólo legal desde 1981, por lo que no han pasado las generaciones suficientes para cambiar las creencias y las percepciones. No olvidemos que nuestro sistema social está apoyado fuertemente en un modelo familiar único y que cualquier modelo que lo ponga en cuestión es interpretado como una postura “antisistema”. Desde nuestro punto de vista la separación es un paso más en el proceso natural del ciclo vital, entonces nunca puede ser un fracaso. Por lo tanto, se convierte en una oportunidad de aprendizaje si se sabe aprovechar.
La idea de fracaso está condicionada por la historia sociocultural y religiosa de la que venimos. Es importante mirar hacia atrás para entender por qué hoy pensamos lo que pensamos y cómo lo pensamos y así, a partir de ahí, redefinir qué es éxito y qué es fracaso para cada persona.
En su libro hablan de la culpa. ¿Creen que es el gran punto para que muchas parejas no se atrevan a dar el paso y liberarse?
Miguel Ángel: Sin duda. En el momento en el que la persona consigue liberarse de la culpa, se encuentra con la responsabilidad y, desde ahí, queda la acción. La culpa infantiliza y es un instrumento de dominación bien articulado para la autorregulación. Cumple una función muy clara instaurada en nuestra cultura judeocristiana. La responsabilidad libera.
¿Cada individuo se conoce más profundamente durante un proceso de separación? ¿Qué puede aprender?
Rocío: Una separación consciente no puede llevarse a cabo sin asumir un proceso de crecimiento personal. Nosotros entendemos la separación como una oportunidad de aprendizaje y autoconocimiento. Pero esto no está asegurado, es algo que se elige, pues hay quien pasa por el proceso sin aprovechar dicha oportunidad e incluso anclándose en el rol de víctima.
En nuestras consultas comprobamos a diario que la separación o el divorcio reabre heridas que poco o nada tienen que ver con la relación de pareja y la separación, aunque sí con la historia de vida y la infancia de cada persona. En la medida en la que cada uno tome conciencia de todo lo que se está moviendo en su interior, podrá aprovechar esa situación para sanar sus heridas y relacionarse en el mundo de una manera más sana para sí mismo.
¿Puede un hijo ver en su padre o en su madre un ejemplo a seguir al verlos abandonar ese “lugar” que les hacía estar mal?
Miguel Ángel: Este es uno de los mayores regalos que unos progenitores pueden hacerles a sus hijos. Los jóvenes aprenden por lo que ven hacer a sus referentes, no a través de lo que estos les dicen que tienen que hacer. Una pareja unida por el miedo a separarse ofrece peor ejemplo que unos padres separados desde el amor y el respeto.
¿Pueden darme unas pistas para salir de un matrimonio en el que no se desea estar?
Rocío: Pregúntate cómo te sientes en tu matrimonio, si te sientes a gusto, respetad y amado. Pregúntate qué te gustaría hacer y entonces imagina a tu hijo con 40 años viniendo a contarte cómo se siente, ¿qué le dirías? Dite lo que le diríais a ese hijo. Recuerda que somos ejemplo y que lo que no sanamos personalmente lo trasladamos intergeneracionalmente.
Pregúntate si no existiera ningún miedo, ninguna creencia limitante ni ningún juicio en torno a lo que quieres hacer, ¿qué harías? Eso es lo que necesitas hacer y si no te atreves, busca ayuda para tener el apoyo necesario. Pon atención a las señales de la vida, pues esta nos susurra. Si no la oímos, entonces nos sube el volumen y nos habla y si seguimos sin oírla, vuelve a subir el volumen y nos grita. Nada es casualidad, observa y escucha más allá de los ojos y los oídos.
¿Cuáles son para ustedes las frases más acertadas para explicar a los hijos que van a separarse?
Miguel Ángel: Aunque es importante hablar, debemos hablarles menos y escucharlos más. Asimismo, ha de haber coherencia entre lo que se les dice a los hijos y lo que se hace. Por ejemplo, "es una decisión de la pareja por el bien de todos y todos seguiremos siendo familia", "no tenéis que elegir a uno de los miembros de la pareja y es bueno y natural querer a ambos" o, por último, "la pareja deja de existir, pero el rol de madre y de padre es para toda la vida.
Tras una separación, ¿qué puntos clave deben llevar a cabo los progenitores con sus hijos para que estos últimos se encuentren a gusto cuando estén con cada uno?
Rocío: Es muy importante dejarles espacio para que se expresen tal y como se sienten sin menospreciar sus emociones y tampoco dramatizando la situación. Resulta necesario hacerles ver que no deben cuidarnos, que ya nos cuidamos como personas adultas que somos, para no cargarles con una responsabilidad que nos les corresponde. Es fundamental también hacerles sentir libres para disfrutar cuando están con o sin nosotros, para que no se sientan culpables ni desleales por estar bien, aunque no estemos presentes.
Tras la separación, ¿cómo consensuar con tu expareja algunas condiciones para seguir teniendo contacto, pero sin traspasar ciertos límites y no sentirse invadido?
Miguel Ángel: En este sentido, se trata de sentido común, pues no es algo estándar y genérico para todas las familias, sino que varía mucho según las edades, el tipo de vínculo que se tiene y las necesidades y preferencias de los hijos en común. En la etapa adolescente se puede acordar con ellos un número de llamadas con el progenitor no custodio, atendiendo a sus preferencias y teniendo presentes sus opiniones.