Ni contigo ni sin ti: "No es posible enamorarse una segunda vez de una persona cuando se ha roto el amor"

  • Gloria y Quique se separaron y, sin embargo, han seguido viéndose esporádicamente e intentando volver

  • Hablamos con una experta psicóloga: "Es imposible a no ser que haya habido mucha tierra de por medio"

  • Ojo con confundir el amor con un 'más vale malo conocido' o con el miedo a conocer alguien nuevo

Una pareja intenta vivir su reencuentro con la misma intensidad que transmitieron Jennifer Aniston y Brad Pitt ante la mirada de millones de personas. El resultado es, sin embargo, bastante más desastroso. ¿Será el momento de buscar un nuevo amor? Gloria está a punto de cumplir 51 años, igual que Jennifer Aniston. Tiene el cuerpo estupendamente tonificado y una piel más que aceptable. Sin embargo, entre sus camisones no ha encontrado satén suficiente para que se obre en el corazón de su expareja un milagro similar al que nos regalaron la actriz, con su sugerente vestido color marfil, y su exmarido Brad Pitt durante la entrega de premios SAG.

Desde que separó, hace tres años, Gloria y Quique viven una especie de amor intermitente que empieza a resultar muy doloroso, Ya se sabe: ni contigo ni sin ti. "El afecto continúa y me encuentro cómoda así. Podríamos durar una eternidad girando una y otra vez sobre nosotros mismos sin llegar a ningún puerto", confiesa decepcionada. El cruce de miradas entre Pitt y Aniston le hizo creer que las mariposas pueden volver al estómago incluso 15 años después y que no hay mal que cien años dure.

Sin embargo, los síntomas no auguran un buen diagnóstico: "Mi matrimonio se rompió por agotamiento, incompatibilidad de caracteres, falta de pasión… Lo habitual. Por alguna razón, nunca se cerró. Y en más de una ocasión nos hemos planteado la vuelta. El empeño le está robando la energía", continúa.

Lo que Gloria desea es volver a sentir ese aleteo único de aquella primera vez con Quique, hace algo más de dos décadas. Lejos de eso, nota que cuando se ven los corazones se mantienen en su frecuencia habitual y no parece que sus flujos sanguíneos se alteren en exceso. ¿Qué fue de aquella increíble sensación que se apoderaba de los dos cada vez que se aproximaban, que hasta la voz parecía que se les quebraba? ¿Acaso es imposible reenamorarse de alguien tras una ruptura? Ella empieza a sospecharlo: "No es posible enamorarse una segunda vez de una misma persona una vez roto el amor".

¿Qué dicen los psicólogos expertos?

Contamos con la opinión de la psicóloga Pilar Cebrián: "Enamorarse como tal por segunda vez de la misma persona solo es posible si ha habido suficiente tierra de por medio. En ocasiones, se retoman antiguas relaciones ante una sensación de 'más vale malo conocido...' y esto es un gran error". ¿Su consejo? "Es preferible invertir energía en la búsqueda de una persona afín, aunque esto requiera un esfuerzo extra, que obligarnos a aceptar a alguien que en algún momento no fue suficiente y nos llegó a desenamorar".

El amor tiene un elemento químico difícil de explicar. Está o no está. Por eso, lograr que surja por segunda vez es realmente complicado. "Más bien, podemos conformarnos por segunda vez. Enamorarnos no lo veo tan fácil", aclara la psicóloga rompiéndonos la fe en aquello de que "donde hubo fuego quedan brasas”. Hemos oído bien: "Ni fuego ni brasas".

¿Comodidad o amor?

Cebrián lo llama comodidad. "Conocer a alguien de nuevo -explica- es un estímulo que puede ser apasionante o dar miedo. Vivimos en un mundo muy estresante que nos lleva a la ley del mínimo esfuerzo. Creo que esto lo estamos aplicando también en el mundo del amor. Queremos todo invirtiendo muy poco. Y las cosas que valen la pena cuestan un esfuerzo. El amor es generosidad y conformarnos autoconvenciéndonos es la opción más sencilla". Esta sería la razón de por qué somos capaces de aceptar amores con muchas brechas con tal de no enfrentarnos al rechazo o al sufrimiento que supondría emprender una aventura diferente.

La culpa es de la serotonina y del misterio

Las imágenes de reencuentros icónicos puede que no sean más que cabriolas mediáticas con mucho tirón, puro camelo. Lo que ocurra de verdad en sus cerebros es otro cantar. De nuevo dejamos que hable Cebrián: "Cuando conocemos a una persona por primera vez, el cerebro segrega una serie de neurotransmisores que nos convencen de que estamos enamorados. La mujer libera testosterona para estar más sexual y el hombre serotonina para estar más cariñoso. Esta química solo se produce al principio de una relación, para procrear la especie. Es algo instintivo".

En una segunda oportunidad, esto no se genera de la misma manera. Ya nos conocemos, y lo nuevo no existe. No se desencadena ninguna ciclogénesis explosiva. Lo que les ocurre Gloria y a Quique es que focalizan sus intentos de vuelta en el beneficio de lo familiar porque la sorpresa no aporta esa parte de aventura que existe al iniciar otra relación. "Nos aferramos -añade la psicóloga- a argumentos que generan tranquilidad en nuestro cerebro para no tener que lidiar con esa incertidumbre que tanto odia nuestro cerebro, debido a la cantidad de energía que consume y a la necesidad de crear nuevas conexiones neuronales".

Pensar juntos en los errores

El anhelo de ese momento idílico, con una intensidad más cinematográfica que real, nos impide recordar que el final de la relación seguramente no llegó con la princesa y el príncipe a lomos de un caballo blanco. Cualquier precaución en este amor al segundo intento es poca. "Para empezar -aconseja Cebrián-, habría que pararse a pensar juntos en los errores que llevaron a la ruptura. Somos seres que tendemos a caer dos veces en la misma piedra y con bastante incapacidad para hacer autocrítica. Si queremos que la historia sea diferente, tendremos que comprometernos a hacer las cosas de otro modo. Pero no todas. Es necesario sentarse a negociar y valorar lo que funcionó y lo que no en la primera vez, planteando un camino original".

La gran ventaja en las segundas oportunidades es que conocemos las brechas. Este conocimiento es muy valioso para no repetir los mismos patrones y taparlas antes de que se puedan volver a abrir. Gloria termina la entrevista con este propósito, pero con cierta decepción al ver que se desvanece su fe en ese manojo de sustancias químicas en el cerebro que, aun sin conocerlas bien, sabe que ejercen una poderosa fuerza de atracción de los cuerpos.

Puede que vuelva a probarse su camisón de satén blanco, pero debe asumir que hace años la pareja agotó el momento pasional y su empeño en revivirlo se ha vuelto, en cierto modo, neurótico. Es posible que, después de un tiempo clarificador, una nueva oportunidad posibilite una convivencia fresca con una mejor gestión de los sentimientos e intereses, pero hay algo en lo que la naturaleza humana parece mostrarse inquebrantable: solo podemos enamorarnos una sola vez de la misma persona, aunque la sigamos queriendo toda la vida.