Las mejores seis islas Cícladas para visitar este 2024: de Paros a Santorini

Al sur del Mar Egeo, entre la Grecia continental y Turquía, se reparte caprichosamente el archipiélago de las Cícladas formando una especie de círculo de 200 islas alrededor de Delos, casi en el centro y además la más sagrada desde los primeros tiempos. Nos gustaría pasearlas todas, pero la disponibilidad nos lo impide, así que en Uppers hemos hecho una selección de las mejores seis islas Cícladas para visitar este 2024.

Aguas transparentes, playas de arenas pulidas, pueblitos encalados, puertas y ventanas azules a juego con las cúpulas de pequeñas basílicas, carreteras para perderse, balcones a un mar turquesa, rica gastronomía que atraviesa culturas, vinos de tierras volcánicas, ruinas griegas o yacimientos arqueológicos son algunos de los reclamos de este enclave donde finaliza el Mediterráneo.

Cuentan que en las Cícladas han aparecido vestigios de haber sido habitadas desde el año 5.000 a. C. En ellas nació la primera civilización occidental, la cicládica, casi dos mil años antes que la griega. A estos mares llegaban atrevidos viajeros desde Asia Menor para comerciar e intercambiar mercancías entre continentes. Precisamente, en estas islas era muy común la obsidiana, un vidrio volcánico que se utilizaba para cortar y se exportaba a tierras bañadas por el Egeo.

El archipiélago fue dominado por los Ptolomeos de Egipto y por los atenienses en la época romana con periodos de gran prosperidad gracias a ese comercio. Después, las islas se convirtieron en un refugio seguro para los piratas que extendieron su poder hasta la Edad Media. Todos esos restos de la civilización griega fueron desapareciendo desde el siglo V d. C. porque los habitantes cristianos aprovecharon los cimientos de los templos griegos para construir sus propias basílicas. Actualmente, varias islas se encuentran inmersas en proyectos de excavación de importantes yacimientos arqueológicos que se han ido encontrando como el de Akrotiri en Santorini, Filakopí en Melos, Skarkos en Ios, Paroikia en Paros o Strófilas en Andros.

Si se contara con todo el tiempo del mundo, lo idílico sería ir navegando de una isla a otra y quedarse a ver pasar los días sin prisa en cada una de ellas siempre que se pueda, pues algunas no están habitadas. Lo habitual es ir de vacaciones atacados y querer exprimir hasta el último minuto de modo que en esta ocasión vamos a recorrer las que son imprescindibles en una primera incursión: Mikonos, Delos, Naxos, Paros, Amorgos y Santorini.

1. Mikonos

En temporada alta hay vuelos que enlazan España con Mikonos y de forma permanente se llega en avión desde Atenas o desde el propio puerto de El Pireo. La capital de la isla, Chora, es absolutamente preciosa. Empuja a perderse por sus callejuelas encaladas mientras el olor de las chillonas flores rosas de las buganvillas invade el ambiente. Cayéndose en el mar, está Mikri Venetia o Pequeña Venecia, el barrio de restaurantes que presumen de balcones que se asoman al agua.

En ellos se puede probar la gastronomía típica como el kopanistí, un queso cremoso con pepinillo, aunque a precios algo más caros que en otros rincones. Aun así, la experiencia y el lugar merecen la pena, además, desde aquí también se contemplan los famosos molinos de viento. En cuanto a las playas, las más conocidas son Psaroú, ubicada al sur y de ambiente familiar, la nudista Paradise o Kalafátis, en el norte y la elegida para la práctica de submarinismo y windsurf.

2. Delos

A la isla de Delos, una de las más pequeñas de las Cícladas, se puede llegar en 40 minutos en barco desde Mikonos. El lugar es Patrimonio de la Humanidad porque alberga las ruinas más sagradas de la antigua Grecia. La mitología decía que aquí nacieron Apolo-Helios, el dios de la luz del día, y Artemis-Selene, la diosa de la luz de la noche. Para los griegos esto significaba que en Delos nació la luz, desde siempre, un bien que era el más preciado para ellos.

3. Naxos

A hora y media de navegación desde Mikonos se encuentra Naxos. La isla es la de mayor tamaño del archipiélago y la más fértil de todas. Así está plagada de kastros de los primeros tiempos de la civilización cicládica y de antiguos castillos de estilo veneciano. En cuanto a sus ruinas destaca la Portara, una puerta de mármol que preside las alturas y que hubiera sido la entrada a un templo dedicado a Apolo y que nunca se llegó a construir. La recomendación es alquilar un vehículo para conocer dos preciosos valles, el de Melanes y el de Tragaia.

4. Paros

Paros está a una hora de Naxos en barco. El mármol del lugar ya era famoso en la época griega y de sus canteras partió hasta Atenas para que Alejandro de Antioquía esculpiera la Afrodita de Milo, conocida como Venus de Milo, entre los años 130 a. C. y 100 a. C. Actualmente se puede contemplar en el Museo del Louvre en París.

Además de los brillos del mármol, en la isla destacan sus playas de aguas cristalinas en las que desembarcaban los piratas; la capital Parikiá, con una gran vida nocturna; o la iglesia bizantina de Panagia Ekatontapyliani, Nuestra Señora de las Cien Puertas. Otro reclamo de la isla es recorrer la Carretera Bizantina entre olivos, romero y tomillo.

5. Amorgos

Amorgos es larga y estrecha, con una sola carretera que la atraviesa y muchas playas a las que solo se llega en barco. Al sudeste está el puerto de Katapola, con un laberinto de callejuelas inmaculadas e iglesias con sus bóvedas azul añil. En su bahía está la encantadora iglesia Agios Pantaleimon. En la misma localidad se puede acceder al Museo Arqueológico, ubicado en una casa veneciana del siglo XVI. Por su parte, excavado en la roca y a 300 metros sobre el mar, se construyó el monasterio Panagia Chozoviotissa en el siglo XI, para alojar la imagen de la Virgen María. Todo el paisaje de la isla es increíble y ya dio cuenta de ello Luc Besson cuando lo eligió para filmar la película El gran azul en 1988.

6. Santorini

Junto a la isla de Mikonos, Santorini es una de las islas más conocidas. En temporada alta ambos enclaves reciben la llegada continua de miles de cruceristas con lo que los viajeros experimentados aconsejan quedarse en la playa mientras vuelven a embarcar todos esos pasajeros, que dejan libre las tardes y las noches para conocer con más tranquilidad los rincones de las islas.

Santorini se originó tras una erupción volcánica hace 3.500 años haciendo crecer la isla en forma de medialuna y creando unos acantilados de vértigo. Los primeros pobladores la llamaron Thira, pero los venecianos la bautizaron como la conocemos ahora en honor a Santa Irene. Precisamente, en los bordes de sus acantilados se asienta el pueblo de Firá, un auténtico balcón al mar desde el que se divisa que la tierra es redonda. Repleto de escaleras empinadas, casas encaladas e iglesias con tintes azules aquí se puede llegar desde el puerto subiendo 580 empinados escalones, en burro o en funicular. Otros lugares imprescindibles son la ciudad de Oia, a 300 metros sobre el mar, la playa Roja o la playa Blanca y las ruinas de la ciudad minoica de Akrotiri.