Tocar las estrellas en un vuelo de los que suben más alto: un placer exclusivo de varios miles de euros

  • Algunos vuelos privados alcanzan una altura de más de 13.500 metros, cuando lo habitual en los vuelos comerciales es volar a unos 11.000

  • El "techo de vuelo" es una de las principales limitaciones que tienen los aviones para no ir a más altura de la establecida

Viajar lo más cerca posible de las estrellas está restringido a unos pocos, a ser un sueño que podemos alcanzar con unos buenos ahorros para darnos un capricho o eligiendo bien el vuelo en el que viajamos. Los jets privados alcanzan una altura por encima de los 13,5 kilómetros desde el suelo, pero no solo tienen esa ventaja. Analizamos por qué alcanzan esas cotas y qué les hace tan especiales.

El techo de vuelo, la clave

La clave aquí es el "techo de vuelo", es decir, la altitud máxima en la que una aeronave puede cumplir correctamente las funciones para las que ha sido concebida. Este techo es ineludible, es decir cada tipo de aerorreactor (turbohélice, turborreactor, turbofán… etc.) tiene un techo de vuelo diferente.

"No le puedes pedir a una avioneta que vuele a 9.100 metros ni a un avión comercial que vuele a 3.000 metros. El primero no puede ya que alcanza su techo de vuelo a menor altura. El segundo si puede volar a esa altura, pero no está diseñado para que el punto óptimo de vuelo sea a esa altura", nos indica Nicolás Becerra, de la Sociedad Aeronáutica Española (SAE).

Además, ese techo de vuelo también está limitado por el oxígeno, necesario para que el motor pueda seguir funcionando a reacción. Cuanta más altura, menos oxígeno, y es por eso que los aviones comerciales, con unos motores más grandes que los jets privados, no puedan volar a su misma altura.

Los jets privados son los que más alto vuelan

Volar alto está estrechamente vinculado con el dinero. Si te puedes permitir viajar en un jet privado estarás más cerca de las estrellas. Lo más habitual que podemos encontrar en el radar es multitud de aviones del tipo Dassault Falcon 8X o Bombardier Global volando cerca de los 13.500 metros de altitud.

Este tipo de aviones son capaces de volar a esa altura porque están equipados para ello y porque ahorran costes.

"A este tipo de jets les interesa mucho volar a grandes alturas por el mero hecho de lo 'pequeños' que son. Ser pequeño es sinónimo de llevar poco combustible, lo que se traduce en baja autonomía. La idea es simple: a mayor altura, menor resistencia con el aire, lo que requiere menor gasto de combustible, dando lugar a una mayor autonomía", nos explica Becerra.

Otro de los motivos por los que vuelan más alto es para evitar tráfico aéreo. A la altura "estándar" a la que vuelan los aviones comerciales más comunes es bastante habitual ver las aerovías saturadas, así que la altura y la "limpieza" de tráfico también está reservada para los que más pueden pagar. Sirva esta imagen de una tarde cualquiera sobre el hemisferio norte para ver los numerosos aviones que ocupan las aerovías.

Además, muchos de estos aviones son capaces de aterrizar en pistas más cortas que las habituales y, por eso, su rango de aeropuertos es mucho mayor. ¿Esto qué significa? Aterrizar, por ejemplo, en los aeropuertos de Teterboro o La Guardia, prácticamente pegados a Manhattan, no es lo mismo que hacerlo en el JFK, a más de una hora en coche con el tráfico neoyorquino. O hacerlo en el London City Airport, dentro de la ciudad londinense y ahorrarse el trayecto desde Heatrow o Gatwick. En definitiva, tiempo y dinero se dan de la mano en el caso de la aviación privada.

Cuánto cuesta alquilar un avión privado

Es la pregunta del millón. Disponer de un avión privado para volar más cerca de las estrellas y más rápido está al alcance de muy pocos, pero alquilar un avión, con su tripulación, para darte un capricho junto con tu familia, es más asequible.

Según la compañía Europair, si queremos viajar desde Madrid hasta el London City el día 16 de marzo los precios oscilan entre los 10.500 euros de la opción estándar, con un vuelo de 2:25h, hasta los 23.200 que cuesta lo más premium, en un avión VIP con cocina gourmet, sistemas de entretenimiento, teléfono vía satélite, zonas de reunión, de descanso, varios baños privados, azafatas y todo el equipaje que quiera.

Si nos queremos ir desde Madrid hasta el citado aeropuerto de La Guardia, en Nueva York, hay que preparar la chequera. En este caso, el precio base son 55.700 euros y la opción más premium asciende hasta los 68.700 euros. Sin duda, para el bolsillo de los más privilegiados.

Para vuelos internos en España hemos hecho el cálculo para un trayecto entre Barcelona El Prat y A Coruña, y la opción más barata, en este caso, es de 8.400€ y un tiempo de vuelo de 1:35h. Si queremos algo más top, el más caro son 19.500 euros, pero nos prometen una experiencia exclusiva y máxima comodidad.

Los aviones comerciales que alcanzan más altura

Viajar en un avión comercial y pasar de los 12.000 metros de altura en velocidad de crucero es algo excepcional. "No están diseñados para volar tan alto", indica Becerra. "Siempre tienen un margen de diseño por lo que probablemente sí que podrían volar físicamente por encima de lo que lo hacen, pero gastarían mucho combustible y la vida del motor sería inferior por no trabajar en su régimen óptimo de revoluciones".

Sin embargo, existen vuelos que sí los sobrepasan. Un claro ejemplo son algunos de los proceden desde Asia hasta Europa cruzando la parte más al norte de Rusia.

En América del Sur también hemos podido detectar dos vuelos comerciales, tan solo dos, que viajan a más de 13.000 metros de altura en trayectos relativamente cortos.

A pesar de estas excepciones, lo más habitual es que los aviones comerciales no suban a más de 12.000 metros por cuestiones operativas y físicas, aunque su máximo de fabricación sea superior. Por ejemplo, el A380 está capacitado para volar hasta los 13.115 metros de altura y, sin embargo, suelen volar entre los 11.500 y los 12.200 metros.

El caso del Concorde y el Túpolev Tu-144

Aunque ahora lo más habitual es que los aviones comerciales, como hemos visto, no asciendan a más de 12.500 metros, hubo una época en la que surcaban nuestros cielos dos auténticas flechas capaces de volar a casi 2.500 km/h y a 18.000 metros de altitud. Hablamos, claro, del Concorde, de fabricación francoinglesa y el Túpolev Tu-144, de origen ruso. Ambos, aunque corrieran distinta suerte en el ámbito comercial, eran aviones supersónicos y contaban con varias particularidades que los hacían especiales.

Usaban el cristal más fuerte jamás fabricado para las ventanillas que, a su vez, eran pequeñas para reforzar el fuselaje y mitigar la gran diferencia de presión que existía entre el interior de la cabina y el exterior. La pintura del avión, además, era especial y tenía que ser siempre blanca para que pudiera distribuir el calor que se producía en el morro por la fricción con el aire.