¿Por qué no deberías abrazar a tu perro?

Quien tiene un perro sabe que es un miembro más de la familia. Por eso mismo, muchas veces cuesta salir unos días de vacaciones sabiendo que necesitas dejarle en una guardería o a cargo de alguien de confianza que sabes que le cuidará como se merece. Con el verano ya más que avanzado, algunos ya habrán terminado sus vacaciones, regresado por fin a casa teniendo ese gran encuentro con su perro. Una alegría y una emoción que probablemente se materializará con un abrazo y unos achuchones. Pero lanzamos una pregunta ¿realmente es bueno abrazar a los perros? O más concreto, ¿les gusta a ellos que los abracemos?

¿Por qué no les gusta?

Existen estudios psicológicos sobre el comportamiento animal que pueden ayudar a despejar esta duda. Alexandra Horowitz, experta en comportamiento animal, explicaba a Business Insider que muchos gestos que los perros pueden hacer al ser abrazados, pese a que parezca que implican felicidad, pueden significar lo contrario. Una de las teorías señala que se podría causar daño físico en ellos, en concreto en su columna, no adaptada para recibir abrazos.

¿Cómo podrías detectar si de verdad no le gustan los abrazos? Algunas de las señales son que agache las orejas, gire la cara, bostece, gruña o intente irse. Por lo general, los perros suelen mostrar más de un síntoma. Stanley Coren, de la Universidad de Columbia Británica de Canadá, está especializado en comportamiento canino y ha estudiado este aspecto de los perros.

El experto tomó 250 fotografías aleatorias de personas abrazando a sus perros, detectando como un 82% de ellos mostraba varios de los signos de incomodidad, una mayoría. Según explica, al abrazarlos ellos pueden sentir que los estamos reteniendo o bloqueando, aunque también pueden llegar a sentir que los estamos tratando de dominar, de ahí que se incomoden.

Cómo mostrarles nuestro cariño

Sin embargo, esto no quiere decir que a los perros no les guste el contacto con nosotros, solo que el abrazo no es un gesto con el que se sientan cómodos o seguros. Por eso mismo, prefieren que se les acaricie o les rasquemos el cuello o la barriga.

En caso de abrazarles, no hay que hacerlo fuerte, y el mejor pasar solo un brazo por su lomo y luego colocar la mano en la barriga o en el pecho, así no se sentirán tan incómodos. Y desde que veas que se agobia, no lo retengas y deja que se marche o retira tu brazo para liberarlo por completo.