María, hija del piloto Álex Crivillé, sobre los trastornos alimentarios: "Hay que vigilar siempre. Es muy fácil recaer"
Tras sufrir acoso escolar, María Crivillé desarrolló una anorexia y una bulimia que la llevaron a estar ingresada y permanecer separada de su familia
Hoy la joven se prepara para competir en carreras de raid, una prueba deportiva en la que es fundamental la confianza entre jinete y caballo
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Maria Crivillé, hija del expiloto de motociclismo Àlex Crivillé, tiene 19 años y una madurez a prueba de bombas forjada, seguramente, durante el periodo escolar. Lo que para algunos niños ha sido un paso feliz entre compañeros, juegos y estudios para María supuso conocer el bullying en primera persona. El acoso primero fue verbal, luego físico y luego paso a las redes sociales.
Con él llegó primero la anorexia y luego la bulimia, unos trastornos que le hicieron pasar por el hospital en dos ocasiones. "Primero llegó la anorexia, pero como mi cuerpo no toleraba estar tantas horas sin comer, terminé desarrollando bulimia. Todo fue consecuencia del acoso escolar que sufrí en el colegio y de los típicos problemas en casa, pero, sobre todo, del bullying. Aunque todo comenzó en 6º de primaria, la etapa más fuerte fue en 1º y 2º de la ESO, que fue cuando me ingresaron. Al principio, el acoso se manifestaba en comentarios verbales, pero luego se volvió físico, e incluso llegó a extenderse a las redes sociales", afirma en La Vanguardia.
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Solidaria y feliz
Hoy estudia un grado medio de personas con dependencia e integración social para poder ayudar a quienes puedan estar en risego emocional como ella lo estuvo. Pero permanece vigilante. Los trastornos alientarios, como los de que cualquier tipo que implican un desorden en la gestión de las emociones, siempre están ahí. "Nunca se supera por completo. Hay épocas de mi vida en las que mi cabeza me dice: 'Vigila, es muy fácil recaer", asegura con firmeza. Su experiencia con la enfermedad le enfrentó a la soledad. "A los 11 años sufrí bullying en el colegio y eso derivó en bulimia. Yo no decía nada porque me daba vergüenza hablar sobre el tema, entonces no había tanta información como ahora. La primera vez estuve tres meses ingresada y después seguí un tratamiento en un hospital de día. Cumplí 13 años en el hospital. Un mes después de darme el alta me encontré fatal y me fui a otro hospital que fue fundamental para vencer mi enfermedad. Fue muy duro porque me pilló el covid y estuve cuatro meses sin poder ver a mis padres", explica de manera serena.
Animales redentores
Fue entonces cuando descubrió la terapia con animales a través de la Fundación Affinity. Los perros siempre fueron muy importantes en la familia Crivillé; de hecho, los consideran una parte más del clan.
En el caso de María, fueron su salvación. Las terapias asistidas de la Fundación Affinity resultaron un alivio para la joven. Fue así como descubrió que el vínculo con perros y gatos supone un apoyo social y la mejor manera de proporcionar salud emocional de las personas. ¿Cómo pueden ayudarnos? María está convencida de que ayudan mejorando "nuestra autoestima, confianza y seguridad. Son de gran apoyo en los problemas de salud mental".
De hecho, se hizo técnico de intervención con animales y comprobó de primera mano el beneficio de un niño con autismo al relacionarse con un perro, o la compañía que proporcionan a personas mayores que están en una residencia. "Es emocionante ver cómo motiva a esas personas a olvidarse de sus limitaciones y a salir de esa rutina y pasar un buen rato", afirma la joven.
Deporte terapéutico
Crivillé confiesa que el deporte también le ha ayudado a recuperar la serenidad. A semejanza de su padre, que actualmente se dedica a competir en raid con caballos, ella también practica con los caballos para poder competir en este mismo deporte. Su objetivo es correr en este tipo de competiciones en las que importa mucho la relación con el caballo. Tanto el jinete como el caballo tienen que confiar el uno en el otro para poder superar la prueba.
En el raid es fundamental preservar el bienestar del jinete y el del caballo. No se trata solo de ganar, sino de superar los obstáculos sin perjudicar la salud del animal, de quien dependemos para llegar a la metal final. ¿No debería ser ese también el principio de cualquier relación, incluso entre personas?