Durante la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente celebrada en Nairobi en 2019, se acordó "una reducción significativa de los plásticos de un solo uso para 2030". No obstante, lejos de acercarnos a esas cifras deseadas el aumento del uso del plástico ha crecido de manera exponencial en los últimos años.
La mayoría de los plásticos están hechos de petróleo, aunque hay otros biodegradables fabricados a partir de fibras de madera y algodón, pero con el inconveniente de que no resisten temperaturas superiores a 60ºC. Así pues, se deduce que la mayoría de los plásticos que utilizamos en la cocina proceden del petróleo y resisten bien a las temperaturas altas a las que se someten en el microondas, por ejemplo.
Un informe de la OCU recoge que el microondas es uno de los electrodomésticos más utilizados (el 60% de los usuarios varias veces al día), y el 87% los hace para recalentar comida. Además, en otro informe nos recuerda que solo los envases con el símbolo del microondas pueden calentarse en este electrodoméstico, con un 27% de los encuestados que no comprende el símbolo que garantiza su uso seguro en el microondas.
Un equipo de investigación de la Universidad de Almería ha comprobado que ciertos compuestos del plástico se traspasan a las patatas al cocerlas en las típicas bolsas de cocción al microondas. Los resultados concluyen, por primera vez, que durante este proceso se forman sustancias 'in situ' cuyo impacto para la salud es aún desconocido. Todo ello fruto del estudio: “Cocinar alimentos en recipientes de plástico aptos para microondas: formación in situ de una nueva sustancia química y aumento de la migración de polímeros de polipropileno”, publicado en Science Direct.
Los investigadores analizaron la comida envasada que se vende en los mercados, que atraviesa una serie de procesos que garantizan su seguridad alimentaria. Esto incluye el plástico que, si no recibe un tratamiento específico para soportar altas temperaturas, puede fundirse o provocar la migración de sustancias perjudiciales a los alimentos.
Los investigadores adquirieron patatas listas para cocinar al microondas en un supermercado español y determinaron que la bolsa de plástico estaba fabricada “de tereftalato de polietileno (PET) y polipropileno (PP) en las capas exterior e interna, respectivamente”. A su vez, prepararon y analizaron por triplicado estas patatas, que se vendían sin pelar ni cocinar, empleando diferentes métodos: crudas, hervidas en agua, cocinadas en microondas cubiertas en un vaso de vidrio y preparadas en plástico en microondas, a 800 W durante 7,5 minutos.
Lejos de ser inertes, ciertos plásticos sometidos al calor o al frío liberan dioxinas, sustancias venenosas y carcinógenas. Estas pasan a los alimentos en un proceso químico conocido como migración. Si bien algunos análisis apuntan a una sobreestimación del proceso de migración, el cruce de argumentos científicos llama a la prudencia.
Otro estudio reveló que muchas de las personas que usan con frecuencia el microondas no conocen el plástico adecuado en un alto porcentaje. Peor aún, usan cualquier envase y sobrecalientan los alimentos. Esto aumenta la posibilidad de migración de sustancias extrañas de la superficie del material a los alimentos.
A esto se suma lo que deriva de pautas de vida y trabajo que promueven el recalentamiento de comidas con alto contenido graso. De hecho, la migración se incrementa cuando se calientan productos con estas características y se extiende el tiempo de contacto.