¿Te obsesiona el dinero? Así nos relacionamos con él y así puede dañarnos el ánimo, el sueño o el corazón

  • Aunque no seamos conscientes de su capacidad de influencia, viven en nuestra psique y moldean nuestra actitud hacia nuestra maltrecha o próspera economía.

"Money makes the world go round", cantaba Liza Minelli en uno de los números más populares de 'Cabaret'. El dinero hace que el mundo gire, pero no puede condicionar nuestro ánimo y nuestros sueños vitales.

Según un estudio del Financial Health Institute, el estrés financiero puede provocar distintas enfermedades, algunas, como la depresión, relacionadas con nuestro estado emocional y otras tan graves como las cardiopatías, la diabetes o problemas crónicos del sueño. Casi un 40% de los participantes en este estudio afirmaban no dormir bien pensando en sus problemas económicos. Sin embargo, cómo nos relacionamos con nuestro dinero no es un problema que se exteriorice. "Probablemente si le dijéramos a alguien que tiene mala relación con el dinero, lo primero que diría es que no. Pero la realidad es que desde que nacemos empezamos a generar unas creencias relacionadas con el dinero”, explica la psicóloga Paloma Rodríguez.

Para esta experta, conocer nuestros sentimientos hacia nuestra economía es el primer paso para gestionar bien nuestro patrimonio, y, lo más importante, sentirnos bien. "Es muy importante plantearnos cómo percibimos el dinero, qué emociones nos produce, cuáles son nuestras creencias hacia él. Hacer este análisis nos permitirá saber qué cosas debemos trabajar y cambiar", asegura. Estas creencias surgen de las emociones que sentimos hacia él. Según sean estas emociones, nuestra relación con el dinero será de uno u otro signo. Para la psicóloga, "las emociones más comunes que aparecen ante el dinero son miedo, vergüenza, ira, angustia, rabia, frustración, euforia, alegría, felicidad… Siempre entre extremos de felicidad o frustración, emociones antagonistas por su carencia o su posesión”.

La experta va más allá: el dinero no solo mueve nuestras emociones, sino que genera una serie de patrones que van a condicionar la historia financiera de cada individuo. "Nuestra relación con el dinero está fuertemente conectada con nuestras emociones y con distintos patrones psicológicos que guían nuestras acciones, aunque no seamos conscientes de ellos". De la aversión a la necesidad de control, estos son los tipos de conducta que rigen entre nosotros y nuestro dinero.

Patrón 1 Aversión: "A saber de dónde ha sacado el dinero"

Este patrón corresponde a personas que tienen una relación muy mala con el dinero y todo lo material: han sido criadas en la creencia de que las personas que tienen dinero son deshonestas. Consideran que los que tienen dinero lo han robado o lo han ganado de manera inapropiada. En otras ocasiones subyace una baja autoestima. "Muchas veces no nos sentimos merecedores de éxito o riqueza y empezamos a tener pensamientos de carencia, quedándonos anclados en ellos y proyectándolos hacia el futuro", explica Paloma Rodríguez. Estas personas se criaron con frases como "a saber cómo ha conseguido ese tener tanto dinero", "seguro que ha robado para tener todo lo que tiene" o "pobre pero honrado".

Las emociones asociadas con esta forma de entender el dinero son enojo, irritabilidad, angustia… Una manera de reenfocar estas creencias es asumir que el dinero es una herramienta y no tiene una concepción social. Éticamente, lo importante es el uso que haces de él y eso depende de cada persona.

Patrón 2 Magia: "El dinero da la felicidad”

En este caso, el patrón corresponde a personas que piensan que el dinero da la felicidad y puede resolver todos sus problemas. Para estas personas, tengan lo que tengan nunca será suficiente. Suelen corresponder a perfiles de personas adictas al trabajo, que gastan sin control cuando no tienen todo lo que se les antoja. "Son personas que están en los extremos escasez-poder. Si no están en un extremo están en otro", advierte la psicóloga. En su opinión, "tendrían que reenfocar en buscar sus valores, explorar las emociones que sienten cuando hacen cosas que no tienen nada que ver con el dinero, así podrán encontrar esas cosas que les hacen realmente felices y potenciarlas en su vida".

Patrón 3 Status: "Eres lo que tienes"

La sociedad de consumo ha sido la principal impulsora de este patrón, identificado con aquellas personas que transfieren su bienestar hacia los bienes que poseen. La frase que mejor les define es "eres lo que tienes".

Este tipo de consumidores son capaces de endeudarse por mantener este status social en el que los máximos valores tienen que ver con la apariencia de lujo, opulencia y un elevado nivel de compras. Para la psicóloga, "este tipo de perfil debería reenfocarse en su valor personal sin sus posesiones. Debe aprender a ser feliz en la vida desde el ser, no desde el tener".

Patrón 4 El controlador: "cualquier precio es demasiado"

Estas personas necesitan controlar de una manera casi desesperada los ingresos y gastos. Este tipo de personas tiende a la austeridad, que llevada a su extremo desemboca en una conducta de avaricia y miseria. Cualquier gasto imprevisto les saca de su paz. Estas personas deben aumentar su zona de confort con el dinero e incluir en su presupuesto gastos que mejoren su vida y la de los suyos.

"Sea cual sea nuestro perfil", explica Rodríguez, "la manera más coherente de abordar este tema es asumiendo que el dinero nos hace la vida más fácil y cómoda, pero no debe ser el centro de nuestras vidas, por encima de nuestras relaciones y nuestra salud".

Emociones, exceso de confianza y optimismo...

Al margen de estos patrones, hay rasgos de nuestra psique que se ponen en movimiento ante el simple concepto del dinero. Son reacciones comunes que se dan en todos los individuos y que, según un estudio de The London School of Economics and Political Science, pueden resumirse así.

  • Sobrecarga cognitiva. Dicho de otra manera, cuando el dinero o la falta de dinero nos agobia por distintas circunstancias: situación de desempleo, circunstancias familiares u otros asuntos. En estos momentos es cuando solemos tomar las peores decisiones financieras. A veces son las más simples o cómodas, aunque no resulten las mejores a medio o largo plazo.
  • Peso emocional. Aquellas situaciones en las que no pensamos fríamente la decisión que debemos tomar porque las emociones tienen demasiado peso. Se crea entonces un conflicto de intereses entre la decisión que debes tomar y la que quieres tomar. Es muy frecuente que cuando decidimos algo de nuestra economía movidos por las emociones, terminemos arrepintiéndonos.
  • Exceso de confianza y optimismo. Quizá es el punto más fácil de entender: los típicos pensamientos de que siempre vamos a mejorar económicamente, que nos irá bien en el trabajo, que obtendremos nuevos ingresos… Pensando así es fácil tomar malas decisiones.
  • Recompensa instantánea. Algunas personas cuando desean algo quieren tenerlo ya, aunque paguen un precio más elevado. Si esta dinámica es habitual la consecuencia es que gastaremos cantidades innecesarias de dinero.
  • Hábitos de consumo. Algunas personas no conciben su vida sin comprar cosas de manera habitual. Y a veces el peligro está precisamente en los gastos pequeños que desembolsamos sin pensar precisamente porque son cantidades bajas. Son hábitos difíciles de cambiar que pueden desembocar en adicciones, por ejemplo en el caso del juego o de las compras compulsivas.
  • Influencia del grupo. La comunidad en la que nos movemos nos puede empujar a tomar una u otra decisión relacionada con el dinero. En algunos entornos está bien visto mostrar ciertas posesiones, mientras que en otros la ostentación está mal vista. Según sea el grupo al que pertenezcamos, tendremos uno u otro patrón financiero.