Rachel Eliza, el amor de Salman Rushdie y su quinta esposa: "Fue capaz de traerme de la muerte"

En 'Cuchillo', la memoria de Salman Rushdie sobre el atentado que sufrió en 2022, su atacante no tiene nombre. Quizá porque el rencor hiere menos que el olvido. Lo que no olvida Rushdie, sin duda, son las 15 puñaladas que el sujeto le propinó debido a la condena a muerte que le lanzara el Ayatolá Jomeini 33 años antes. Y tampoco olvida a la mujer que estuvo con él desde el primer momento y lo acompañó durante el largo periodo de recuperación en el que sufrió de 'estrés postraumático'. Para eso, para no olvidar, es que el autor ha escrito este relato personal de 200 páginas en las que revive con crudeza aquellos momentos.

Cuchilladas

“¿Por qué no luché? ¿Por qué no hui? Me quedé quieto como una piñata y dejé que él me destrozara”, cuenta en el libro. Las puñaladas lo alcanzaron por todo el cuerpo, aunque el atacante buscaba los órganos vitales mientras el público -había unas 4.000 personas en el auditorio de Chautauqua (Nueva York)- huía, espantado ante el infierno tan temido desde la 'fetua' lanzada por Irán. Rushdie, que vió acercarse al fanático con el rabillo del ojo -“ese ojo no volvería a ver”- tuvo tiempo de pensar en que, finalmente, había terminado su 'espera' de 33 años. Pero otra cosa que recuerda es la gente que hizo lo que pudo por defenderle y que, liderados por el propio moderador del evento, Henry Reese, de hecho, salvaron su vida.

El atacante fue detenido de inmediato y Rushdie fue trasladado de rápidamente a un Hospital. Pero lo que siguió después es, también, de película de terror: el escritor indio tenía un ojo literalmente colgando fuera de la cuenca, el cuello destrozado y el había sufrido daño hepático. Rushdie, sin embargo, no solo sobrevivió sino que vivió para contarla. Y en gran parte de esa recuperación tuvo que ver su esposa, la galardonada poeta afroamericana Rachel Eliza Griffiths, 30 años menor que él y su quinta esposa desde apenas hacía un año.

Y cuidados

"Mi mujer, Rachel Eliza, fue absolutamente fundamental en la recuperación -ha dicho Rushdie a El Periódico-. Sin ella no sé si habría tenido la fuerza para recuperarme y luchar como lo he hecho. Ella es poeta, fotógrafa, escritora, editora de libros, es una especie de trabajadora milagrosa que fue capaz de traerme de vuelta de los estertores de la muerte".

Griffiths, que además de poeta es novelista, fotógrafa y artista visual,es autora de cinco libros de poemas. En el último de ellos 'Seeing the Body' (2020), "combina la poesía con la fotografía, explorando la memoria, la condición de mujer negra, el paisaje estadounidense y el renacimiento". También fue la creadora de la serie de entrevistas en vídeo Poets on Poetry (P.O.P), en las que poetas contemporáneos discuten su obra "en relación con la experiencia y la cultura humana individual".

Es a ella, a la que Rushdie debe, según sus propias palabras, la vida. Y a la que en gran parte dedica este libro lleno de crudeza que es también una carta de amor. "En muchos sentidos, ahora soy más feliz de lo que he sido durante mucho tiempo y, en buena parte, se debe a que estoy felizmente casado. También me siento orgulloso del trabajo que he hecho. Mis libros están ahí, en las estanterías, y espero que la gente los pueda descubrir, eso también es un buen legado", dice en la entrevista con El Periódico.