'El club de los cinco': un castigo escolar de culto que lleva ya 40 años

  • Un grupo de alumnos de la Shermer High School pasa el sábado 24 de marzo de 1984 cumpiendo 'horas forzadas' en el Instituto. Lo que sigue es cine de culto.

  • La cinta de John Hughes es una de las más representativas de la comedia adolescente de os 80 y cimentó la popularidad del llamado 'Brat pack'

  • Molly Ringwald, Judd Nelson, Emilio Estevez, Ally Sheedy y Anthony Michael Hall interpretaron a los 'detenidos' más famosos de la década

Hace poco más de un mes, Molly Ringwald, musa juvenil de los 80 y protagonista en cintas como 'Sixteen Candles', 'Pretty in Pink' o 'The Breakfast Club', respondía a un cuestionario de Harper's Bazaar sobre sus looks más icónicos de esa década. Cuando le tocó hablar, precisamente, de 'The Breakfast Club' ('El club de los cinco' en nuestro país) dijo que aunque al principio habían elegido unos looks más 'ochenteros' para ella, se inmediato pensó que un vestuario más neutro haría la película más atemporal: "Si te fijas en la ropa que llevamos todos, podría ser la que lleva cualquier chico ahora, cuarenta años después". Ringwald daba así una de las claves que han convertido a la película de John Hughes en un objeto de culto, algo que la crítica ha señalado como la capacidad para hacernos sentir identificados con cualquiera de sus cinco protagonistas.

Un sábado, hace 40 años

Por si hubiera alguien que no recuerda bien de qué va la película, 'El club de los cinco' se desarrolla un sábado (ayer se cumplieron exactamente 40 años), cuando cinco adolescentes se ven obligados a presentarse en la biblioteca de su Instituto para cumplir un día de detención por diversas transgresiones. Empieza aquí un verdadero experimento sociológico disfrazado de comedia adolescente. Porque lo primero que entendemos como espectadores es que cada estudiante encaja perfectamente en cinco arquetipos comunes de la adolescencia (al menos en los entornos educativos occidentales): Claire Standish, interpretada por la icónica Molly Ringwald, es la estereotipada 'chica pija y popular'; Andrew Clarke, interpretado por Emilio Estevez, es el 'deportista' un poco matonesco y musculitos; John Bender, interpretado por Judd Nelson, es el 'rebelde y desadaptado social' que raya en lo delincuencial; Brian Johnson, interpretado por Anthony Michael Hall es el 'nerd' o 'cerebrito' y finalmente, Allison Reynolds, interpretada por Ally Sheedy, es la 'friki' sin amigos y más bien 'emo'

Microuniverso

Lo realmente maravilloso de 'El club de los cinco' es que consigue transmitir dos ideas, universalidad y diversidad, a partir de un grupo de chicos norteamericanos blancos de clase media. Y lo hace porque más allá del arquetipo que cada uno 'representa', todos esconden conflictos emocionales que sí son realmente transversales al resto de la occidente, como son el desamparo, la violencia doméstica, la presión social, la soledad o el miedo. Así, los personajes que al verse forzados a 'convivir' en un entorno hostil empiezan llenos de prejuicios y desconfianza entre ellos, terminan no solo estableciendo alianzas para combatir a sus captores -la autoridad escolar en este caso, representada por el no menos arquetípico subdirector Vernon- sino entendiendo las heridas de los otros.

Entienden que el rebelde lo es porque el mundo lo hizo así y porque nadie lo ha tratado con amor, especialmente su padre que abusa de él; la pija y superficial 'reina de la clase' es en realidad un manojo de inseguridades y carne de anorexia; el deportista es el depositario de las fantasías machistas y patriarcales de su padre, que lo ha convertido en un abusón y al 'nerd' la presión por alcanzar el éxito académico lo ha llevado casi al suicidio. Mención aparte merece la 'emo' que interpreta Ally Sheedy sin hablar durante media película y cuya revelación final (en realidad no ha sido castigada por nadie y está allí porque no tiene ningún otro lugar a donde ir) abre prácticamente un abismo existencial.

Resulta así mismo interesante la presentación de las potencias de género en el que las extraordinarias Sheedy y Ringwald escenifican las luces y las sombras de la inseguridad femenina en la adolescencia. Pero también su fuerza. Los chicos por su parte, están sometidos a las violencias y las demandas de éxito comúnmente asociadas a la masculinidad y terminan mostrando sus propias vulnerabilidades.

Hablamos de los 80, después de todo, es decir de estructuras binarias que resultan, sin embargo, trascendentes, conmovedoras, y enormemente divertidas. El final de la película con la carta de los nuevos amigos a las autoridades es un manifiesto generacional condensado y extrapolable a cualquier época: “Nos veis como queréis vernos. En los términos más simples. Las definiciones que más os convienen. Pero lo que descubrimos es que todos, cada uno de nosotros, es un cerebro, un atleta, un caso perdido, una princesa y un criminal... Atentamente, The Breakfast Club”.