Milena Busquets: "Tengo exparejas que ya han pasado al campo de la familia y nos vamos de veraneo juntos"

  • Milena Busquets (Barcelona, 1972) publica 'Gema' (Ed. Anagrama) tras el éxito de 'También esto pasará' en 2015

  • 'Gema' narra el presente de una escritora en sus cuarenta y tantos que se ve sacudida por un recuerdo del pasado: la muerte de una amiga del colegio a los 15 años

  • Hablamos con la escritora y columnista sobre su escritura, sus hijos, las redes sociales y por qué cree que las relaciones sentimentales se perfeccionan con la edad

Hacer las entrevistas por Zoom sigue permitiendo un acceso directo a los espacios íntimos ajenos. A las 12 de la mañana de un día de principios de mayo en los que el sol ya se cuela intenso por las ventanas barcelonesas, aparece en pantalla desde su casa la escritora Milena Busquets (Barcelona, 1972). Lleva algo más de dos meses promocionando su última novela, ’Gema' (Ed. Anagrama), prácticamente desde el mismo escenario, en el que se intuye al fondo una buhardilla de múltiples ventanas. "Me parece muy buen sistema. Tienes más conciencia de quién tienes delante y es un sustituto de la presencia física pero creo que no está mal". Después del éxito de 'También esto pasará' (2015), que "se vendió como en 32 países" y la llevó a viajar durante dos años para promocionarlo, la situación es muy distinta, más pausada.

Suena el telefonillo. Milena se disculpa y se levanta a abrir, pero uno de sus dos hijos, que tienen 21 y 13 años y viven con ella, ya se ha adelantado. "Sabía incluso antes de empezar que escribir 'Gema' iba a ser un ejercicio difícil. Por lo que esperaría la gente y también por lo que esperaba yo". Una presión sobre "el libro de después" que, seis años más tarde y con la cuarta novela que escribe ahora, ha desaparecido: "Estoy al inicio pero lo estoy escribiendo, de momento, con mucha más libertad".

A Milena el oficio le viene de cuna. Es hija de la fallecida editora Esther Tusquets, fundadora de la editorial Lumen, del también fallecido poeta Esteban Busquets y sobrina del arquitecto Óscar Tusquets. Cuando era niña, su casa la frecuentaban escritores como Ana María Matute, Juan Marsé, Carmen Martín Gaite o Ana María Moix. "Pienso que igual por eso tardé bastante en ponerme a escribir [su primera novela, 'Hoy he conocido a alguien', la publicó en 2008, cuatro años antes de perder a su madre]. Por una lado, el mundo de los libros me resulta familiar porque es el mundo en el que me eduqué, pero sí que había mucho respeto. Veía esto como algo que hacían mi madre y los escritores que la rodeaban durante una época. Pienso que escribir nunca es fácil, requiere valor. Fortaleza y valor". Y a pesar de haberse criado entre las faldas de la burguesía catalana, se ha mantenido un poco al margen. "La gente del entorno del libro es poquita. Es un círculo muy cerrado que yo ni siquiera trato. Tengo amigos de todos los ámbitos".

Parte de esa infancia, estudiando en el Liceo Francés de Barcelona en Pedralbes, la recorre en 'Gema', donde sigue explorando la autoficción en voz de una escritora en sus cuarenta y algo que, como ella, vive con sus dos hijos de padres diferentes. Gema es real, una compañera de colegio de Busquets que a los quince años murió de leucemia y cuyo recuerdo asalta de nuevo a su protagonista, a la que acompañamos en su intento por cerrar el asunto.

P: En 'También esto pasará' el tema central era la muerte de tu madre, ¿había intención de volver a abordar esta cuestión?

R: No… Yo soy muy optimista y no tengo conciencia de que sea un tema que me preocupe. Sí es verdad que pienso a menudo en la muerte. No es una cosa que me ronde siempre o que me torture pero sí es un tema. Bueno, es uno de los temas. La muerte y cómo la enfrentamos nosotros pero también cómo acompañamos a la gente que hemos querido y que queremos hasta el último momento, hasta su muerte. Ya sea en el caso de los padres o en el de 'Gema', una amiga. Despedirse o no, cómo encarar la muerte de la gente a la que más quieres. Pero en ninguno de los casos son libros tristes. Intenté contarlo como lo vivo. La noción de que los muertos creo que de alguna forma me acompañan igual que los vivos. Aprendemos a vivir con nuestros muertos.

P: ¿Tienes muy presente a tus padres?

R: Sí, sobre todo porque mi padre por murió cuando yo era joven. A la gente a la que quise y que me quiso y que ha muerto la tengo muy presente. Cada vez hay menos, pero creo que los que me conocieron de niña de alguna forma tienen una ventaja, es otra forma de conocerte.

P: En el libro escribes: "A los quince años ya sabemos todo lo que sabremos sobre la amistad, no mejoramos como amigos, en todo caso empeoramos"

R: Con algunas de mis amigas del colegio hay una complicidad que no hay con nadie más. Aunque no tengamos muchos puntos en común, el hecho de que te hayan visto de niña, ir creciendo en el colegio… En la infancia y en la adolescencia es cuando más tiempo tenemos para dedicarle a la amistad. No solo es la compañía, también son momentos de descubrimiento muy importantes. Los primeros conciertos de música, las primeras veces que decides saltarte el colegio, los primero amores, los primeros chicos que te hacen gracia, los primeros cigarrillos. El descubrimiento de alguna forma une a la gente. Después, cuando tienes pareja, y ya no digamos si tienes hijos, y trabajo, la amistad sigue siendo muy importante pero es una cosa a la que ya tengo que pensar 'le dedico tiempo'.

P: La frase del libro continúa con "el amor sentimental tal vez se pueda ir perfeccionando con el tiempo, pero la amistad no". ¿Has aprendido por el camino?

R: Primero conocemos el amor de nuestros padres, luego el de los amigos y finalmente el amor más romántico, el amor más físico, de pareja. Pienso que en esto sí que hay una progresión, que uno aprende a querer, a tener novio, a tener la pareja que quiera. Hay errores que se cometen de muy joven, que está muy bien cometerlos, pero que luego cuando vas teniendo más experiencia puedes ir afinando. El respeto al otro, entender que la gente necesita espacio. Te vuelves incluso más generoso, más respetuoso con el otro.

Uno aprende a querer, a tener novio, a tener la pareja que quiera. Cuando vas teniendo experiencia vas afinando

P: Decías en algunas entrevistas algo así como que de los ex no se puede ser amigos, si acaso familia. ¿Te pasa en tus relaciones?

R: Bueno, yo tengo ex que son amigos. Pero sí que es verdad que pasan ya al campo de la familia, sobre todo cuando tienes hijos. Yo tengo hijos con dos de ellos. Pero incluso con alguno de ellos que no tengo hijos, ya es como un poco un tío de los niños y se viene a comer. Con mi edad y con la estructura vital que tengo es más fácil que se vuelvan familia porque organizamos comidas familiares o porque salimos o vamos de veraneo juntos. Las relaciones importantes no soy de borrarlas del todo. Pienso que de alguna forma la gente que ha sido importante y que te ha querido, con la que la separación no ha supuesto un trauma terrible, tiene que ser posible mantener algún tipo de relación civilizada y agradable. No quiere decir que estés todo el día con esta persona.

P: A Isabel Ayuso le parecía mejor idea no cruzarse con los ex bajo ningún concepto

R: Igual Ayuso hablaba más de ex que no te apetece encontrarte, es verdad, hay novios que te dan más pereza. Qué cosas dice.

P: Tus hijos están muy presentes en el libro, también en tus redes y columnas

R: Sí, es una relación muy importante. Yo era de estas chicas que desde los seis años o siete sabía que quería tener hijos. Es muy difícil hablar de la maternidad porque hay tantos tópicos en torno a ella y al mismo tiempo, cuando la vives, ves que muchos de ellos sí se cumplen. En ambos casos me separé de los padres, aunque los dos están muy cerca y los niños los ven mucho, pero vivimos bastante los tres. Es una relación muy especial, un poco como de campamento. Tienen mucha conciencia de que soy su madre y en algunas cosas hago de madre, pero nunca he sido autoritaria o pesada -espero-. En este momento, con un adulto y un adolescente en casa, me siento súper afortunada. He tenido suerte porque son niños sanos, fuertes, divertidos, curiosos. Es tal vez el amor en su estado más puro e innegociable.

"La única herencia que realmente importa para los hijos, y tal vez para todo el mundo, es haberse sentido querido", reflexiona Milena tras un rato de charla generosa sobre las diferencias entre la crianza de sus hijos y la infancia que vivió con un padre y madre trabajadores y una niñera que cuidaba de ella y su hermano. "Ahora está más de moda el ocuparse mucho de los hijos, es otro tipo de maternidad. Pero, al mismo tiempo, yo creo que somos todos un poco más libres de decidir cómo lo hacemos".

En este momento, con un adulto y un adolescente en casa, me siento muy afortunada. El de los hijos es tal vez el amor en su estado más puro e innegociable

Cuando sus hijos "se dejan", comparte en su cuenta de Instagram algunas fotos de ellos. Es la única red social que utiliza y lo hace como un espejo de su cotidianidad: lecturas, los niños, alguna cita de promo y fotos antiguas de sus padres. Lo hace además con esa ligereza que le aplica a la vida y a la escritura por una cuestión prácticamente de educación: "Me aburren un poco esas cuentas en las que te echan mucho rollo, se ha puesto de moda escribir largos textos. Es pesado, yo creo que no es el sitio".

De repente el insulto se ha vuelto aceptable, incluso entre los políticos. A la gente hay que juzgarla menos y comprenderla más. La comprensión del otro te abre puertas

Twitter, sin embargo, lo dejó por el ambiente de crispación. "Estuve un tiempo pero no sabes cómo me machacaban. Era en la época en la que aún estaba escribiendo artículos para 'El Periódico'. Es una locura, mucha agresividad. Yo me considero una mujer fuerte, pero no tenía ánimo para esto. Yo jamás he insultado a alguien. Cuando eras pequeño es lo primero que te enseñaban: no se insulta a la gente. Y de repente el insulto se ha vuelto aceptable, incluso entre los políticos. A la gente hay que juzgarla menos y comprenderla más. La comprensión del otro te abre puertas. Más comprensión, por favor. Por los demás y por todo lo que nos hace tan parecidos", concluye.