El lado melómano de Anthony Hopkins: la historia del vals que compuso hace 60 años

  • Hace seis décadas un jovencísimo Anthony Hopkins era estudiante de conservatorio que soñaba con hacerse compositor

  • Dos años en el servicio militar (y los consejos que había recibido de Richard Burton) lo alejaron de la música y lo llevaron a la actuación

  • Hopkins compuso un vals que permaneció escondido por el actor durante casi medio y fue interpretado por primera vez en 2011

Entre las (afortunadamente) pocas cosas que tienen en común Sir Anthony Hopkins y Hannibal Lecter, su más famoso personaje en pantalla, está la melomanía. El psicópata caníbal es un fervoroso admirador de Bach, Mozart o Goldberg, Hopkins también. De hecho, hacia finales del año 1957 el propio actor, en ese entonces un joven de apenas 19 años, se graduaba de la Real Escuela Galesa de Música y Teatro, un antiguo conservatorio de Cardiff (Gales), y se imaginaba a sí mismo como compositor.

El primer amor nunca es el definitivo

¿Qué ocurrió para que el joven Hopkins dejará el camino de la música para abrazar la actuación? Dos cosas. La primera, el servicio militar que, durante dos años, le tocó hacer al futuro ganador del Oscar. Fue demasiada distracción para un joven como él, solitario y con ciertos problemas de aprendizaje, no era particularmente constante en sus esfuerzos. Aunque no ocurriría lo mismo con la actuación, carrera para la que estaba predestinado.

La segunda cosa que distrajo a Hopkins de la música había ocurrido algunos años antes, en su propio vecindario. Fue apenas un encuentro fortuito pero la imagen se le había quedado grabada a fuego. Richard Burton, que a la sazón también era de Port Talbot, el condado donde vivía Hopkins, pasó por su su barrio. “Me contó que se hizo actor porque no valía para ningún trabajo -recordaría Hopkins muchos años después-. Luego se montó en su Jaguar y se fue. No se veían muchos coches así en la posguerra. En aquel momento comprendí que necesitaba salir de allí. Dejar de ser quien era. Ser rico y famoso. Y empecé a soñar con vivir en Estados Unidos”.

Pequeño vals vienés

Pero faltaba mucho aún para los Oscar, Baftas y Emmys. Y en 1964, antes de entregarse de lleno a la carrera actoral, Hopkins compuso un vals al que llamó sencillamente 'And the waltz goes on' ('Y el vals continúa') y mismo que procedió a guardar en un cajón por timidez. "En el colegio siempre me sentí el más tonto de la clase" ha dicho en más de una ocasión para hablar de sus problemas de aprendizaje. "Todo el mundo no hacía más que humillarme". No es de extrañar que nunca se atreviera a mostrar su vals en público.

Así, a composición nunca fue interpretada propiamente durante medio siglo y no fue sino hasta 2010 que, tras conocer el trabajo del violinista, director y compositor -y una especie de pop star de la música clásica- André Rieu, el tímido compositor que aún habitaba en el ya laureado actor, se puso en contacto con este para proponerle llevar a la vida el vals.

Rieu no solo aceptó el desafío sino que quedó impresionado con el vals, al que encontró "fabuloso, brillante, romántico, fascinante y hasta cinematográfico". Finalmente sería en 2011, y en Vine (no podía ser de otra manera) que este vals compuesto por un joven sensible e inseguro, se daría a conocer en su magnífica forma.

Una pieza, como puede escucharse, es ciertamente majestuosa y cinematográfica, y probablemente diga mucho de la temprana admiración del actor por las grandes producciones románticas y épicas. Una partitura llena de emoción pura y sentimentalidad casi adolescentes.