Mateo, sobre la diferencia entre una residencia o un cohousing : “No deseo que me aparquen, sino vivir”

  • Un grupo de amigos, mismos intereses vitales e idénticas ganas de seguir aprendiendo y explorando el mundo. Así nació hace cinco años la cooperativa de cohousing Convivir. Hablamos con Enrique Mateo, uno de sus impulsores.

Enrique Mateo tiene 79 años y desde hace unos años vive en Convivir, un edificio de apartamentos de Horcajo de Santiago (Cuenca). La peculiaridad de este bloque de viviendas es que se construyó en régimen de cooperativa como un edificio de cohousing: viviendas de uno o dos dormitorios con servicios comunes pensados para mayores, personas que ya se han jubilado y que desean pasar esa etapa de su vida acompañados por personas con las que comparten las mismas circunstancias e intereses. Entre los servicios ofertados en este residencial, comedor, limpieza, lavandería, servicios médicos y sociales, y otros tan necesarios como peluquería, podología o logopedia. Es decir, adaptados a los mayores.

Modelo incipiente en España

El concepto nació en Dinamarca a finales de los 60, pero en España aún está implantándose. El edificio de Horcajo de Santiago es uno de los pioneros. En la actualidad, en nuestro país, hay diez edificaciones de este tipo, la mayoría ubicadas en Castilla-La Mancha, Andalucía y Cataluña, y en desarrollo hay más de 15. El modelo comienza a ser una alternativa real a las residencias, que, a su vez, también están transformándose bajo el mantra "si no en casa, como en casa". Esta es una de las conclusiones de la mesa redonda sobre cohousing, coliving y modelos de residencias organizada por el I Congreso online de 60 y Mucho+, en el que ha participado Enrique Mateo, uno de los primeros en probar un modelo habitacional que, según la evolución demográfica (en 2019 nueve millones de mayores de 65, según el INE), va ser muy demandado. Esta es su experiencia.

¿Cómo es vivir en Convivir?

Vivo en una casa común, cada uno en su propio apartamento. Es una comunidad de vecinos con sus zonas comunes, con comedor, gimnasio, sala común donde se imparten talleres, salas de reuniones…

¿Cómo fue la adaptación?

Vivo allí desde hace cinco años, pero me costó. Me costaba dejar mi casa: mis cuadros, mi ropa, los muebles, los cacharros… Y eso que montamos la cooperativa Convivir con amigos a los que conozco desde hace 50 años.

¿En qué momento pensaste que era una buena opción?

Hace 19 años empecé a buscar sitios donde pasar los últimos años. Éramos unos amigos que queríamos vivir juntos porque nos queríamos. Éramos un grupo de sindicalistas, trabajadores sociales, políticos… Nos encontrábamos a gusto juntos y decidimos hacer una casa grande con apartamentos individuales con cocina. Cada uno vive su realidad en su casa.

Dices que tardaste en adaptarte. ¿Cómo lo hiciste?

Me costó mucho al principio y me tuve que ir yendo poco a poco, como si fuera una segunda residencia o una casa de fin de semana. Me fui llevando cosas que, para mí, son como el guante que te pones en la mano y que te hacen la vida fácil. Hoy lo veo como un acierto total.

¿Cuál ha sido la experiencia que más te ha marcado de estos años?

Darme cuenta de que nos hacemos mayores. Hace unos años tuve un ataque de pánico por la muerte de una persona muy querida. Tuvieron que hospitalizarme y mis amigos estuvieron pendientes de mí.

¿Qué es lo que hace que tu vivienda sea para ti especial?

De alguna manera es recuperar el sabor de pueblo: un sitio pequeño en el que todos nos conocemos y en el que podemos hacer muchas actividades: talleres, charlas, cursos… Hemos creado un clima muy bonito, ameno y grato.

Para todos aquellos que están valorando vivir en cohousing, ¿qué les dirías?

Aconsejo que pasen un tiempo de prueba, que nos conozcan antes de comprar y que tengan en cuenta de que el tiempo pasa para todos. Al principio de vivir, todos éramos independientes y en cinco años la situación ha cambiado y ya hay cuidadores que tienen que acompañar a algunas personas.

¿Y si tuvieras que 'vender' la experiencia?

Les diría que yo lo que hago es vivir como un marajá: me hacen la comida, se encargan de la limpieza, si hay algún problema de salud también hay médico… y encima vivo con amigos de toda la vida que sé van a estar conmigo, que vamos a estar juntos, cuando nos necesitemos.

Para vivir en régimen de cohousing, ¿hay que ser rico?

Nuestra cooperativa no es un negocio, aunque ser un negocio no tiene nada de malo. En este caso, el apartamento me costó 90.000 euros y pago 900 euros mensuales por todos los servicios.

Estás a punto de cumplir 80 años, ¿cómo encaras esta nueva década?

No deseo que me archiven ni que me aparquen. Quiero vivir y hacerlo con gente que tiene otros proyectos y también ganas de vivir.