La guerra del 'no quiero desayunar' cada mañana con tu hijo adolescente: "Es mejor no hacerlo que tomar algunos alimentos"

  • Blanca García-Orea, nutricionista, es tajante en cuanto a que no hay que forzar al adolescente a desayunar si no quiere

  • María Díaz Medina, psicóloga, pone hincapié en descubrir si al hijo adolescente le ocurre algo para no desayunar o no hacerlo adecuadamente

  • "Es mejor no desayunar, a tomar alimentos ultra-procesados", afirma García-Orea

De siempre se ha dicho que el desayuno es la comida más importante del día, “desayunar como un rey” y que debe ser la más elaborada y completa. Madres y padres con hijos en la adolescencia suelen desesperarse y llegar a discusiones a tempranas horas si no logran hacerles desayunar antes de ir a la escuela. Sin embargo, ¿es realmente necesario que cada día nuestros jóvenes desayunen? Blanca García-Orea, una de las nutricionistas más conocidas de nuestro país y María Díaz Medina, psicóloga, nos dan sus argumentos al respecto.

García-Orea, autora del best-seller 'Dime qué comes y te diré que bacterias tienes' y la segunda parte 'Dime qué como ahora' (ambos de Grijalbo) o el conocido cuento infantil 'Sanotes, sanitos' (Montaneda), entre otros, es un referente de una amplia comunidad en Instagram que se interesa en conocer consejos de vida saludable. Además, la exitosa autora, enfatiza la importancia de la microbiota (los microorganismos dentro del cuerpo: bacterias, parásitos, virus) para alcanzar un buen estado salud.

Nunca forzar

La profesional especializada en nutrición digestiva, resalta que es importante fomentar adecuados hábitos de vida saludable, pero no a costa de obligar al adolescente a desayunar si no quiere o proporcionarle alimentos carentes de valor nutricional solo para que tengan algo en el estómago. “Es peor forzar a los hijos a desayunar y que lo hagan de un modo equivocado, por ejemplo, tomando galletas o cereales que suelen ser ultraprocesados y que ni tan siquiera quieren tomar, solo por quedarse tranquilos los padres”.

García-Orea recalca que sería perfecto que los adolescentes llevasen al centro educativo algo para comer a media mañana como, un bocadillo de aguacate con queso o de jamón con queso y un plátano o unas mandarinas. Según, esta profesional, lo ideal sería comer cuando tengan hambre. Además, añade, que en aquellos colegios donde separan por día los alimentos a llevar como por ejemplo un día fruta, otro bocadillo u otro lácteos, no resulta la opción más recomendable. La nutricionista afirma que habría que mezclar y llevar bocadillo y una pieza de fruta. “Entiendo que lo que pretenden los profesores es educar en hábitos y que coman de todo, pero comer un día solo fruta no supone, en muchas ocasiones y dependiendo de lo que hayas desayunado, suficiente proteína para aguantar una media mañana. Entonces, lo ideal sería llevar todos los días algo de fruta para que se vayan acostumbrando a tomarla, pero con algo más, esto es, proteínas o grasa buena”.

Aprender a alimentarse convenientemente e instaurar hábitos

“No estoy muy de acuerdo con una noticia que leí hace poco sobre la relación entre desayunar bien y no rendir en el colegio. Considero que habría que conocer el trasfondo y el estudio en sí. En realidad, todo depende de la persona y de cómo se alimente el resto del día”, expresa esta experta en nutrición.

García-Orea refiere que el hablar de desayuno ideal supondría aquel compuesto por fibra, generalmente fruta, algo de proteína en forma de yogur que “por las mañanas es más rápido de preparar”, jamón de calidad, huevos revueltos y grasa buena como el aguacate o frutos secos. “No se tarda nada en hacer una tostada con aguacate y queso. No hay que preparar grandes recetas por la semana y el fin de semana sí se puede cocinar algo más elaborado y en familia. Yo recomendaría a los adolescentes llevar para su media mañana feta, yogur con fruta y frutos secos”.

María Díaz Medina, psicóloga, especialista en Psicología Clínica, quien, además, ha ejercido como docente, sostiene que los padres no solo han de pensar en las cantidades o tipo de alimentos que ingieren sus hijos en el desayuno, si no, plantearse qué dificultades les sobrevienen para no desayunar o no hacerlo convenientemente. “Pueden pensar en si están pasando por problemas en el autocuidado, en cuanto a la gestión del tiempo, en la instauración de hábitos, en alteraciones en los biorritmos, la ausencia de modelos adecuados o problemas con los vínculos, entre otras cuestiones”.

Evitar distractores

Esta experta apunta que esas complicaciones que los niños hayan podido tener para aprender a cuidarse o para instaurar nuevos hábitos, se van a manifestar inevitablemente en la adolescencia.

Díaz Medina, con formación en neuropsicología, insiste en la opción de mejora para desarrollar nuevos recursos y habilidades en cuanto a la alimentación, evitando, además, distractores como el teléfono móvil o la televisión. Asimismo, ofrece una serie de ideas para gestionar el momento del desayuno con los hijos adolescentes:

  • Dentro de las posibilidades, hacer del desayuno un momento agradable que se pueda compartir en familia, evitando temas relacionados con la comida.
  • Evitar fijar la atención en lo que come el adolescente y frenar los comentarios dirigidos a criticar o advertir sobre las consecuencias de no desayunar o desayunar poco.
  • Dar ejemplo de desayuno saludable y ser modelos de cómo organizarse para desayunar con tranquilidad a diario.
  • Escuchar los gustos y preferencias de los adolescentes y permitir que tomen parte activa en la decisión de lo que van a desayunar.
  • Preguntarse qué nos despierta el hecho de que los hijos no desayunen y hacer un trabajo personal para gestionarlo. Es común sentirse preocupados, impotentes, desautorizados, culpables, excluidos o incluso rechazados. Pero, los hijos necesitan padres que puedan sostener y contener su propia angustia, sin entrar al enfrentamiento.
  • Afrontar el duelo que supone que los hijos lleguen a la adolescencia. En esta etapa ya no dependen por completo de los padres y la capacidad de influencia sobre ellos se reduce. Para que el hecho de hablar con los adolescentes resulte eficaz, la actitud de los padres ha de ser la de compartir experiencias e información y no dirigir, exigir o mandar.
  • Confiar en que los hijos adolescentes serán capaces de descubrir lo más adecuado para ellos, aunque se equivoquen en el camino (siempre que no exista un riesgo vital).