Umbral del dolor, esa delgada e invisible línea particular para cada persona: ¿qué es y cómo nos afecta?

  • Te cortas y gritas de dolor o casi ni te inmutas. Cada uno reaccionamos distinto a un mismo estímulo

  • En la intensidad del dolor influye hasta la carga genética

  • La sociedad médica defiende que la percepción del dolor no depende del género

El dolor es una señal de nuestro cuerpo que nos avisa de que algo no va bien. En realidad, es la suma entre una experiencia subjetiva y el proceso fisiológico que regula el sistema nervioso central, que se desencadena cuando se producen estímulos nocivos en un tejido.

Los especialistas definen qué es el umbral del dolor como la intensidad mínima de un estímulo que despierta la sensación de dolor. Se trata de la percepción de una persona y de su capacidad para soportar esa sensación y cómo reacciona ante ella. Para conocer cómo se determina dicho umbral del dolor es necesario ahondar en el concepto y en todos los factores que influyen.

La IASP, (Asociación Internacional para el Estudio del Dolor, en sus siglas en inglés) y la Sociedad Española del Dolor, lo definen como una experiencia sensorial desagradable asociada a un daño tisular (de los tejidos) real o potencial.

Parece mentira que una experiencia sensorial pueda ser maravillosa, cuando nos hace disfrutar con todos los sentidos como un baño en el mar o un concierto en directo, o tan desagradable como un dolor agudo que nos impide comer, trabajar, leer, andar… y nos puede llegar a incapacitar.

¿Qué determina el umbral del dolor?

En esta experiencia personal, influyen factores biológicos, genéticos, psicológicos, sociales y ambientales que además determinan el umbral del dolor.

La sociedad médica detalla que los mecanismos hormonales y biológicos para enfrentarse al dolor en hombres y en mujeres son diferentes, pero su percepción es individual y no depende del género.

Además, genéticamente, hay personas que presentan mayor resistencia que otras debido a la influencia de los genes de los padres, que puede hacer que se desarrollen distintos cuadros de dolor o que se expresen más.

Los aspectos psicológicos y emocionales de cada individuo como la ansiedad y el estrés son capaces de incidir directamente en la percepción del dolor, debido a su falta de control sobre las reacciones del organismo. Por ejemplo, en situaciones de estrés extremo porque está en juego la supervivencia no se percibe el dolor por una caída o un golpe hasta que todo se calma. De la misma forma, personas con problemas emocionales tienden a somatizar sus trastornos psicológicos y percibir el dolor antes o con mayor intensidad.

El factor ambiental, la contaminación y los malos hábitos de conducta como el tabaquismo o la obesidad llegan a afectar a la percepción del dolor y en casos graves se alteran las funciones biológicas.

Está demostrado que, ante un mismo estímulo de dolor, cada apersona reacciona de forma diferente según sus vivencias previas, las creencias, el ambiente sociocultural y el momento en el que le sucede. Incluso en el deporte, el cuerpo duele más o menos si es la primera vez que lo practicas o si estás habituado.

Umbral alto o umbral bajo

Todos estos factores inciden en el umbral de dolor de cada persona, ya sea hombre o mujer, y en su grado de tolerancia, que es la intensidad máxima de dolor que se es capaz de soportar. Alta, cuando se tolera mejor, o baja, si no se aguanta bien.

Por otra parte, esos mismos aspectos emocionales, sociales, ambientales o genéticos nos afectan de forma distinta en las diversas etapas de la vida, con lo cual, el umbral del dolor y su tolerancia tampoco es constante, sino que varía.