Vinos, cañas y solidaridad: cómo los bares propician la generosidad y el altruismo entre humanos

  • Solidaridad y compasión también riman con cerveza, caña, vino o copa. Así lo explica José María Espinosa en el último capítulo de 'Viva el bar'

Uppers publica el último capítulo de 'Viva el bar', el libro del experto José María Espinosa. Después de analizar el porqué del nombre de estos establecimientos, la ubicación de los baños, el papel que juega la cerveza, la densidad de bares por países y hasta el estado de la polémica monarquía o república, este nuevo capítulo arroja una conclusión irrefutable: los bares propician los sentimientos de solidaridad.

Capítulo I: sobre el concepto de bar.

Capítulo II: sobre el cliente fijo.

Capítulo III: sobre el bar y su nombre.

Capítulo IV: sobre la ubicación de los baños.

Capítulo V: sobre el bar y el baile.

Capítulo VI: sobre el bar y el hielo.

Capítulo VII: sobre el bar y la cerveza.

Capítulo VIII: sobre la densidad de los bares

Capítulo IX: sobre el bar, la república y la monarquía

Capítulo X. Sobre el bar y la solidaridad

La compasión es una curiosa cualidad en virtud de la cual a los humanos nos da por auxiliar a nuestros semejantes, o de lo contrario, nos sentimos mal. La solidaridad es un término de uso más reciente, pero en definitiva viene a ser lo mismo con un nombre snob. Desde un punto de vista frío y técnico, este comportamiento es más una estupidez que una cualidad y de hecho no se presenta en otras especies, ya que la solidaridad va casi siempre contra los intereses particulares del que la ejerce, que, henchido de generosidad, se desprende de lo suyo a cambio de mucho menos, haciendo por tanto un negocio ruinoso.

Pero los seres humanos, al contrario que las bestias, disponemos de mecanismos de equilibrio muy sutiles, y la sabia naturaleza nos ha dotado de solidaridad en beneficio de una mayor paz social. En efecto, la solidaridad actúa como un muelle amortiguador de los peligrosos cabreos de las masas indignadas que tienden a montar algaradas revolucionarias o sangrientas guerras, especialmente en épocas de flagrante injusticia social.

Siguiendo el razonamiento expuesto, podemos afirmar que un arranque de solidaridad sale de un individuo cuando el mecanismo inconsciente de la paz social, que protege al grupo, vence al mecanismo consciente de la defensa de su interés particular. Indudablemente, para que un tipo sin taras entregue parte de su patrimonio o de su esfuerzo alegremente, dentro de su mente lo irracional debe vencer a lo racional.

Favorables al compañerismo

Los bares favorecen este tipo de comportamientos en los seres humanos. Para nosotros es un hecho que no admite discusión. Desde el final del nomadismo, los bares han sido importantísimos campos de entrenamiento de la solidaridad humana, y detalles tan frecuentes como la generosa propina o el pago de la ronda a desconocidos compañeros de barra son muestra de ello. Convendremos en que estas conductas son mucho más extravagantes fuera del bar o con un refresco de cola en la mano. Sin duda, un número óptimo de consumiciones saca a la luz la parte más solidaria de la clientela, salvo la de los gorrones profesionales. En cuanto a estos últimos, cabe decir que tan alto es el nivel de solidaridad alcanzado, que en muchos bares son mantenidos cariñosamente a lo largo de los años por los sufridos parroquianos como si fueran mascotas.

En definitiva, la conclusión es incontestable: cuanto más cuidemos los bares, mayor será la solidaridad en el mundo. La prueba es que España tiene fama de país solidario. Nada más cierto, y es gracias a que estamos bien entrenados.

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