El lujo siempre ha sido símbolo de exquisitez y refinamiento. Hasta ahora. Marcas como Balenciaga se reinventan y ponen de moda lo vintage, lo desgastado, lo 'grunge'. Un ejemplo son las nuevas zapatillas que la firma española acaba de sacar al mercado y que parecen recién sacadas de un contenedor de basura.
Pese a que la apariencia del calzado, los Paris Sneakers, es mugrienta, solo está al alcance de los más privilegiados; el coste es superior a los 1.000 euros. Esto ha levantado una ola de críticas e indignación en redes sociales.
En 2015, Demna Gvasalia se puso al frente de la dirección creativa de la casa Balenciaga. Desde entonces la polémica está servida. Y lo mejor es que consigue que marque tendencia. De acuerdo con un comunicado de la compañía hay un componente de sostenibilidad en el asunto: "las zapatillas lucen así porque están destinadas a ser usada durante toda la vida". Lo que no está tan claro es qué diría el diseñador Cristóbal Balenciaga si levantase la cabeza.
Lo de Balenciaga es solo una muestra. Las medias con tomares a 140 euros han llegado a agotarse, así como las camisetas rotas que Balmain presentó en el 2000. Los ricos también llevan vaqueros rotos y jerséis con bolas y XXL, al más puro estilo Kurt Cobain.