{{#section.link.href}}
{{section.link.title}}
{{/section.link.href}}
La lavadora es un electrodoméstico imprescindible en nuestras vidas. Prueba de ello tenemos en esos sudores fríos que nos recorren cuando dejan de funcionar. Su invención a principios del siglo XX supuso una enorme revolución que cambió por completo la vida en los hogares y, más específicamente, de las mujeres.
Antes de que Alva J. Fisher diese con las teclas para crear la lavadora en 1901, las mujeres se veían obligadas a bajar a la orilla del río a lavar la ropa a mano, una tarea incómoda y tediosa en la que tenían que frotar, retorcer, golpear y restregar las prendas sucias contra las rocas. Al principio, lo hacían sin tablas; luego, con ellas. La cosa mejoró un poco cuando las casas comenzaron a tener agua corriente, pero aun así el proceso era largo y laborioso.
La lavadora, sin embargo, lo cambió todo. Con su llegada, lavar la ropa pasó de ser una tarea profundamente engorrosa a algo cómodo, rápido y sencillo. Y no solo eso: gracias a los avances tecnológicos, ahora podemos elegir entre una amplia variedad de programas para adecuar el lavado a nuestras prendas.
Cuando pensamos en poner una lavadora, además de hacer malabares para que nos cuadre dentro de los tramos de electricidad más baratos, solemos fijamos solo en un par de cosas: si tenemos detergente, si nos queda suavizante y, en caso de que seamos de los que mezclan prendas con peligro de desteñirse, si contamos con toallitas absorbentes que impidan que la ropa pierda su color.
Estos son, por lo general, los productos que utilizamos para poner una lavadora, pero ¿sabías que existe un objeto con el que podemos sustituir a los suavizantes y que nos puede ayudar a reducir el tiempo de secado de las prendas? Se trata de las bolas de lana para lavadora, también conocidas en inglés como “Wool dryer balls”, un invento hecho en su totalidad, tal y como su propio nombre indica, con lana y que se pueden tanto adquirir en tiendas como preparar en casa, siempre y cuando se tenga hilo de un color claro.
En los últimos años, las bolas de lana han ganado una cierta popularidad entre aquellos que apuestan por un modo de vida más ecológico y sostenible con el medioambiente gracias al ahorro de energía que proporcionan.
Sus ventajas son varias. Por un lado, absorbe el agua y disminuye el exceso de humedad del centrifugado de la lavadora, lo que permite que se reduzca el tiempo del ciclo de secado hasta en un 25%. Por otro, ayuda a mantener las prendas separadas y bien aireadas, lo que disminuye el número de arrugas que se forman durante el proceso de lavado y disminuye, consecuentemente, el tiempo que pasaremos planchando, algo que seguro que agradecerás en las tardes de domingo.
Asimismo, usar bolsa de lana reduce la electricidad estática de las prendas y les aporta suavidad, por lo que podremos dejar de utilizar suavizante en nuestros lavados, reduciendo, así, tanto nuestro impacto medioambiental como los gastos de nuestra cuenta corriente. No obstante, si te gusta el olorcillo que suelen dejar estos productos en tus prendas, siempre puedes añadir un par de gotas en las bolas antes de poner la lavadora para que aromaticen la ropa y le den un buen olor.
El funcionamiento de estas bolsas es muy sencillo. Tan solo tienes que cargar tu lavadora con normalidad y añadir tres pelotitas de estas en su interior. Cuando el programa termine, retiralas y ponlas a secar. Y ojo: no las dejes dentro de la lavadora, porque podrían coger mal olor. ¿Te animas a probarlas?